En números rojos y al borde de la quiebra, Seungkwan ya no tiene esperanzas de sacar su estudio fotográfico adelante, por lo que decide ahogar sus frustraciones en el alcohol. Durante una esporádica visita a un club nocturno cualquiera, termina por...
Seungkwan despertó aquella mañana completamente desnudo entre sus sábanas y con un insoportable dolor de cabeza que apenas le permitía moverse. Sinceramente no recordaba mucho de la noche anterior y tampoco estaba seguro de querer hacerlo. Se incorporó lentamente y miró a su alrededor, su habitación estaba hecha un desastre; su ropa, aleatoriamente esparcida por el suelo, su cama desprendía un olor completamente desconocido para él y por si fuera poco, al mirarse en el espejo, descubrió numerosas marcas sexuales decorar todo su cuerpo. Fue entonces cuando finalmente recordó haber devorado salvajemente los labios de aquel joven occidental que tan amablemente se había ofrecido a llevarle a su apartamento en mitad de la noche a pesar de tener la misma apariencia de un alcohólico empedernido con problemas motores severos. Suspiró en un intento de disimular su vergüenza y volvió a inspeccionar la habitación nuevamente. No había ni rastro de él, ni siquiera sabía su nombre y, probablemente gracias al alcohol, se había perdido el mejor sexo de su vida, porque, aunque no sentía ningún tipo de molestia en su espalda baja, no había que ser muy listo para deducir, en base a la situación en la que se encontraba, que ayer en su cama se divirtieron bastante. Genial Seungkwan, lo has hecho genial, pensó. Suspiró nuevamente y se dejó caer sobre el colchón una vez mas. Extendió su brazo vagamente hacia la pequeña mesita junto a su cama en busca de su móvil, y le sorprendió encontrar una nota en su lugar. Rápidamente se incorporó para leerla, maldiciendo su brusquedad tras sentir un fuerte dolor de cabeza en el acto y tras unos segundos de reposo, desdobló el papel:
Stop drinking –Vernon
—¿Qué mierdas significa esto? No entiendo inglés–replicó indignado. Rodó los ojos y dejó la nota sobre su cama antes de ponerse en pie, no tenía tiempo para tonterías, tenía que ir a trabajar.
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El ceño fruncido de Jihoon le recibió tras la puerta del estudio poco después, aunque, era más que evidente que estaría enfadado; llegaba dos horas tarde, completamente despeinado, con el traje a medio colocar y una de las peores resacas de su vida. Tras despertar aquella mañana y recordar lo sucedido la noche anterior, solo pudo pensar en llegar al trabajo cuanto antes, y, claramente, no se detuvo ni siquiera a verse mínimamente decente, por lo que más que la antigua leyenda de la fotografía Boo Seungkwan, parecía un adolescente desaliñado después de su primera despedida de soltero. Suspiró. No tenía muy claro como iba a explicarle aquella situación a Jihoon, pero sabía que inventar cualquier excusa solo empeoraría las cosas, por lo que simplemente se comprometió a contarle toda la verdad, de todas formas, no iba a creerle...
—Sé lo que vas a decir, y tengo una explicación–intervino repentinamente, pudiendo distinguirse cierto nerviosismo en su voz. Jihoon alzó ambas cejas expectante.