XLVII.- Responsabilidad, Segunda Parte

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Daniel miro fijamente a Okuwamon, quien no mostraba indicio de haber terminado su arremetida, lentamente se acercaba al chico que ahora se encontraba de rodillas, sumido en un profundo cansancio, al mismo tiempo, los dos Kuwagamon que lo acompañaban se acercaron a los cuerpos inconsciente de Agumon y Gabumon para asegurarse que estos no volvieran a interferir.

 – Humano… – hablo repentinamente el Digimon insecto gris a Daniel – entiende que esto no es personal, pero tu error fue atravesar por mi territorio –

El chico por su parte no podía hacer nada, las pocas fuerzas mentales que le quedaban las usaba con la finalidad de regularizar su aliento. La diferencia de altura entre los dos era evidente, actualmente Daniel tenía todas las de perder.

Solo un milagro podía salvarlo, situación que nunca llegaría, Daniel rindiéndose finalmente solo agacho su cabeza, cerrando sus ojos, sus recuerdos lo llevaron al pasado, recordando de forma inmediata a sus padres y sus dos hermanos pequeños, lamentándose profundamente el ser incapaz de volver a verlos, además, de una forma extraña el ultimo recuerdo que atravesó su cabeza fue el de Isis, sobre todo, aquel relacionado con aquella conversación que tuvieron afuera de la cueva.

La enorme garra de Okuwamon tomaba al joven separándolo del suelo, al tiempo, que los dos Kuwagamon hacían lo mismo con los Digimon acompañantes de este.

De pronto, un nuevo Digimon hacia aparición en el lugar. El ser era enorme, casi tan alto como el propio Okuwamon, su apariencia era similar a un oso de peluche de color amarillo con un enorme parche en donde debería ir su ombligo, pero su apariencia gentil era contrastada por sus ojos de un color rojo profundo. El Digimon insecto gris noto de inmediato su presencia en el lugar.

 – Estas muy lejos de tu hogar Monzeamon – Okuwamon lo saludaría de forma fría, ya que su presencia no le era grata.
 – Tuve el presentimiento que algo malo estaba sucediendo – respondería el Digimon marioneta viendo la mano de su contrario y luego a los dos Kuwagamon detrás de él – y veo que no me equivoque –
 – Invasores se infiltraron en mi territorio, sabes bien que eso es intolerable – este le menciono de forma rápida ya que no quería explicarle todo lo sucedido.
 – Entiendo –

A pesar del reinicio, hubo muchos Digimon que lograron subir de etapa de forma rápida, siendo Monzeamon y Okuwamon el claro ejemplo de ellos, incluso los ya mencionados tenían sus territorios de forma colindante, por ello, era común que se encontraran y tuvieran de vez en cuando enfrentamientos por los límites del lugar.

 – ¿Invadieron tu territorio? – Monzeamon preguntaba como si esa parte de la historia no le hubiese quedado clara.
 – Eso fue lo que dije – Okuwamon le respondió estando un poco molesto por repetirlo.
 – Me parece raro – el Digimon marioneta hablaba enseguida mirando hacia los costados.
 – ¿A que te refieres? – el contrario le pregunto alzando las alas, confirmando que no tenía tiempo para estar jugando o conversaciones sin sentido.
 – Según recuerdo, tu territorio terminaba entre aquellas dos rocas – Monzeamon mencionaba mientras apuntaba un lugar detrás de los tres Digimon delante de él.

Okuwamon voltearía brevemente hacia atrás, para poder notar aquellas rocas que su vecino territorial le acababa de indicar, al verlas, este recordó de forma inmediata todo lo relacionado.

La última vez que ellos dos se habían enfrentado, el ganador había sido Monzeamon quien determino la frontera de ambos territorios, así que bajo esa premisa Daniel y sus acompañantes no estaban en el terreno gobernado por Okuwamon sino más bien, este mismo había invadido el territorio del Digimon marioneta.

Sin saber que decir Okuwamon volvió su cabeza al frente para ver cómo es que Monzeamon había aprovechado la oportunidad para acercarse a él, quedando demasiado cerca del Digimon insecto gris.

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