CAPÍTULO 36

5 1 0
                                    

«En el amor, tener la razón no siempre importa; lo que realmente cuenta es tener el corazón en el lugar correcto»


JOAQUÍN

Mía se había rehusado a que pasara por ella para ir a la agencia de publicidad, era la misma que se encargaba de todas las campañas en la cosmética, así que teníamos confianza después de años de trabajar juntos.

Cuando llego a la agencia, se notaba que seguía molesta conmigo. Todo estaba mal y hoy era el día para aclarar todo este enredo. Después de eso la decisión estaba en sus manos.

Llega nuevamente con su uniforme de medicina, pero sin el morral de trescientas toneladas. El cabello le cae sobre los hombros y se nota más descansada.

—Te ves bien —la elogio apenas la recibo. La saludo con un beso en la mejilla que no corresponde y la guío con la mano hasta la entrada de la agencia.

Era momento de usar la carta maestra.

—¡Mía, querida! ¡Pero qué divina estás! —la saluda Ferd.

La cara de Mía se ilumina apenas lo ve. Ferd es un experto en pasarela y modelaje y ha trabajado con nuestra marca desde siempre.

Le da un abrazo efusivo y Mía le responde con entusiasmo.

—Querida, qué felicidad verte. Estoy tan orgulloso de ti. ¡Ah!

—Hola, Ferd. Tiempo sin verte.

—¿Cómo has estado? ¡Ah, pero qué pregunta es esa! Mírate. Estás radiante. He visto todas tus campañas. Siempre digo: ¡Ja! Yo le enseñé todo lo que sabe.

Mía se ríe.

—Absolutamente, todo —le dice. Ferd es de las personas que siempre quiere ser el centro de atención, por eso es bueno en su trabajo y, a pesar de eso, todo el mundo lo adora.

—Cuéntame, ¿qué es de tu vida? ¿Cuántos corazones has roto, primor?

Mía no sabe qué responder y me mira de reojo.

—Con el mío, seguro que varios —digo, metiéndome en su conversación.

Mía pone los ojos en blanco.

—Anda de aquí, ponte a trabajar mientras le hago un milagro a esta niña en este pelo. Madre mía, ¿hace cuánto que no te haces un tratamiento reparador?

—Años.

—Válgame.

Y así los veo alejarse hasta el área de tocadores mientras me siento lejos y los observo platicar. Ferd le hace un corte y no sé qué más en el pelo, como hace años atrás. Durante todo el rato, nos miramos de reojo. Mía intenta ignorarme, pero no puede. Todavía siente algo por mí y no lo puede negar.

No me importa qué tipo de relación tenga con Sebastián, todavía me quiere y aunque le cueste aceptarlo, tarde o temprano lo hará.

Me acerco cuando terminan, y aunque no estaba en los planes el cambio de look, ¿quién le dice que no a Ferd Lozano?

—¿Qué tal? —pregunta señalando a Mía.

—Perfecta —respondo sin quitarle los ojos de encima.

En realidad, no le hizo muchos cambios, Mía se vería preciosa hasta con un tomate en la cabeza.

—Gracias, Ferd. Me alegro mucho verte de nuevo. Tienes mi número, llámame cuando quieras.

Ferd la abraza fuerte.

—Por supuesto, querida.

Le doy un beso a Ferd y salimos de la agencia.

—¿No íbamos a hablar con el agente para cambiar la hora de la sección de fotos? —pregunta Mía.

—Ya lo hicimos —le respondo con una sonrisa.

—¿Qué? No entiendo.

—Ferd compró la agencia hace un par de años.

Ella se queda con la boca abierta, sin poder decir una palabra.

—¿Por qué no me dijiste? Pasé todo el rato arreglándome el pelo y chismorreando en vez de hablar de la sesión.

—Como si no lo conocieras. Era lo que tenía pensado hacer, pero con él siempre es a su manera.

—¿Y contigo no?

Auch. Mi guerrera al ataque.

—Contigo no.

Ella suspira, derrotada.

—¿Qué es lo que quieres, Joaquín? Porque la verdad, este jueguito tuyo ya me tiene cansada. Te dejé muy claro que solo vamos a trabajar juntos por la fundación. No somos amigos ni nada parecido.

—Siempre hemos sido más que amigos.

—Ya no.

Sus palabras me duelen, pero entiendo por qué se siente así.

—¿Qué quiero?

—¡Dime!

—A ti.

—Estás loco.

—Por ti.

—Demente.

Me acerco un paso más, manteniendo mi mirada fija en la suya.

—Puede ser, pero no puedo cambiar lo que siento. Tengo una parte de ti en mi corazón, desde el primer día que te vi. Y estos años solo se ha vuelto más grande. Nunca he dejado de quererte y estoy listo para darlo todo. Todo por ti.

Mía se cruza de brazos, tratando de mantener una fachada de indiferencia.

—Esto no es justo. No puedes aparecer de la nada y esperar que todo sea como antes.

—No espero eso. No quiero que sea como antes. Quiero que sea mejor. Sin mentiras, sin medias verdades, sin culpas, sin reproches, sin todas las cosas que tenía aquí, metidas en la cabeza —le digo tocando mi frente.

Ella suelta un suspiro y mira hacia otro lado, claramente conflictuada.

—Sebastián no merece esto —dice en voz baja, más para ella misma.

Sebastián, Sebastián...

—¿Lo amas?

Ella gira la cabeza de forma brusca.

—Dime. ¿Lo amas?

Anda, atrévete a mentirme. Dime que lo amas y juro por Dios que te como esa boca.

—Lo quiero mu...

—No. No te pregunté eso.

—Mis sentimientos por Sebastián no tienen nada que ver contigo. Tú tomaste tus decisiones y me dejaste atrás y yo estoy haciendo mi vida sin ti, como tú querías.

Comienza a caminar por los pasillos de la agencia y yo voy detrás como un tonto.

—¿Y eres feliz? Porque yo no. No completamente porque siempre me has faltado tú.

—¡No me importa! He sido muy feliz sin ti. Deberías estar contento, era lo que querías.

—¡Estaba jodido! Estaba jodido, Mía. No te imaginas hasta qué punto.

Se detiene a unos pasos y levanta los brazos con resignación.

—Yo te amaba así. Habría dado cualquier cosa por recoger cada pedacito y pegarlo yo misma. Pero me dejaste. Y ya es tarde.

Limpia las lágrimas de sus mejillas. Da media vuelta y se va.

Me quedo viendo cómo se marcha sin que pueda decir nada para contradecirla, porque tiene razón. El problema es que no se trata de tener la razón. Yo hice lo correcto, por mí y por ella. Aunque ella no lo entienda o no quiera entenderlo.

Una Parte De Ti © Borrador COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora