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Vida y muerte.
La boda del dios de los muertos, el Olimpo entero susurra sobre ella. Nadie creería que la muerte es capaz de amar mucho menos a la vida.
Pero la bella diosa que va hacia su boda en un carro tirado por una yegua platina es la prueba de que la muerte ama a la vida.
Las ninfas tocan hermosas melodías y Perséfone arriba a un precioso templo rodeado de árboles de granada, el único fruto del inframundo.
Para su sorpresa el templo está lleno de dioses, olivo y laurel adornan el altar mientras la reina Hera lista para empezar la ceremonia, espera junto al novio.
Los votos, las promesas más importantes de dioses y hombres abren paso a una eternidad juntos.
- Yo Hera, diosa del matrimonio y reina se nos dioses estoy aquí para presenciar la unión de Hades, hijo de Cronos y Rea, dios de los muertos y rey del inframundo con Perséfone, hija de Deméter, diosa de la primavera - La reina Hera inicia la boda del inframundo, un acto que solo se ve una ves en la vida
- La muerte no ama, palabras que escuche toda mi vida y creía que eran ciertas hasta que te vi por primera vez. Tu Perséfone has traído color a mi vida de nuevo, y deseo que estés conmigo por la eternidad. Ahora tu eres mi reina y te seré fiel como un súbdito hasta el final de los tiempos - El delicado velo que cubre a Perséfone es retirado por Hades
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Viví creyendo que el amor jamás iba a llegar a mi vida, pero el Olimpo fue testigo del amor que surgió en sus jardines. Voy a vivir a tu lado como tú esposa y tu reina en los mejores y los peores tiempos en perpetua fidelidad. Porque junto a ti me siento joven y enamorada todo el tiempo y pelearía con todos los males alojados en el Tártaro por ti. Te amo Hades -
- Así por tanto con mi poder ¡los declaro marido y mujer! ¡Tengan un matrimonio bendecido y estén juntos por la eternidad! - La ceremonia se sella con un beso, las olas de poder vibran por el salón mientras la vida y la muerte se mezclan en uno mismo
Los aplausos y gritos Olimpicos no se hacen esperar. La fiesta inicia, la pareja baila y ríe la ambrosía y el vino fluyen por todo el banquete mientras las ninfas tocan bellas baladas.
Todo mientras en la tierra una madre se rehúsa a creer que su hija abandona el lecho materno sin su aprobación. Ajeno a los Olimpicos, Deméter seca la tierra poco a poco y solo tres dioses lo saben: Zeus, Hera y Hermes.
Pero lo que no sabes, no te mata mucho menos si eres un inmortal con icor fluyendo por tus venas. Los problemas del reino mortal pueden esperar.
La fiesta dura hasta el amanecer llena de risas con algunos ebrios y la pareja se despide de sus invitados, dejando el último paso del ritual.
El tálamo.
El lecho nupcial donde el matrimonio se consume y se hace oficial. El nombre Kore no era en vano, Perséfone ni siquiera había besado a alguien en su vida antes de conocer a Hades.
Su tálamo es especialmente lindo, las sábanas más finas de todo el universo cubren la mullida cama. Delicados pétalos esparcidos por la habitación y el aroma florar inunda el ambiente.
Su ahora esposo jamás le había parecido tan alto e imponente como en el preciso momento en que se acerca a ella.
El rey del inframundo jamás se había sorprendido, jamás se había quedado sin palabras hasta el momento que vio la desnudez de su esposa, como un depredador que ataca a su presa se abalanza para atacar cada trazo de su piel.
Una mezcla de dolor y placer inunda a la diosa, sintiéndose florecer en los brazos de Hades.
Entre gemidos y jadeos una nueva versión de los dioses se construye, mientras sellan su destino sin importar nada más que ellos dos.