XIV

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Hades.

Espero por Perséfone entre la oscuridad del enorme salón

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Espero por Perséfone entre la oscuridad del enorme salón. El sonido de las puertas abriéndose me sacan de mis pensamientos.

Ahí está, tan hermosa como ella misma puede serlo. Un vestido blanco sostenido por un aro de plata la hace ver mas radiante.

- Te ves encantadora, Perséfone. Tu cabello trenzado luce bien - La diosa me observa con un leve sonrojo en su rostro que intenta ocultar

- ¿Notaste las trenzas? - Me observa con una ceja levantada y una sonrisa socarrona

- Algunos mortales las ven como símbolo de victoria - los sirvientes sirven la cena y la diosa me observa

- Mi única victoria es ser raptada por el mayor de los tres hermanos - Su mirada desafiante me sigue por la habitación

- No te traje para que seas mi cautiva Perséfone, si quisiera retenerte para toda la eternidad ya lo había hecho

- Pues creo que ya estoy cautiva, no puedo irme caminando como si nada de este lugar - Perséfone bebe una copa de ambrosía de un solo trago

- Si quisiera te daría la comida que se produce en el inframundo y te obligaría a quedarte para siempre - La diosa me observa con sorpresa

- Entonces déjame volver a la tierra Hades

- Oh mi pequeña flor, tu y yo sabemos que no quieres regresar a la tierra. Tu madre te agobia y quieres huir de ella - La ambrosía sigue fluyendo en la copa de Perséfone mientras casi no prueba bocado

- No uses eso a tu favor Hades. No te atrevas

- ¿Vas a golpearme de nuevo? - No puedo evitar sonreír viendo las expresiones de la diosa

- Puedo hacer más que eso, puedo lastimarte de verdad

- Inténtalo, pequeña diosa - Perséfone se acerca hacía mi, vetas color rosa pálido salen de sus manos

No pienso moverme, se que sus poderes están tan débiles que no puede lastimarme.
Finas enredaderas se tejen en mis brazos hasta llegar a mi cuello.

Perséfone ejerce presión, pero no logra poder quitar el aire de mi cuerpo.

- Puedes hacerlo mejor Perséfone - Una sonrisa sale de mis labios haciendo enfurecer a la diosa

En otro intento mueve sus manos pero no logra sofocarme. En un ágil movimiento me deshago de sus amarres y tomo su mano acercandola a mi.

- ¿Qué me pasa? Ni siquiera puedo usar mis poderes - Una lágrima cae por la mejilla de la diosa, tan frágil como puede serlo

Tomo su rostro y la besó sin más.

Perséfone pone sus manos en mi pecho, más no intenta alejarme. Un fuerte olor a flores empieza a sentirse en todo el salón, me separo un poco de la diosa observando sus manos.

Vetas rojas se extiende por sus dedos mezclándose con su errática respiración. El suelo del salón lleno de rosas tan rojas como la sangre.

- Se mi reina Perséfone, mi esposa por la eternidad. Reiná el inframundo junto a mi

- ¿Por qué quieres que sea tu reina? ¿Por qué yo?

- ¿Es qué aún no lo has entendido? Solo tú puedes rezar por mi, quitarme el dolor y salvar mi alma

- No puedes amarme, sabes que no

- Perséfone, moriría por ti si fuera necesario, mataría por ti, derramará sangre por ti. Todos estos siglos he estado solo y no se como fue que te robaste mi corazón pero lo hiciste y ahora se me hace imposible dejarte

- El inframundo no va a ser mi hogar, no puedes hacer que una prisionera te ame - Con mi corazón en sus manos se va dejándome con el mismo amargo sentimiento a soledad

Perséfone Donde viven las historias. Descúbrelo ahora