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- Tu mamá me contó lo de Valentín - mi progenitor rompió el silencio aún con la mirada clavada en el suelo - Yo quería... - volteó para observarme por primera vez desde que entró en mi pieza - quería pedirte perdón - sus ojos estaban igual de brillosos que los míos - fui un idiota, lo sé, te fallé como padre y me fallé a mí mismo en muchos aspectos, ustedes son lo mejor que tengo, o tenía porque no sé si algún día me vas a perdonar pero quiero que sepas que de verdad lo siento, y espero que al menos me creas - volvió a bajar la mirada y una lágrima descendió por su mejilla izquierda

Noté que mi visión se ponía borrosa y mi nariz se humedecía. Mordí mi labio inferior intentando disimular que estaba temblando pero fue en vano.

- Tu mamá es la mejor mujer que conozco y que jamás voy a conocer, todavía no entiendo como me eligió, tal vez por eso puse en riesgo nuestra relación. A veces lastimamos a las personas que más amamos, porque es una forma de lastimarnos a nosotros mismos. Y te juro que jamás quise herirla, no pensé en las consecuencias, no supe... no supe cuidarla, les fallé a ustedes y me fallé a mí mismo - limpió su nariz con el puño de su sweater - estás en todo tu derecho de seguir enojada y no perdonarme, solo quiero que sepas esto para... que te sirva de ejemplo, ya sos grande, sos toda una mujer - rió observándome nuevamente - tu mamá te crió bien, te parecés a ella, tan terca cuando querés pero tan segura de lo que creés y pensás, luchando por tus ideales... eso nos asusta a los chicos - reí y puse los ojos en blanco mientras secaba mis mejillas - de verdad, Clarita... perdón - dijo serio

Suspiré y dejé escapar un sollozo. Los brazos de mi padre me rodearon acercándome a su pecho. Me derrumbé por completo. Solté toda la angustia acumulada en las últimas semanas, mojé su sweater con mis lágrimas pero a ninguno nos importó. Él continuaba haciendo círculos sobre mi espalda con sus manos y besando repetidas veces la parte superior de mi cabeza.

Me sentía pequeña de nuevo. Solía consolarme de la misma manera cuando mis compañeros del colegio me cargaban por usar anteojos y aparatos en los dientes. O cuando falleció nuestra primera mascota, un hamster que me había regalado Papá Noel cuando tenía ocho años. En los momentos más dolorosos de mi vida ahí estuvo mi padre, consolándome.

[...]


- ¿Y qué vas a hacer? - dijo Micaela arqueando una ceja mientras comía otro poco de helado, sentada en piso de la sala

- No sé - tiré mi cabeza hacia atrás y observé el techo blanco, pulcro de mi departamento

Mis amigas habían decidido animarme un poco con una noche de chicas, que consistía en mirar Sex and the City y comer comida chatarra.

- Para mí tenés que hablar con él personalmente, ahí se te van a ir todas las dudas - sugirió Carolina, la que más hacía fuerza para que me arreglara con Valentín

- O mandarlo a cagar y bloquearlo - dijo Micaela

- ¡Micaela! - gritó mi otra amiga y le revoleó un almohadón que impactó contra su cabeza

- ¿Qué? Boluda si hace eso una vez que sale solo imaginate cuando se vaya por ahí a 'batallar', se creen Brad Pitt por tener a un montón de pibitas atrás y son unos giles - agregó enterrando la cuchara en el pote de helado, con violencia

- Tiene razón - suspiré, resignada

Era algo que me daba vueltas en la cabeza desde mucho antes de que Valentín me engañara. Eso era exactamente lo que me quitaba el sueño por las noches. Lo que yo sentía como una traición por su parte, para él había sido una 'confusión'. Durante todo el tiempo que estuvimos juntos jamás sentí interés por nadie más, solo él. Y jamás se me cruzó por la cabeza estar con otra persona. Para mí, Valentín era el único con el que deseaba estar.

No estaba segura de que él sintiera lo mismo por mí. La inseguridad se había apoderado de mí. Me sentía insegura, insuficiente. Por algún motivo él había decidido estar con otra persona. Tal vez sin intención de lastimarme pero lo había hecho de todas formas.

- Clara, no le des bola - intervino Carolina - Escuchame, dale una oportunidad. No lo estoy defendiendo ni nada pero te conozco y como amiga es mi deber decirte las cosas que creo de verdad, y la verdad es que vos te cerrás y te alejás cuando tenés miedo y cuando te lastiman. Como con tu viejo, como con Valentín - sus palabras sonaban duras y serias - Los dos se merecen una charla en persona, al menos para tomar una decisión seria, adulta. No podés terminar todo así, por llamada ¿qué sos Joe Jonas con Taylor Swift? - dijo más distendida - De verdad te lo digo, no te cierres como siempre - me apuntó con su cuchara mientras fruncía el ceño

Sabía que mi amiga estaba en lo cierto. Era verdad todo lo que había dicho sobre mí, sobre mi forma de actuar. Me cerraba siempre que algo me dolía, huía de los problemas pero los problemas seguían ahí. Las dudas crecían y no me dejaban vivir en paz. Es que era mayor el miedo a saber la verdad. Una vez que uno tiene la certeza de algo ya no hay vuelta atrás.

Y mi mayor miedo era confirmar que lo mío con Valentín había acabado para siempre, o peor, que lo nuestro había sido un error y jamás debió existir.

Había llegado a la conclusión de que éramos muy diferentes. Siempre lo fuimos. Durante todos esos meses intenté omitir esos pensamientos, silenciar las voces en mi cabeza que me decían que lo nuestro no iba a funcionar, que terminaría tarde o temprano.

Lo que más me dolía era haberme encariñado tanto, amarlo. Quise intentar que funcionara, quise desafiar al destino. Pero la realidad era otra. No podía seguir negando lo que estaba pasando. Nuestras vidas eran distintas. Éramos dos especies de galaxias diferentes.

Gracias por todos los votos y comentarios.

No puedo creer que tantas personas se enganchen con algo que escribo.
Son lo más.

P.D.: Sigo emocionada por los 4 premios Gardel que se llevó el nene. 😭💜

andrómeda | wos • valentín olivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora