XIII

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Perséfone.

Todo es tan confuso, se siente como una pesadilla

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Todo es tan confuso, se siente como una pesadilla. Sus palabras aún suenan en mi mente como si de una proclamación se trataran.

Recobro la conciencia para darme cuenta que estoy en una enorme habitación, con ropas más abrigadoras. Espero y Hades no haya osado en ponerme un dedo encima mientras perdí la razón.

- Señorita Perséfone, por fin ha despertado ¿Cómo se siente? - Una amable mujer se acerca a mi al notar mi confusión

- Creo que me siento mejor, ¿Cuánto tiempo llevo aquí? - Su aspecto es diferente a las personas que conozco

- Una cuantas horas, mi señora - Su piel es más pálida y tiene una presencia diferente

- ¿Cuál es tu nombre? - Le doy una sonrisa, la chica me agrada

- Mi nombre es Gemina, creo que ahora soy su doncella - La criatura me muestra una sonrisa

- ¿Cómo terminaste en este lugar sirviendo al rey del inframundo? - Solo pensar en el me hace querer golpearlo una vez más

- Mi señora, sirvo a su majestad desde hace mucho tiempo. En vida serví a la diosa Hecate con toda mi devoción, y ella pidió al rey Hades que pudiera servir en su palacio - Es un alma buena que ahora sirve a un rey

Antes de poder pronunciar otra palabra, las puertas se abren dejando ver a Hades.

- Gemina, puedes retirarte - la doncella le brinda una reverencia y se va dejándome a solas junto a él

- ¿Qué estás haciendo en mis aposentos? - Es obvio que este lugar no es mío, pero ni siquiera deseo ver su rostro

- ¿Tus aposentos? - Una sonrisa cargada de superioridad sale de su rostro

- Habla o lárgate - Las ganas de asestarle un golpe no me faltan

Se acerca cada vez más a mi y solo puedo retroceder, sus ojos azules entran hasta lo más profundo de mi alma.

- Cena conmigo, solo quiero hablar - Ni siquiera tengo el valor de ver a los ojos a mi captor

- ¿Qué pasa si no quiero? ¿Vas a tirarme como un objeto más? - Su mano levanta mi rostro y verlo me hace flaquear

- Se que irás, se que somos más parecidos de lo que crees y no soy capaz de tomarte como un objeto - El rey del inframundo se va dejándome con las palabras en la boca

Su presencia me pone nerviosa, claro que me gustó desde la primera vez que lo vi en el Olimpo pero no creí que fuera a comportarse como los demás Olimpicos y simplemente me raptara.

El lugar no es tan malo como parece, esta habitación es enorme y llena de lujos. Algo pequeño si tomamos en cuenta que es el dios más acaudalado de todos.

Un armario lleno de preciosos vestidos, aún más grande del que tengo en casa. Preciosas joyas, y una enorme biblioteca le dan un poco de vida al gris de las paredes.

Mi nueva doncella aparece luego de un rato, supongo que para prepararme para mi cena con Hades.

- Mi señora ¿Ya escogió el vestido para la cena? - Gemina abre el gran armario dejando ver las finas telas

- Solo llámame Perséfone, no soy alguien importante ni nada por el estilo - Le brindo una sonrisa a la muchacha mientras prepara mi vestido

- Pero será la reina del inframundo, ese es un título importante - Gemina me observa con un toque de curiosidad en su mirada

- Supongo que sí, aunque no estoy segura no creo tener la fuerza suficiente para ser una reina - Al final de cuentas creo que solo soy una diversión para el rey

- Toda reina empieza siendo una criatura delicada, hecha de porcelana y se transforma hasta ser tan fuerte como el hierro - Porcelana, una gran palabra que me define

Ni siquiera se si deseo irme del inframundo, el reino mortal era mi prisión pero este reino también podría serlo.

Perséfone Donde viven las historias. Descúbrelo ahora