paz y amor

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Como al día siguiente era sábado, lo normal habría sido que la mayoría de los alumnos bajaran tarde a desayunar. Sin embargo, Harry, Ron y Hermione no fueron los únicos que se levantaron mucho antes de lo habitual en días de fiesta. Al bajar al vestíbulo vieron a unas veinte personas agrupadas allí, algunas comiendo tostadas, todas contemplando el cáliz de fuego. Lo habían colocado en el centro del vestíbulo, encima del taburete sobre el que se ponía el Sombrero Seleccionador. En el suelo, a su alrededor, una fina línea de color dorado formaba un círculo de tres metros de radio.

— ¿Ya ha dejado alguien su nombre? — le preguntó Ron algo nervioso a una chica de tercero, ella lo ignoro, Ron hizo una mueca de indignación.

— Todos los de Durmstrang —contestó Antlia — Pero de momento no he visto a ninguno de Hogwarts.

— queria ver — bufo Ron cruzando sus brazos.

Antlia sacó dos libros de su bolsa y se la entregó a Hermione — mi papá te envio tambien la nueva edición.

— ¡¡No!!!— exclamó emocionada — ¡¡¡¡ahhhh!!!¡gracias!!!.

— Estábamos hablando de quienes echaron su nombre al caliz — dijo Ron, Hermione le lanzó una mirada fulminante.

— Seguro que lo hicieron ayer después de que los demás nos acostamos —dijo Harry—. Yo lo habría hecho así si me fuera a presentar: preferiría que no me viera nadie. ¿Y si el cáliz te manda a freír espárragos?

—En realidad lo hicieron en la mañana—  dijo sentándose a lado de Hermione.

— de aseguró Krum te llamo ¿verdad? — dijo Ron con emoción.

— ayer me invito para ir al barco, Karkarov no le niega nada — contestó — por eso vinimos juntos a hechar su nombre.

— ¿y tu novio? ¿ donde está? —  pregunto Ron mirando a Antlia.

— Draco no es mi novio — bufo —  es mi mejor amigo, asi cómo tu y Hermione.

Dos personas se reian detras de ello, Antlia al instante los reconoció. Al voltear vio a Fred, George y Lee Jordan que bajaban corriendo la escalera. Los tres parecían muy nerviosos.

— Ya está —  dijo Fred orgulloso — Acabamos de tomárnosla.

— ¿seguros que funcionara? — preguntó con el cabello verde intenso.

— si, bella lechuga— dijo George chocando puños con su gemelo.

— ¿probar qué? —preguntó Ron.

— La poción envejecedora, no es obvio — contesto Hermione rodando los ojos.

— Una gota cada uno — explicó George, frotándose las manos con júbilo—  Sólo necesitamos ser unos meses más viejos.

— Si uno de nosotros gana, repartiremos el premio entre los tres — añadió Lee, con una amplia sonrisa.

— No estoy muy convencida de que funcione, ¿saben? Seguro que Dumbledore ha pensado en eso — les advirtió Hermione.

— Hermione, deja que Feorge y Gred lo hagan — dijo tratando de no reirse —  si les pasa algo es por subestimar a Dumbledore.

— ¿Listos? —  les dijo Fred a los otros dos, temblando de emoción— Entonces, vamos. Yo voy primero...

Fred se sacaba del bolsillo un pedazo de pergamino con las palabras: «Fred Weasley, Hogwarts.» Fred avanzó hasta el borde de la línea y se quedó allí, balanceándose sobre las puntas de los pies como un saltador de trampolín que se dispusiera a tirarse desde veinte metros de altura. Luego, observado por todos los que estaban en el vestíbulo, tomó aire y dio un paso para cruzar la línea.

Por una fracción de segundo, creyeron que el truco había funcionado. George, desde luego, también lo creyó, porque profirió un grito de triunfo y avanzó tras Fred. Pero al momento siguiente se oyó un chisporroteo, y ambos hermanos se vieron expulsados del círculo dorado como si los hubiera echado un invisible lanzador de peso. Cayeron al suelo de fría piedra a tres metros de distancia, haciéndose bastante daño, y para colmo sonó un «¡plin!» y a los dos les salió de repente la misma barba larga y blanca.

En el vestíbulo, todos rompieron en carcajadas. Incluso Fred y George se rieron al ponerse en pie y verse cada uno la barba del otro.

— Se los advertí —dijo la voz profunda de alguien que parecía estar divirtiéndose, y todo el mundo se volvió para ver salir del Gran Comedor al profesor Dumbledore.

Examinó a Fred y George con los ojos brillantes—  sugiero que vayan los dos a ver a la señora Pomfrey. Está atendiendo ya a la señorita Fawcett, de Ravenclaw, y al señor Summers, de Hufflepuff, que también decidieron envejecerse un poquito. Aunque tengo que decir que me gusta más su barba que la que les ha salido a ellos.

Fred y George salieron para la enfermería acompañados por Lee, que se partía de risa.

— Tengo hambre—  dijo Antlia caminando hacia el comedor

— Igual yo — dijo Ron agarrándose el estómago.

Habían cambiado la decoración del Gran Comedor. Como era Halloween, una nube de murciélagos vivos revoloteaba por el techo encantado mientras cientos de calabazas lanzaban macabras sonrisas desde cada rincón. Se encaminaron hacia donde estaban Dean y Seamus, que hablaban sobre los estudiantes de Hogwarts que tenían diecisiete años o más y que podrían intentar participar.

—¿podemos hablar? — la voz de Cedric la detuvo.

— aqui estas — dijo Draco abrazándola — ¿qué quieres tejon? — preguntó frunciendo el ceño, para el Slytherin ese tipo era un asco, primero habia ilusionado a Antlia y luego se fue con otra.

— Antlia — dijo Cedric ignorando a Draco.

— tengo planes con Draco — dijo tristemente — tal vez mañana.

Cuando ambos estuvieron lejos del Hufflepuff — ¿querias golpearlo? — preguntó Antlia.

— ahora soy paz y amor — dijo calmadamente.

— eso quiero verlo cuando te encuentres con Harry y sus amigos.

Draco sólo rodo los ojos y río.

Forever SCAMANDER 《CEDRIC DIGGORY》 TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora