CAPÍTULO 6

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«La verdad siempre encuentra su camino.»

MÍA

El viaje se me hace eterno. Llamo a mi padre y le cuento lo que ha pasado, le digo que pasaré unos días en la finca con Joaquín. No le agrada la idea, pero le aseguro que estaré bien.

Tuve demasiado tiempo para pensar. Siempre he imaginado que Joaquín tiene problemas con nuestra relación, que tal vez está dándose cuenta de que lo nuestro no tiene futuro o que no me quiere tanto como esperaba. Me preocupa que no quiera lastimarme y que esté considerando a otra mujer. Cualquier cosa, pero nunca imaginé que podría ser algo peligroso.

"ASESINOS, VAMOS POR USTEDES". Eso decían los panfletos esparcidos por todo el jardín de su casa. Las personas que hicieron esto no tenían la más mínima preocupación por si alguien salía lastimado. Querían causar el mayor daño posible y Joaquín está en medio de todo.

Me molesta que no confíe en mí para contarme lo que está pasando. No es que yo pueda solucionar la situación, pero al menos podría darle ánimos, decirle que todo va a estar bien, estar ahí para él. Durante este momento de reflexión, me doy cuenta de que Joaquín realmente nunca me ha contado algo malo que le haya pasado en su vida. Jamás ha abierto su corazón por completo para mí.

Por fin llegamos a la finca La Esperanza, un refugio aislado y seguro donde espero que podamos encontrar un poco de paz después de la noche infernal que acabamos de vivir. El aire fresco y el silencio de la naturaleza contrastan con la tensión que hemos dejado atrás. Joaquín aparca en la entrada de la finca, y yo fijo la vista en la casa, evitando su mirada. Suspiro y salgo del carro mientras su madre y sus hermanas se bajan. Joaquín intenta entablar conversación conmigo, pero sigo sin mirarlo; la tensión entre nosotros es palpable.

—Vamos adentro —dice con un tono suave, intentando no añadir más tensión a la situación.

Durante el viaje, se me entumecieron las piernas y la batería de la prótesis se descargó. Aun así, no dije una sola palabra. El vestido que tenía todavía puesto no ayudaba mucho a mi comodidad; quería rasgarlo y quitármelo por completo. La verdad no tenía intención de pedirle ayuda a Joaquín y decirle que detuviera el carro a esa hora de la madrugada para estirar las piernas. Por fortuna, siempre guardo el cargador en mi bolso.

—Mía, por favor, baja del coche. Necesitamos hablar —me dice, su voz firme pero suplicante.

Asiento lentamente e intento bajar del carro, pero el calambre en la pierna me hace quejar.

—¿Estás bien?

—Es un calambre y se descargó la prótesis.

Él respira profundo, claramente molesto porque no le pido ayuda o no le cuento cuando no me encuentro bien; sin embargo, se agacha y me carga con facilidad, llevándome hacia la casa. En el trayecto, apoyo mi barbilla en su hombro y veo el paisaje que tenemos detrás, todo es verde, fresco y lleno de vida.

La casa es encantadora, de dos pisos, con una fachada de piedra en tonos marrones y rojos. Está rodeada de flores de orquídeas, azaleas y rosas. Los arbustos verdes delinean los senderos de piedra, ofreciendo un escape perfecto en medio de la naturaleza. Una finca digna de la sabana de Bogotá, un lugar perfecto para vivir.

Quería abrazarlo fuerte, pegar mi nariz a su cuello y oler su perfume. Joaquín me deja en un sofá amplio en la sala y luego regresa con una manta. Hace mucho frío, tanto que lo siento hasta en los huesos.

—Estás helada, por lo menos la chimenea ya está encendida. Quítate la prótesis, la voy a poner a cargar —me dice, cubriéndome con la manta y se va nuevamente, dándome espacio.

Una Parte De Ti © Borrador COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora