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Me quedé inmóvil, ni siquiera podía soltar el aire contenido en mis pulmones. Mi corazón se detuvo por un momento y toda la sangre huyó de mi cuerpo. Valentín me miraba expectante. Recorría mi rostro pálido con sus ojos brillosos, más vivos que nunca.

- ¿Clari? - dijo acariciando mis mejillas, con preocupación.

Había dicho las palabras mágicas. Él primero. Tal vez estaba alucinando o era parte de un sueño. ¿Lo había escuchado bien? Esas palabras que rondaban en mi mente pero no me atreví a pronunciarlas. Él lo hizo. Las dijo, colapsando todo mi interior.

- Tambien te amo, Valen - solté con un hilo de voz.

Valentín suspiró aliviado y sonrió brevemente antes de acercar mi rostro hacia el suyo y unir nuestros labios.

[...]

- Nooo tiraste todo - dije riendo mientras el castaño se las ingeniaba para no prender fuego la cocina - dejame que te ayudo - ofrecí.

- No - Valentín interpuso su cuerpo para evitar que tomara la sartén donde estaba cocinando los panqueques, o bueno, intentándolo.

- Valen estás manchando todo, dejame a mí - insistí.

- Sh sh yo puedo, no me va a ganar esta cosa - señaló la mezcla como si fuese su peor rival.

Lo había visto batallar contra cientos de freestylers y jamás lo noté tan molesto y frustrado como con esa tarea culinaria. Levanté mis manos en son de paz y volví a cebar un mate a su lado, simplemente como expectadora del desastre que estaba haciendo el muchacho.

- Buenas - dijo Manuel, el hermano mayor de Valen - ¿qué estás...? - abrió los ojos sin terminar la frase al ver lo que estaba ocurriendo - uh no, primera vez que se queda en casa ¿y ya la querés intoxicar? - bromeó señalándome.

- Callate, tarado que me salen bien - rió Valentín sin quitar su atención de la mesada.

Manuel me miró divertido y musitó un 'no le creas' con sus labios pero sin emitir sonido para que su hermano no lo escuchara. Reí por lo bajo y continué tomando mate.

- ¿Querés uno? Recién los empezamos - dije señalando el termo.

- Si los hacés vos sí, Valen quema hasta el agua - movió su cabeza en dirección al menor quien le soltó una mirada asesina provocando que riéramos ambos, cosa que lo enojó más al ojiazul.

Pronto estábamos los tres sentados en el patio, comiendo los panqueques que había cocinado Valen, y realmente estaban riquísimos a pesar de que habia tirado la mitad de la preparación por toda la cocina.

Manuel me contaba anécdotas de Valentín de pequeño, haciendo que este se incomodara y soltara varios insultos o desmintiera los hechos y comenzara a narrar su propia versión de las cosas. Adoraba escucharlos a ambos, verlos relacionarse como hermanos y compañeros. Se notaba lo mucho que se querían, a pesar de las bromas y cargadas mutuas.

- Ahh buen día - dijo Tadeo estirándose mientras se acercaba a nosotros.

- Buen día dice, son las tres de la tarde, Depa - rió Valentín.

- Todavía es de día y yo no desayuné así que sigue siendo 'buen día' - sentenció tomando asiento a mi lado y agarrando un panqueque con dulce de leche que había preparado para comer después, no me quejé, podía hacerme otro.

- ¿Querés un mate? - le ofrecí después de chupar la bombilla haciendo ruido, significaba que ya había terminado mi turno.

- Depende, ¿qué hicieron anoche? - sonrió, malicioso - No quiero poner en mi boca nada que haya estado en contacto con tu pija - apuntó a Valentín y casi me quemo la mano con el agua del termo por mirarlo boquiabierta.

Manuel largó una carcajada mientras nosotros enrojecíamos de la vergüenza. Valentín reaccionó rápido, tomó su ojota y se la revoleó por encima de la pequeña mesa. Depa esquivó el objeto que apuntaba directo a su cabeza, provocando que chocara contra la pared detrás suyo.

- Haceme acordar que te recague a trompadas - dijo Valentín entre dientes y su hermano volvió a tirarse hacia atrás sobre su asiento, tocándose la panza de tanto reír.

Pese a todo, no podía evitar sentirme feliz y agradecida de poder estar en esa casa, junto a Valentín, siendo parte de su vida. Teniéndolo en mi vida. Era afortunada de poder compartir momentos como ese. De risas, mates, los comentarios de Depa, las anécdotas de Manuel, y la simple presencia de Valentín me alcanzaba para ser feliz. Era simplemente su compañía la que me alegraba. Cada momento junto a Valentín era mi favorito porque él era parte de ellos.

[...]

La vida tiene extrañas maneras de cambiar. Hay giros inesperados que cambian tu vida para siempre. Y uno no lo sabe hasta que no suceden. Si pudiera haberlo visto antes. Si tan solo hubiese durado un poco más esa sensación de bienestar.

Uno nunca está preparado para las vueltas inciertas del destino. Así como no estaba preparada para conocer a Valentín, ni que se meta en mi vida tan de prisa, tan profundamente hasta estar debajo de mi piel, hospedarse en un lugar de mi corazón, tampoco estuve jamás preparada para que todo lo que creía conocer y tener en mi vida se derrumbara tras cruzar la puerta de entrada de mi casa aquella misma noche.

Encendí la luz de la sala, era extraño que estuviese apagada, sin nadie a la vista. La casa en completo silencio. Llamé a mi madre un par de veces, revisando la cocina, a mi padre y a Santino mientras subía las escaleras. Apenas se escuchaba ruidos provenientes del cuarto de mi hermanito. Me acerqué a su puerta semi abierta y lo vi acostado en su cama, de espaldas, durmiendo.

Caminé hacia la habitación de mis padres. Todo me parecía extraño. Aún era temprano para que estén todos durmiendo. Ni siquiera era hora de cenar. Golpeé suavemente unas veces y no recibí respuesta, en cambio escuché un leve sonido, un sollozo. Era mi madre, sabía reconocer ese tono delicado.

Abrí lentamente la puerta preguntando si podía pasar. Estaba todo oscuro, frío, silencioso. Encendí la pequeña lámpara de su lado de la cama y la observé allí, recostada. Sus ojos y nariz rojos de tanto llorar. Las lágrimas mojando sus mejillas. Aferraba con fuerzas un pequeño papel arrugado entre sus dedos.

- Ma, mami, ¿qué...? - no sabía que pasaba, jamás había visto a mi madre en ese estado. Me arrodillé frente a ella y acaricié sus mejillas, observando sus enrojecidos ojos que alguna vez supieron brillar intensamente. - Ma, ¿qué pasó? - susurré con la voz entrecortsda.

- Tu papá se fue - afirmó con rabia y dolor en su voz y en su mirada.

- ¿Por qué? ¿Qué pasó? - no entendía absolutamente nada.

- Tiene otra mujer - volvió a soltar y rompió en llanto nuevamente. Dejándome perpleja, allí, de rodillas junto a ella.

Les dije que no me kbn los caps felices así que prepárense para el drama.

andrómeda | wos • valentín olivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora