»8 DÍAS «

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Hadley

Había pasado casi una hora y nadie había hablado hasta que por fin alguien se animó.

–Si nos vamos ellos nos matarán, lo que dijo era una trampa– Decía Óscar, todos lo miramos– Él dijo “Les doy mi palabra de que los dejaré ir” pero el de las órdenes es su hermano, él podría decir que somos libres pero el otro ordenar que nos maten.
–Por eso no vamos a huír, no dejaremos que le hagan daño a Raylee– Dijo Seven suspirando– Podemos enviar a César a otro lugar para que esté seguro.
–Estará más seguro si se queda con nosotros– Dijo Victor, eso era lo que yo había pensado.
–Estaré bien, sé cuidarme solo– Habló César, pero no importaba qué dijera, yo iba a quedarme con él todo el tiempo.
–Hadley, tienes que hablar con tus padres– Dijo Víctor y rodé los ojos.
–Otra vez con eso– Suspiré poniendo las manos en mi cara.
–Víctor tiene razón, ellos llevan más tiempo que nadie en esto, sabrán que hacer– Dijo Óscar y solté un grito de frustración ahogado por mis manos.

Después de unos minutos levanté la cabeza y miré a Víctor.

–¿Me pasas el teléfono?– Pregunté hundiéndome más en el sillón.

Él me dió mi teléfono que estaba en la mesa, busqué el número de Samantha Galindo y marqué, sonó unas cuantas veces y contestó.

–Hadley qué sorpresa– Dijo ella amablemente y rodé los ojos de nuevo.
–Rastaban Draconis el dragón del cielo ¿Te suena?– Pregunté cansada de la vida.
–¿En qué te metiste?– Preguntó cambiando drásticamente el tono de la voz a uno de preocupación.
–¿Ustedes en qué se metieron? Fundaron a los Santos ¿No podían hacerlo en otro lugar que no fuera a mitad del camino del cartel Draconis?– Pregunté seria, todos me veían cansados o preocupados.
–Hadley, los Santos fueron fundados para cuidar a la gente de Freeridge, fue cuando Rastaban apenas empezaba como una pandilla pequeña– Explicaba ella y yo deseaba morirme, estaba metida en un problema del tamaño del mundo– Tienes que venir, tu padre te dirá todo.
–¿Y eso cuándo sería?– Mis palabras salían solas, mi mente estaba divagando.
–Sal ya, si tienes problemas con los Draconis será mejor que vengas pronto– Dijo ella y suspiré.
–Ya voy, dile a Ian que estaré allá en unas horas, nos vemos– Dije y colgué rápido– Empaquen sus calzones que nos vamos a Sinaloa.
–¿Estás bromeando?– Preguntó Seven y asentí.
–Por supuesto, solo iremos Victor, César, Spooky y yo– Dije poniéndome de pié.
–¿Y nosotros?– Preguntó Dean claramente ofendido– Queremos hacer algo de utilidad.
–Bien, pues... Hagan un plan o algo para ver cómo haremos, no podemos solo dejarles Fort Worth– Dije y ellos estaban de acuerdo.
–Iceland, prepara el coche por favor– Dije suspirando mientras miraba a un punto en el espacio.

Me preocupaba mucho saber que tendría que sacar a César de casa, pero estaría mejor con nosotros.

Una hora después...

Todo el camino estuve muy nerviosa, creía que alguien nos seguía, aveces pensaba que el chófer y los guardaespaldas estaban en nuestra contra. Al subir al avión miraba a todos, pensaba que nos estaban observando, pero al sentarme me detuve un momento a observar a Víctor, se veía algo... ¿Asustado?

–¿Estás bien?– Pregunté curiosa poniendo una mano sobre la suya, parecía que no quería ni respirar y se sujetaba del sillón.
–Estoy perfectamente bien– Respondió tratando de parecer relajado.
–Está bien– Dije estirando las piernas.

Solté su mano pero cuando la iba a apartar él la jaló y la tomó fuerte.

–Un momento ¿No habías viajado ya en aviones?– Pregunté confundida y él asintió.
–Estaba completamente drogado con tranquilizantes, pero ahora los olvidé– Dijo él y sonreí divertida, no creí que le tuviera miedo a algo.
–¿Te dan miedo las alturas o el avión?– Pregunté sosteniendo firmemente su mano.
–Es más lo de que se caiga el avión y explote todo– Dijo él y yo quería reír.
–Estaremos bien, mírame– Le dije y lo hizo.

Puse mi otra mano en su mejilla, sentía que ya íbamos a despegar, me acerqué a él y lo besé fuerte, no quería que se preocupara por el movimiento del avión y yo lo iba a distraer. Seguí besándolo con fuerza, acariciaba su mejilla y con mi otra mano dirigía la suya hasta mi espalda para que me abrazara. Sentía que ya estábamos despegando y que lentamente el avión se iba estabilizando. Lo abracé con fuerza y de pronto ya no quería parar de besarlo, necesitaba sentir su cuerpo contra el mío, su piel tocando la mía, sus labios sobre los míos. Solo paramos un momento para tomar aire y después continuamos.

Horas después...

Habíamos llegado a casa de mis padres, dejamos nuestras cosas en la habitación y bajamos con mamá, para mí sorpresa Eduardo no estaba.

–¿A dónde fue mi padre?– Pregunté sentándome en un sillón junto a Víctor.
–Fue al mercado a buscar un encargo, regresará mañana por la mañana– Dijo Samantha y levanté una ceja.
–¿Entonces por qué la urgencia de que viniera?– Pregunté confundida, ella me había dicho que subiera al avión cuánto antes.
–Quería mostrarte ésto– Dijo ella sacando una caja y abriéndola.

Me incliné hacia adelante, la caja estaba llena de cosas como fotografías, figuritas de dragones, papeles, trofeos.

–¿Qué es ésto?– Pregunté sacando una fotografía, ella no contestó.

Le mostré la fotografía a Víctor, en ella estaban mi papá junto con un hombre grande y con cara de malo, además de dos niños pequeños, los dos hombres tenían un trofeo en las manos.

–Rastaban y tú padre eran amigos en la universidad, tenían un equipo de fútbol– Explicó ella y yo abrí la boca con sorpresa.
–Hay dos cosas que me sorprenden, la primera es que Eduardo fue a la universidad, la segunda es que eran amigos– Dije confundida.
–¿Tú no fuiste a la universidad?– Preguntó Samantha y asentí.
–En el primer año me expulsaron por pelear, luego me metí a la  universidad comunitaria y terminé– Expliqué y ella asintió.
–¿Por qué no van a cenar algo? César debe tener hambre– Dijo Samantha, César si parecía hambriento.
–Bien– Respondí y los cuatro nos fuimos mientras ella se quedaba ahí.

En la cena nadie habló, solo nos dedicamos a alimentarnos, después sólo nos despedimos y fuimos a dormir, era la mejor idea teniendo en cuenta que Eduardo llegaría hasta el día siguiente y no había nada que hacer.

Por la mañana...

Después de desayunar Samantha nos dijo que había una muy mala noticia, mi padre se quedaría allá por un día más, solo que no podíamos esperar.

–¿Qué hacemos entonces?– Pregunté y en eso mi teléfono sonó.

Al revisar la pantalla era Dean y contesté rápido.

Dean

Todo había estado normal hasta que llegó otra caja, creímos que sería una figura de dragón pero no era así.

–¿Qué pasa Dean?– Preguntó Hadley al contestar.
–Si... Hay un problema, una caja nueva llegó– Dije mirando el contenido.
–¿Qué tiene dentro?– Preguntó ella y tragué saliva– ¿Dean? Dime.
–Es... Otro... Dedo... Tiene una nota– Respondí mirando a Tansy y a Roxy, tenían la nariz y los ojos rojos por llorar– Dice... “Te quedan ocho días más”
–Mierda... Le quitará uno por día, tenemos que sacarla de ahí, no hay tiempo– Dijo ella muy preocupada, se notaba en su voz.
–Date prisa y cuídate por favor– Dije nervioso y colgué.

Tapé la caja y me dejé caer en el sillón, tapé mi cara con las manos, tenía un nudo en la garganta y ganas de llorar. Raylee era mi amiga y ahora la tenían secuestrada, la lastimaban y nosotros no sabíamos que hacer.

Hadley

Había tomado la decisión de ir en seguida con mi padre, iría hasta allá y de ahí tomaría el avión de vuelta a Fort Worth.

–Vámonos, ya– Le dije a mis hermanos y a Víctor– Sam, dime en dónde está papá, necesito hablar urgentemente con él.
–Okay, te anotaré la dirección– Dijo ella buscando un papel.
–O se la envías por mensaje al chófer– Dije tomando mi sudadera del sillón y llendo a la puerta– Nos vemos.

Llegué a la camioneta, pronto llegaron los demás y subieron.

–Señora esto está a tres horas de camino– Dijo Marcos el conductor.
–Si, está bien, avanza– Le pedí nerviosa.

Mi corazón latía con fuerza mientras nos preparábamos para irnos, mi madre se despedía desde lejos.

ENTRE ROSAS Y ESPINAS |TTE #2| Victor Zsasz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora