Capítulo 21

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No sé cuanto tiempo estoy tirada en el suelo y tampoco sé en qué momento me levanto de él y camino hasta el baño. No sé en qué momento me ducho, ni cuanto tiempo estoy bajo el agua fregando la piel de mi cuerpo con fuerza intentando hacer desaparecer cada uno de los asquerosos recuerdos que han invadido mi mente. No sé como salgo de la ducha y camino hasta mi habitación, tirándome sobre la cama sin siquiera ponerme algo de ropa y secar mi cuerpo. Me enrollo en la cama cubriéndome con las sábanas que hay en ella intentando hacer desaparecer el mundo o por lo menos mi mundo.

En algún momento me quedo dormida pero de nada sirve porque me despierto por las pesadillas que me atormentan cada noche y que son por culpa del hombre que acaba de aparecer en mi vida de nuevo, tambaleando todo lo que había en ella.

En algún momento de la mañana escucho sonar la alarma, esa alarma que me avisa que tengo que levantarme de la cama e ir a la universidad. Dejo que suene hasta que simplemente deja de hacerlo.

Estoy como en un estado de shock o no sé como realmente se le puede llamar, quizás pánico. No puedo —quiero— moverme de la cama, no puedo —quiero— salir de ella, solo quiero estar aquí acostada, deseando desaparecer o simplemente haber tenido otra vida.

Los pensamientos que tenía hace cuatro años cuando todavía no podía salir de esa casa, vuelven. Esos pensamientos que solo haber recibido la beca para venir a estudiar a Los Angeles me salvó la vida, literal, porque en ese entonces sólo pensaba en desaparecer de éste mundo. Total, a nadie le hubiese hecho falta.

Venir a Los Angeles me cambió la vida, intenté hacer desaparecer esa parte de mi vida aún sabiendo que era casi imposible, y ahora, cuando estoy bien conmigo misma y feliz con las personas que me rodean, aparece él para hacerme caer de nuevo en ese hoyo del que salí a penas.

No quiero sentirme así, no quiero volver a atrás, sólo quiero seguir con mi vida como hasta ahora lo he hecho pero no puedo, en lo único en lo que puedo pensar es en desaparecer y me da rabia que él tenga ese poder sobre mí; poder de hacer que lo bonito que hay en mi vida desaparezca de un segundo a otro.

No sé en que momento del día me levanto de la cama y camino de manera automática hasta el baño.

El celular sonó y sonó por mucho tiempo durante algún momento de la mañana, hasta que supongo que se apagó e hizo que el apartamento entero se sumiera en un silencio profundo pero sólo el apartamento, porque en mi cabeza lo menos que hay es eso, silencio.

En el espejo del baño veo mi cuerpo desnudo reflejado y no puedo mirarlo sin que no me dé asco. Sé que no tuve la culpa de todo lo que me sucedió hace años pero simplemente no puedo dejar de tenerme asco en éste momento. Mi mente no deja de gritar que debo hacer algo para que los recuerdos no me destruyan como están intentando hacer.

Automáticamente agarro la hojilla con la que me afeito y la miro fijamente mientras le doy la vuelta.

«Sólo tienes que hacerlo y todo desaparecerá, estarás tranquila y en paz, sin ningún recuerdo que te atormente»

No hay otra cosa que pueda escuchar, es lo único que suena en mi mente y se repite cada vez con más frecuencia. Quiero hacerlo pero en el fondo tengo miedo, miedo a no volver a ver Matthew, a Cassandra, a Grace y a Leonard; ellos se han vuelto tan importantes para mí, que me da miedo no volver a verlos.

No sé cuanto tiempo estoy peleando conmigo misma entre hacerlo o no, cuando escucho sonar el timbre del apartamento, haciendo que pegue un brinco del susto y que mi corazón se acelere sintiendo como reacciona por fin, como si hubiese dejado de latir desde ayer.

—Samantha, ¿estás ahí? —escucho la voz de Matthew afuera del apartamento, para luego escuchar unos golpes en la puerta que me parecen desesperados—. Samantha, estoy preocupado por ti. Nadie sabe nada de ti desde ayer —vuelve a tocar el timbre seguido de golpes en la puerta de nuevo.

Surgir (libro I) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora