XLII.- El Templo De Dios, Primera Parte

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Francisco y su grupo habían aprovechado la distracción que Lucemon les había dado para alejarse finalmente del lugar, ya cuando la noche se hizo presente optaron por detenerse y descansar, formando una fogata y sentándose en círculos alrededor de ella, oportunidad que Andrew tomo para intentar saciar su libido.

 – Vamos preciosa, nos divertiremos los dos – le decía mientras se inclinaba sobre Camile y acariciaba su pierna.

Para la suerte de la chica, Ana Carmen se acercó a ellos y tomando la mano del peliblanco que estaba en la pierna de Camile procedió a torcerla con fuerza, generando que el Andrew soltara un grito de dolor y mirara a la chica con molestia.

 – ¡¿Qué rayos te pasa?! – le grito mientras se zafaba de su agarre.
 – Déjala en paz – Ana Carmen le advirtió sin dejarse intimidar.
 – ¿Qué? ¿acaso estas celosa? – le preguntaba mientras su rostro olvidaba su molestia y pasaba a dominar esa sonrisa pervertida – ¿quieres que me preocupe por ti? –
 – Ni siquiera lo pienses Andrew –

Ivalu tomo la mano de su amiga y la alejo del sujeto, y la mantuvo a su lado, en caso de que Andrew volviera acosarla ella podría ayudarla mejor y defenderla.

 – Basta chicos, no es necesario – Francisco les decía a los dos que estaban a punto de pelear.

Ana Carmen y Andrew compartieron una rápida mirada de desafío y cada uno decidió volver hacia donde se encontraban, el peliblanco al voltear y notar que la Camile no se estaba en su lugar, quiso acercarse a ella nuevamente, pero fue detenido cuando sintió la mano de Hyun-Woo que lo hacia sentarse al lado de él. Al parecer el chico había sido enviado por Francisco para controlar a Andrew.

 – Em… Francisco – Alonzo quiso hablar, pero no sabía cómo iniciar – gracias – mencionaba refiriéndose a su rescate.
 – No te preocupes – el líder del grupo le contesto con una sonrisa.
 – No hubiese sido necesario si hubieses escapado o acabado con esos bastardos – José Luis le recriminaba molesto a su compañero.
 – Por favor, la única razón por la que saliste de allí, fue porque Ana Carmen salió a tu rescate –
 – ¡¿Qué dijiste?! – el chico de lente alzo su voz y se puso de pie realmente enojado.
 – ¡Eso! que te haces el duro, pero estabas en una situación peor que yo – el peliazul le replico y aclaro sabiendo que eso molestaría aún más a José Luis.
 – ¡Tu…! – José Luis estaba por explotar a la vez que se dirigía contra Alonzo.
 – Basta otra vez – la voz de Francisco se hizo notar aún más claro.

El chico de lente detuvo su andar al instante y giro su mirada hacia Francisco, el cual lo veía fijamente con un rostro impasible, girando una vez más sus ojos hacia Alonzo procedió a señalarlo con su dedo y luego retirarse hacia su lugar.

Ivalu que hasta ese momento había quedado sentada en silencio observando todo, no pudo evitar sorprenderse al ver como ese grupo se llevaba tan mal, incluso si no era por las constantes intervenciones de Franciscos, posiblemente ya se habrían asesinado mutuamente sin ningún tipo de remordimiento.

 – Ey Francisco – hablaba finalmente Mihaela cuando la situación se había calmado.
 – ¿Qué sucede? – el mencionado le preguntaba mientras se preocupaba que la fogata no se apagara.
 – ¿Fue una buena idea irnos de allí? – la chica le preguntaba de frente.
 – Si, ya no teníamos nada que hacer, después de todo, nos fue imposible entrar en el templo – respondía mientras aclaraba la idea.
 – ¿Por qué ese templo es tan importante? – Ivalu pregunto repentinamente, ganándose la mirada de molestia de Mihaela, pero la chica no le dio demasiada importancia al respecto.
 – Es un lugar importante porque en el podremos conseguir un método para volver a casa – le respondía el chico con total calma.

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