Capítulo 18

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Después de estar todo el día en las calles de Nueva York con el mejor guía turístico que pueda tener, volvemos al hotel.

Matthew insiste en que volvamos a salir a cenar a algún restaurante pero me niego rotundamente a hacerlo porque no quiero que siga gastando más dinero en mí. Resignado pide la cena a la habitación. Después de cenar salimos a la terraza a tomarnos una copa de vino mientras charlamos sentados en los sofás que hay allí. Tengo las piernas cómodamente descansando sobre las de él.

—Sam, ¿has tenido novio?

— ¿Hay algo que te hace pensar que no? —digo divertida, mientras me llevo la copa de vino a los labios pero sin dejar de mirarlo.

—No, solo que no me has hablado de eso.

—Tú a mí tampoco.

—Realmente eres mi segunda novia porque antes de irme a Escocia nunca tuve nada serio con ninguna chica. Era el típico chico que no quería estar con nadie pero estaba con todas.

—O sea que no tuviste nada serio pero te acostabas con cualquiera que se te cruzara —digo con el ceño fruncido.

—Tampoco así —ríe—, pero sí estuve con muchas chicas sin tener nada serio. ¿Como eras tú? —pregunta curioso.

Era solitaria y parecía un muerto viviente pero no pienso contarle lo asquerosa que fue mi vida antes de irme a Los Angeles, así que voy directo a contarle sobre mi primer novio.

—Tuve un novio cuando apenas tenía unos meses en Los Angeles pero no duró demasiado, ambos seguíamos siendo muy inmaduros y desde entonces no he tenido a nadie.

—Así que técnicamente soy tu segundo novio —asiento—. ¿Y no has estado con nadie solo para un rato?

— ¡No! —me río—, no soy ese tipo de chica.

Me coge de la cintura para acercarme a él.

—Me gusta que no seas ese tipo de chica —susurra sobre mis labios.

Roza nuestras narices en un gesto tierno antes de empezar a dejar pequeños y suaves besos sobre mis labios. Cierro los ojos disfrutando de sus caricias. Siento como su mano coge la copa de vino que tengo en la mano y me la quita dejándola sobre la mesa, bueno, es lo que creo porque sigo con los ojos cerrados.

Sus besos bajan por mi barbilla y mi mandíbula hasta llegar al espacio donde se une con mi cuello. Mi respiración se acelera levemente al sentir sus besos bajar por mi cuello. Mi piel se eriza pero no porque haya frío, sino por lo que sus besos me hacen sentir.

Sube de nuevo sus labios a los míos y ésta vez sí los besa de verdad, aprovechando que mis labios están levemente abiertos. Le devuelvo el beso con la misma intensidad.

Tener sus labios sobre los míos me hace sentir tan bien. Me hace sentir tantas cosas que nunca había sentido, ni siquiera cuando tuve ese novio cuando recién llegué a Los Angeles que fue el primero con el que experimenté y descubrí cosas que no sabía que se podían hacer.

Coloco mi mano en su nuca y abro más los labios intensificando el beso, haciendo que nuestas lenguas se encuentren y se toquen entre ellas.

No sé como termino sobre su regazo pero estoy sobre él. Sus brazos envuelven mi cintura pegando nuestros torsos, tanto así, que no lograría pasar ni una pizca de aire entre nosotros.

Surgir (libro I) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora