En números rojos y al borde de la quiebra, Seungkwan ya no tiene esperanzas de sacar su estudio fotográfico adelante, por lo que decide ahogar sus frustraciones en el alcohol. Durante una esporádica visita a un club nocturno cualquiera, termina por...
Sus párpados amenazaban con caer, pero el nerviosismo le impedía cerrar los ojos, sostuvo con fuerza la mano de Hansol en un acto involuntario y mientras el avión desplegaba sus alas al vuelo, trató de contener la respiración con la esperanza de hacer desaparecer el sentimiento de inquietud que le recarcomía por dentro. Finalmente había llegado el día, le esperaban doce horas de viaje en las que, por mucho que quisiera, creía que no podría conciliar el sueño. Junto a él, un despreocupado Hansol contemplaba maravillado el cielo nocturno sobre los apenas perceptibles rastros de las nubes mientras acariciaba inconscientemente la palma de su mano. Seungkwan le miró y esbozó una leve sonrisa. Sabía lo mucho que el menor había esperado por aquél día y lo que le había costado llegar hasta allí, durante los últimos dos meses había sido testigo de su esfuerzo y su determinación, de su dedicación y su deseo insaciable por mejorar, del brillo en sus ojos intensificarse a cada minuto que se sumaba a la cuenta atrás. Él, por su parte, entendió que quería a Hansol y que no podía dejar crecer aquel sentimiento, pero ya no se sentía capaz de detenerlo. Sabía que en algún momento tendría que renunciar al menor, no podría soportar siquiera ver su sonrisa si se enamoraba de él y puede que tuviera que hacerlo antes de lo esperado, pero por el momento, quería, egoístamente, estar a su lado. Apretó su mano una vez más, necesitaba sentirle cerca, en Hansol encontraba seguridad, comodidad y confianza. Había pasado cerca de medio año desde que se conocieron y siendo sincero, Seungkwan nunca llegó a pensar que algún día podría llegar a sentir algo por el menor. Por un tiempo incluso creyó que le odiaba, pero su interés en él crecía con cada pequeña cosa suya que descubría, hasta el punto en que le empezó a gustar y ahora temía no poder dar marcha atrás. Sabía que había mucho en juego y que se estaba arriesgando demasiado, aceptó trabajar con Hansol por el bien del estudio y llegar a enamorarse de él nunca estuvo en sus planes, dentro de poco tendría que alejarse de el menor y quizá lo prefería así, antes de que todo se volviese aún más doloroso...
No recordaba cuando fue que consiguió cerrar los ojos, incluso puede que todos aquellos pensamientos hubieran sido tan solo sueño, pero en el momento en que despertó recostado sobre el hombro de Hansol y vio su sonrisa, entendió que, una vez se separara de él, su vida volvería a convertirse en una pesadilla.
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—Toma–Hansol frunció el ceño y extendió la mano–La llave de vuestra habitación, creo que es la 017 pero será mejor que lo compruebes. El resto del staff y yo estaremos en la misma planta así que si tenéis algún problema podéis llamarnos–aseguró el joven mánager.
—No creo que a Seungkwan le vaya a hacer mucha gracia la idea de compartir habitación–advirtió. Chan se encogió de hombros en respuesta.
—Tendrá que acostumbrarse, por cierto ¿dónde está?–inquirió el de ojos rasgados mientras le buscaba incesante con la mirada.