Algún día tenía que pasar.

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*Narra Jace*

-Ginebra... Lo que has dicho antes... De no rendirse mientras estes a tiempo de hacer algo grande... ¿Estoy a tiempo?.- Pregunta Scott.
Nononono di que no.  Vale, puede que sea egoísta pensar eso pero en mi opinión, si él se merece otra oportunidad yo también.

-Sí, aun estás a tiempo. Los dos.- Dice Ginebra finalmente.

Alzo el puño mientras exclamo un "TOMAA" silencioso con una sonrisa en la cara y me vuelvo para mirar la cara de Scott, que se alegra, pero no tanto. La coje de las manos, las enrosca mientras Ginebra gira sobre sí misma, quedando de tal forma que ella está de espaldas a él con sus manos cruzadas.

Scott le susurra algo en el oido a Ginebra que parece hacerle gracia. Ella le responde con un asentimiento de cabeza y empiezan a caminar por el pasillo hacia la habitación de Scott sin cambiar la posición inicial, por lo que no consiguen verme y mientras andan parecen un pingüino. Cuando la puerta se cierra y empiezo a oir música me temo lo peor, por lo que cojo a Estela con la intención de fastidiarles el plan. Voy de puntillas hasta la habitación mientras Estela me chupa una mano. Abro la puerta silenciosamente y me encuentro algo totalmente inesperado a lo que imaginaba. La música que oia, era Scott tocándo la guitarra y Ginebra está sentada en su silla con las piernas recojidas y una sonrisa dibujada en la cara que nunca antes la había visto, fue como ver un ángel.

Cierro la puerta nuevamente mientras me dejo caer en el suelo y me pego las piernas al pecho sin parar de preguntarme que habría hecho si no me hubiera encontrado con eso, si hubiera hecho lo que pensaba hacer.

Me quedo reflexionando unos segundos. Hasta que ya se que hacer.  Me levanto de un salto y cuando estoy saliendo por la puerta, echo una mirada hacia atrás y observo a Estela sentada en el suelo, cierro la puerta.

~~~~~~~~~~~~~~

Seis semanas después.

Todo iba perfectamente como ruedas. La vida por fin me estaba sonriendo y yo le sonreia a ella. En el instituto me iba bien, las clases se me hacían lo más amenas posibles y mis notas no habían variado mucho, todo aprobado con una nota normal. En casa, Jace se comportaba de forma agradable conmigo y más de una vez háblabamos de nuestros sentimientos, no solo amorosos si no también de como Jace iba afrontando su situación familiar. Me contó que solía tener pesadillas, que sobretodo era lo que peor llevaba, pero no me quiso contar de que trataban, simplemente que se repetían una y otra vez.

Todo iba perfectamente excepto por una cosa, o más bien, una persona. Scott se había estado distanciando cada vez más, cuando nos cruzábamos por los pasillos apenas me miraba. Pero se había distanciado en el sentido de que más que gustarnos, nos queríamos como amigos. ¡Dios bendiga la friendzone! Pienso irónicamente.

-Deberías de hablar con él.- Dice Matt, mientras hablamos por videoconferencia.

-Estoy de acuerdo con Mateo.- Agrega Jace, que está sentado a mi lado con las piernas cruzadas. Los dos ven que sigo dudando.

-Es Matt. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

-¿Pero Matt no viene de Mateo? Pensaba que sí.-Dice Jace mientras mira pensativo a sus calcetines con estampado de vaca.- Lo peor que podría pasar es que él la gritara "ESTÁS INVADIENDO MI ESPACIO COMO UNOS EXTRATERRESTRES".

Matt y yo nos miramos con el ceño fruncido.

-¿No lo pillais? Extraterrestres. Espacio. Los estraterrestres viven en el espacio. Venga ya, es buenísimo.

-Ya... Lo que tu digas. El caso esque igual él piensa que lo mejor es no decir nada y que lo entienda por mi misma.- Pienso.

-Tss, ni siquiera yo hubiera hecho eso. Aquí se va a lo que se va.- Dice Jace.

-Opino igual que Jorge, en cierto sentido.

-¿Estais haciendo esto aposta? Lo de los nombres, digo.- Pregunto. Si esto es una broma, no es el momento más adecuado.

-Sí.- Exclama Matt al mismo tiempo que Jace dice que no.

-Vale, pues pararlo. ¿Debería llamarle?

-¡Qué dices! Tienes que decírselo en persona.- Dice Jace.

-¿Por qué?.- Preguntamos Matt y yo a la vez.

-Porque así tengo la casa para mí solo y puedo comer el helado a mi manera sin que la critiques.

-Jace, cariño, comer el helado calentándole en el microondas y beberlo no es una forma de comer helado. Además es repulsivo.

-Que asco, tío.-Agrega Matt.

-Decírselo a la franquicia que me ha copiado la idea. Panda de idiotas.-Dice él, mientras ignoramos su último comentario.

-Hola.- Me saluda Scott alzando un poco la mano.

-¿Qué tal?

-Bastante bien. ¿De qué querías hablarme?

Vamos caminando por el parque, como aquella vez que iba corriendo y me sonprendió dándome un susto. Hablamos de nuestros gustos y luego me invitó a comer a su casa. Y como pensé en ese momento, como cambia todo de un día para otro.

-Yo también estoy bien, gracias por preguntar. Verás... Me preguntaba si... Te parecería bien quee... hablaramos sobre nosotros.

-Sí, claro. ¿Qué está mal?

-Ultimamente, te noto bastante distante. Pero como si me quisieras como amiga.

- Y así es.

Juro que mi corazón deja de latir por unos segundos. ¿Se acabó? ¿No más Gott? ¿Cómo nos llamaban en el instituto?

-Ah, ¿podría saber el motivo?

Una sonrisa tímida aparece en su rostro para quedarse, mirándome con esos ojos que me hipnotizan.

-Siempre te quise como amiga porque antes de sentir lo que siento hay que pasar por una amistad ¿me equivoco? Yo no soy de esos que antes de salir con una chica no se han molestado primero en presentarse, esperar a que te coja cariño y en sus días más tristes tenga su confianza ganada para contarme lo que la pasa. Si no haces todo eso, no se que tipo de novio pensarás ser.

-Eso es muy bonito pero... ¿Sientes lo mismo por mi que al principio?

-No estoy seguro.- Dice mientras se encoje de hombros.- ¿Y tú?

-Tampoco lo estoy.- Digo mirando al suelo.

Sus brazos me rodean y yo quedo entre ellos mientras me susurra al oido lo mucho que lo siente, lo perfecta que soy y lo poco que me merece por esto. Las lágrimas empiezan a deslizarse como pequeños cuchillos que intentan cortar mis mejillas. Él me da besos en la cabeza y me dice que todo está bien, que nunca ha querido a nadie como me quiso a mí ni lo volverá ha hacer.

Pero no está bien, porque ahora viene la peor parte. El desamor.

The long way homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora