II

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Perséfone.

- Diosa de la primavera, ¡Ja! Me parece otra diosa menor de las flores - No puedo creer que sea hija de Deméter no tiene el poder -

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- Diosa de la primavera, ¡Ja! Me parece otra diosa menor de las flores - No puedo creer que sea hija de Deméter no tiene el poder -

Eso significa ser Perséfone, la sombra de la grandiosa Deméter quien todo lo puede. Mi madre siempre me ha amado al punto de sobre protegerme, soy una diosa que no conoce el Olimpo algo muy irónico.

Crecí en el reino mortal, rodeada de toda clase de criaturas siempre bajo el ojo vigilante de mi madre. Solía decirme que siempre sería recordada como Kore la doncella eterna, la que trae la primavera.

Las ninfas suelen decirme que la única vez que estuve en el Olimpo fue cuando recibí la bendición del padre de los dioses, Zeus y su esposa Hera.

Los mortales creen que soy hija de Zeus, en realidad mi madre me creó por si misma algo raro pero posible en los dioses. Siempre dice que nací con un precioso cabello pelirrojo, igual que ella pero cuando recibí mis poderes se tornó platino. Soy la diosa de la primavera que parece ser la diosa del frío. Piel blanca, cabello platino y ojos azules.

Y como detalle extra casi consagrada a los templos de Atenea, Artemisa y Hestia las diosas vírgenes.

No me molestaría en lo absoluto, son grandes diosas pero quiero tomar una decisión así de importante viniendo de mi y no de mi madre quien cada día se vuelve más paranoica respecto a mi.

Ares, Hefesto, Apolo todos intentaron ganar mi corazón y la aprobación de mi madre y la que terminó ganando ojos vigilandome todo el tiempo fui yo. Mi madre siempre habla sobre la infelicidad de Hera en su vida y matrimonio y como yo debía seguir el camino de una diosa consagrada.

No es el camino que deseo, pero las mujeres en mi posición deben tomar las ventajas que puede obtener.No soy una diosa de la guerra, inteligencia, amor o poder. Al final soy lo que siempre han dicho de mi: una diosa menor de las flores.

Consagrarme me alejaría de mi madre un buen tiempo, lograría mi deseada libertad, vivir y experimentar cosas nuevas. Podría cazar con Artemisa, aprender las artes de la guerra con Atenea, ver como Hestia lleva luz y calor a los hogares mortales, ver el Olimpo sin el sermón sobre pureza de mi madre.

Pero mientras espero mis 18 para largarme de este lugar, debo seguir atrapada en Nisa observando como las ninfas tiene más libertad que una diosa. Significativas ironías de mi vida.

Vivo en una tierra de dioses y monstruos y lo único que deseo es correr por el amanecer hasta llegar al paraíso. Quiero sentir la fascinante emoción pero la realidad es que estoy jodida y asustada, muy asustada.

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