Episodio 38: Didier O'brian

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Narra Felix

Nadie, además de Adrien, sabía sobre mi ausencia la noche anterior; y este parecía no tomarle mucha importancia. Lo cual me daba más libertad de hacer lo que quisiera.

Esta tarde debía visitar a Didier al hospital. Lo haría como Black Cat y me infiltraría en su habitación. Debo descartar que realmente haya sido un suicidio.

Hoy me levanté algo tarde, pude dormir apenas unas horas. No me esperaba ver a una azabache en la puerta, discutiendo con Adrien. ¿Problemas de pareja? No debería interesarme. Aunque me interesa un poco, será mejor simplemente ignorarlos.

No es nada bonito aquel pinchazo en el corazón; él anhelo de algo que no iba a ser mío. Con tan sólo verla, tenía ganas de tomar su mano, abrazarla y no dejarla correr a los brazos de mi primo. Pero no estaba bien, ella debía ser feliz; sea con él o con quien fuera. Sólo debí quitarme de su camino. Comienzó a pensar que debería quitarme del camino de todos

Marinette: ¡Felix! - Diablos, me quedé demasiado tiempo en la escalera, mirándola. Fue inevitable no perderme en ella ¿Cómo Adrien no pudo darse cuenta antes lo hermosa que es? Bueno, tarde o temprano, lo logró.

Ambos se voltearon a verme. Les dediqué la mirada más indiferente que pude fingir, aunque muriera de ganas de separarlos.

Marinette: Vine... a ver cómo estabas - Ví que en su tierno rostro se formaba un leve sonrojo acompañado de una hermosa sonrisa.

La mirada un poco apenada y al mismo tiempo, algo rencorosa de mi primo se cruzó con la mía; no puedo fruncir el ceño a recordar al recordar la dicho la noche anterior. ¿Cómo se había atrevido a decirme tales cosas? Reprocharme la muerte de mis padres como si hubiera sido mi intención. La rabia sigue carcomiendo mis entrañas pero lo único que puedo hacer es mirarlo con desprecio.

Adrien: M-Marinette vino a visitarte ¿Por qué no la recibes? - Comentó algo incómodo, desviando la mirada.

Felix: - Bajé las escaleras, encaminandome a ellos, estando más cerca de la puerta. - ¿Por qué no lo haces tú? - Me voltee solo unos instante para decir esas palabras como si fueran veneno saliendo de mi boca, quemando mi garganta por querer salir. Aunque no quisiera decirlo, fue algo inevitable.

Tomé entre mi mano el pomo de la puerta y salí sin voltear a verlos. Cruce la puerta que me dirigía a fuera de los terrenos de la mansión y cuando llegue a la acera, Marinette me alcanzó corriendo.

Marinette: ¡Espera! - Llegó velozmente. - ¿Qué fue eso? ¿Qué...?

Felix: Marinette... Sólo alejate. - La miré parada a un lado de mi; como sus ojos color zafiro me miraban con tristeza y confusión. ¿Qué era lo que no quedaba claro? Obviamente sólo me ví como un idiota creyendo que podría tal vez algún día... No sirve de nada pensarlo.

Marinette: ¿E-Es lo que dije? ¡¿Es eso?! - Me tomó del brazo para evitar que me fuera. El simple toque hizo que mi cuerpo se electrificara, y un inexplicable dolor apareció en todo mi brazo; proveniente como siempre, del maldito anillo.

Aquello extraño que sólo ella podía provocar. Algo agradable y único, y un gran dolor en todo mi cuerpo. No solo era físico, podía sentir como cada frase de ella podía hacer que mi corazón volviera a latir con esperanza, pero al mismo tiempo me hacía caer más bajo en ese vacío interno. No lo entiendo, no creo poder entenderlo... Es algo que sólo ella puede provocar en mi. El infierno y el paraíso en mi interior, el blanco y el negro.

Narradora

Felix: No es tu culpa... Pero a pesar de todo, no soy capaz de herir a mi primo.

Marinette: ¿Herir a Adrien? ¿C-Cómo? No lo entiendo... - A pesar de no estar llorando, sentía una bola en su garganta impidiéndole hablar con normalidad. Cortando su voz, como aquellas palabras que el rubio le decía cortaban su corazón.

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