Capitulo 26 (Parte 1/2)

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Estaba demasiado nerviosa. Había pasado casi tres horas desde que Matteo me había besado. Mi mente recordaba ese momento y sentía un estremecimiento placentero cada vez que revivía la sensación de sus labios en los míos.

El sol estaba desapareciendo, escondiéndose entre las lejanas montañas, dando la bienvenida a la noche. Matteo iba a venir en cualquier momento y con tal de solo pensarlo me ponía ansiosa. Dejando de mirar a través de la ventana, cerré el libro con el que pretendía distraerme y lo deje en el pequeño estante que tenía en un rincón para después ir a ducharme.

Una vez en mi habitación, suspire para no entrar en pánico a la hora de elegir lo que iba a ponerme. Sin tardar mucho, decidí usar unos jeans, una bolsita color crema y una chaqueta azul oscuro. La estación de invierno todavía no llegaba pero faltaba poco para que el otoño terminará y por lo tanto, el ambiente por las noches era fresco y frío.

—¿Vas a salir?—Pregunto Gastón cuando entre a la cocina. Estaba sentado, con sus brazos en la mesa, sujetando el celular.

—Tal vez—Dije sin mucho ánimo y abrí el refrigerador, tomando una botella de agua.

—¿Con quién?—cuestiono con autoridad.

Cerré los ojos por un momento y me gire, encarandolo.

—Es posible que salga con Emilia—Menti, haciendo todo lo posible para que mi voz sonara convincente.

—¿Tomaste los medicamentos que te recetó el doctor?—Su pregunta me puso a la defensiva.

No los había tomado. No tenía caso hacerlo. Sabía que lo ayudaría de nada. Los dolores de cabeza estarían acechandome una solución, o más bien, hasta que Matteo encontrará una solución.

Luego de volver su atención a su teléfono y recordarlo unas cuantas veces, se levantó.

—Ire a la casa de Rebecca, ¿No querés que te deje con Emilia?—propuso, sacando las llaves de su bolsillo.

—no, la vendes por mi—Dije indiferente, tomando un poco de agua.

Frunció el ceño y se encogió de hombros.

—Como quieras—Deje la botella en la mesa y lo seguí hasta la puerta.

Abrí la puerta y un suspiro se atascó cuando lo vi. Vestía unos vaqueros obscuros, una jersey negra que se ajustaba en sus hombros y brazos. Su cabello marrón ligeramente despeinado brillaba con la luz del farol.

—Hola—Susurro, encontrandose con mi mirada.

—Hola—Dije, sintiendo como mi cuerpo ardía en llamas por el tono áspero y profundo de su voz.

—¿Lista?

Asentí y cerré la puerta detrás de mi.

Me miró sobre su hombro y frunció el ceño.

—¿Estás bien?

Suspire y asentí, recargando mi mejilla en su espalda. Sin decir mas, encendió la moto y está rugió cuando comenzó a andar.

Abrí los ojos cuando se detuvo, con pena, aleje mis brazos de su cuerpo y baje de la moto

—¿Que hacemos aquí?—mire la casa desconocida que estaba frente a nosotros.

—Ella tiene información —Frunci el ceño, mientras lo seguía.

¿Ella? ¿Quien era exactamente ella, para tener información sobre mi embrujo?

Subimos unos cuantos escalones y llegamos a la puerta que estaba elegantemente fabricada de madera. Matteo la golpeó y esperamos por unos segundos antes que se abriera.

Una chica alta, delgada, y con una belleza impresionante apareció en mi visión. Usaba una falta pequeña ajustada, dejando a la vista unas largas y trabadas piernas que estaban cubiertas por unas medias red.

Una vez más, me pregunté: ¿Quien es ella?

—Tu debes ser Luna, ¿Cierto?—Me sonrió, mostrándo su dentadura perfecta.

Asentí, confundida.

—Necesito detalles sobre lo que descubriste—Dijo Matteo, con confianza.

—Tranquilo, déjame presentarme primero.

—Puedes hacerlo luego.

Ella todo los ojos y se volvió a mi.

—Mi nombre es Jimena y el chico terco que está a tu lado es, desgraciadamente, mi hermano.

Mis labios se entreabrieron con sorpresa y alivió.

—Perdon por el desastre, estuve investigando todo el día tu problema que no me dió tiempo de ponerlos en su lugar—Comento ella, mientras nos adentrabamos en su casa.

—No entiendo cómo diablos soportaste leer casa uno—Espeto Matteo, colocando su mano en la parte baja se mi espalda, ayudándome a esquivar los libros que estaban en nuestro camino.

—Tengo un cerebro brillante—Comento orgullosa, recogiendo los que estaban en el sofá.

—¿Llamaste a Simón?—Le pregunto Matteo.

—Si, dijo que estará aquí en unos minutos—Quito unos libros que estaban en el sofá y los dejo en la mesita de centro—Despejado, pueden sentarse.

—¿Sobre qué son estos libros?—Cuestione, tomando asiento.

—Unos son de hechicería y otros son sobre magia negra que llevaban a cabo en al edad media. Era un ritual muy utilizado en aquella época—Explico.

—¿Aquí está la solución a mi problema?—Pregunte, esperanzada.

—No, exactamente. Quiero decir, hay diferentes tipos de embrujos, algunos son más potentes que otros y obviamente la solución es más que difícil de encontrar si son de alto nivel.

—¿Que tan difícil es el mío?—Pase saliva con miedo a oír la respuesta.

—Alli es donde entro yo—Dijo, Jimena, captando la atención de Matteo y la mía.

—¿Que fue lo que descubriste?—Exigio el, poniendo su mano sobre mi rodilla como señal de apoyo.

Su toque ayudo a qué me sintiera más cómoda, a pesar de la inconformidad que tenía al hablar sobre este tema.

—Segun este libro, dice que cuando una persona ha sido embrujada por medio de magia negra, es un problema complicada para solucionar. También dice que la persona que hizo el embrujo debio ser alguien con experiencia. No cualquiera logra hacer ese tipo de cosas con éxito. La mayoría de la veces fallan pero en tu caso, Luna, funcionó.

Me tense.

—Pero, ¿Cómo lo hicieron? ¿Que fue lo que utilizaron?—Dije, sintiendo el cuerpo rígido.

—Pero, ¿Cómo lo hicieron? ¿Que fue lo que utilizaron?—Dije, sintiendo el cuerpo rígido

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A continuación la parte dos de este capítulo.

ᴀᴛʀᴀᴄᴄɪÓɴ ᴍᴏʀᴛᴀʟ. (ʟᴜᴛᴛᴇᴏ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora