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- Te juro que no entiendo - suspiré desplazando hacia atrás mi mano por mi cabello, frustrada - ¿cómo lo va a perdonar? No lo puedo creer, no entiendo más nada - sacudí mi cabeza y miré hacia arriba.

Estábamos con Valentín en su terraza. Desde que mi padre había regresado a mi casa trataba de pasar el menor tiempo posible bajo el mismo techo. Mi mamá le había perdonado la infidelidad de años con otra mujer. No lo entendía, sinceramente. Yo ni siquiera podía sentarme en la misma mesa que él sabiendo que destruyó una familia, no solo un matrimonio.

- Sí, es medio loco pero debe ser complicado para tu mamá - coincidió Valentín sentado al lado mío - y para tu papá también - agregó llevando el cigarrillo de marihuana a su boca.

- ¿Complicado para él? ¿Qué? ¿Decidir con qué mujer se queda? - solté molesta.

- No, digo que es jodido todo... no sé pero si está arrepentido... - levantó sus hombros y exhaló el humo contenido.

- ¿Lo estás defendiendo? - arqueé una ceja, ya comenzaba a enojarme con él también.

- No, Clari - me miró serio - solo me parece que tendrá sus motivos o su versión de la historia y estaría bueno que tal vez pudieras darle la oportunidad de que se explique o disculpe, deberías hablar con él - su rostro tan sereno denotaba honestidad y eso me ponía peor.

- No hay nada que explicar ¿qué me va a decir? ¿Que fue un error? Cinco años engañando a mi vieja y tomándonos por idiota a sus hijos, nos mintió, Valen - dije con la voz quebrada - y no lo puedo entender, cómo arruinó todo de esta manera. ¿Por qué? Ni mi vieja ni nosotros nos merecemos esto - sentí mis mejillas humedecerse y a continuación el cálido abrazo de Valentín.

Me hundí en su pecho mojando su buzo con mis lágrimas. Él frotó mi espalda suavemente con sus manos, intentando reconfortarme en silencio.

Habían pasado varios meses desde el conflicto entre mis padres y Valentín era mi refugio y sostén. Estuvo conmigo desde esa misma madrugada cuando, después de que se durmiera mi madre y mi hermano, lo llamé por teléfono y hablamos durante horas hasta que finalmente logré conciliar el sueño. Me escuchó en medio de mis crisis de llanto cada vez que discutía con mi familia. Nos sacaba a pasear a mí y a mi hermanito cada vez que podíamos coincidir con los horarios, ya que Valentín viajaba mucho por los eventos y yo repartía mi tiempo entre el trabajo y la facultad.

Mis amigas incondicionales también fueron importantes. Todo lo que me mantuviera fuera de casa u ocupada se había vuelto mi salvación. Trataba de pasar el menor tiempo posible con mi familia. Me dolía mucho no poder estar con Santino pero no toleraba la situación. Mis padres actuaban como si fuesen el matrimonio perfecto. Me angustiaba y me estresaba, por momentos sentía que me afectaba más que a ellos.

- Necesito que salga lo del departamento ese. No veo la hora de mudarme - dije saliendo de mi escondite.

Con Caro estábamos planeando irnos a vivir juntas a un apartamento que nos había ofrecido su tío. Lo bueno era que si decidíamos tomarlo, nos ahorraríamos los trámites y nos haría un gran descuento evitando el depósito de garantía y todo ese tipo de burocracia.

Durante todos esos meses había ahorrado lo suficiente para cubir los gatos extras de la mudanza y con el sueldo que cobraba en el trabajo, que no era mucho pero sí lo suficiente para subsistir, si repartíamos gastos entre ambas, no habría problema en dejar la casa donde mi crié y crecí toda mi vida.

- Vos sabés que podés quedarte conmigo el tiempo que quieras y necesites, ¿no? - comentó Valentín.

Me había ofrecido en repetidas oportunidades que me quedara en su casa lo que sea necesario pero no me parecía. Si bien pasaba allí la mayor parte del tiempo cuando él estaba, sería incómodo convivir con su hermano y su amigo mientras él estuviera de viaje.

- Sí, lo sé pero ya sabés lo que opino - fruncí mis labios haciendo una mueca.

- Bueno, solo quería intentarlo una vez más - soltó una risa - posta, si es por mí te venís conmigo a los viajes y todo - insistió aunque sabía que exageraba.

- Gracias pero paso, suficiente con verte la cara todos los días cuando estás acá - bromeé.

- ¿Ah sí? Bien que derretís por esta carita de ángel - se acarició el rostro.

- Sos un tarado - choqué mi hombro con el suyo mientras reía.

- Pero te gusto igual - argumentó volviendo a rodearme con sus brazos y pegándome contra su cuerpo para unir nuestros labios nuevamente.

[...]

Había llegado el momento que tanto deseé evitar. Debía comunicarle a mi madre que me mudaría. Sucedió más rápido de lo que esperaba y aún no sabía cómo se lo diría. No quería herirla, ya había sufrido demasiado en el último tiempo. Pero era una decisión ya tomada y no había vuelta atrás. Ya no me sentía en casa ni en mi propia casa. Ni siquiera bajaba a cenar en familia, ni tenía diálogo con mi padre. Me sentía fuera de lugar todo el tiempo que permanecía allí.

Trataba de ocupar mis horas en el trabajo y la facultad, cuando podía me quedaba a dormir en la casa de Valentín y solamente volvía cuando necesitaba cambiarme de ropa o buscar algún texto para la facultad. Si regresaba era muy tarde, cuando ya todos dormían y no tenía que fingir que éramos una familia feliz. Era insostenible vivir así. Necesitaba mi espacio, mi lugar, un nuevo hogar.

- Ma, ¿podemos hablar? - la voz comenzó a temblarme. Tomé asiento frente a ella en la mesa de la cocina mientras el silencio se apoderaba del ambiente. - No quiero que te pongas mal ni pienses que es tu culpa, es una decisión mía, que vengo meditando hace tiempo y necesito hacerlo - tragué saliva pero se sintió como arena - y para hacerlo bien necesito tu aprobación y que sepas que es lo mejor para mí y para todos - sentí mis mejillas humedecerse a la vez que comenzó a picarme la nariz producto del llanto - voy a estar bien, te lo prometo - mi madre había comenzado a llorar también - voy a mudarme con Caro al departamento de su tío que nos alquila barato - aclaré.

Finalmente solté la bomba que faltaba para detonar los pocos cimientos que mantenían unida a mi familia. Sin embargo, sentí una liberación, esa presión en el pecho que tenía hacía meses comenzó a disiparse, permitiéndome respirar con normalidad.

- Clari, mi vida - mamá se acercó hacia mí y acarició mi rostro, limpiando mis lágrimas - te amo hija y siempre lo voy a hacer - fue lo único que dijo antes de abrazarme con todas sus fuerzas.

Hundí mi nariz en su cabello, inspirando su perfume tan característico, ese que jamás cambió desde que tengo uso de razón y que me transmitía paz porque cada vez que lo olía significaba que ella estaba presente. Sentí sus manos frotando suavemente mi espalda, brindándome calor y el amor maternal que siempre me hacía sentir mejor. Sin dudas, lo que más extrañaría serían sus abrazos.

Megatriste la segunda parte perdón toi sensible.
Gracias por TODOS los comentarios y votos que van dejando, me alegra muchísimo el aguante que le dan a este fic. 💜

andrómeda | wos • valentín olivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora