taste | 09

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09: granola y galletas.

Pasaban los días y, sin embargo, ellos no habían vuelto a tener contacto alguno. El chico seguía sin conseguir forma de quitarse la pena para llamar, y la chica en cambio se negaba a volver a hacerlo. Quería esperar a que Jeno se pusiera los pantalones y no pensaba ni dar señal de vida hasta que así fuera.

Estaba más que claro que ambos habían disfrutado, y aunque era cierto que Jeno estaba prácticamente obligado a dejar sus principios de lado por ello, sabía de sobra que también quería que volviera a pasar; solo era cuestión de tiempo para que se desesperara y pidiera el segundo encuentro.

Miyoung no cedió a sus muchos impulsos –porque vaya que los tuvo. Ignoró cualquier tipo de calentura en lo que pacientemente esperaba a que por su cuenta Jeno se doblegara. Sin embargo, su plan se vio frustrado en cuanto, en un tranquilo domingo haciendo la compra en el supermercado con su hermano, vio a lo lejos a aquel pelinegro empujando un carrito, con calma observando los anaqueles.

—¡Doyoung, vamos a otro pasillo! —le gritó al mayor totalmente alterada en un susurro, tirando de su brazo y haciendo el intento de esconderse tras su espalda.

Su hermano entrecerró los ojos— ¿Y a ti qué te pasa?

—¡Vamos, no estoy bromeando! —zarandeó el brazo soltando un pequeñito sollozo dramático, y terminó de arrastrarlo hasta quedar refugiados en el pasillo contiguo—. ¡Es un Código Granola!

Código Granola: como aquellos hermanos catalogaban el conseguirse con algún tipo de anterior ligue –o acostón– de Doyoung, ya sea porque la chica fuera problemática o simplemente hayan terminado en términos delicados, de forma que Miyoung pudiera automáticamente auxiliarlo con disimulo para ahorrarse momentos incómodos.

Era Doyoung uno de los mayores galanes del pueblo, por supuesto. Con sus ojos profundamente oscuros y almendrados, rasgos finos bajo un perpetuo semblante frío que en conjunto con una poco usual sonrisa gomosa lo volvían irresistible; vaya que sabía sacarle provecho a su linda carita de conejo.

No es que pudiera ser catalogado como un mujeriego, pues tampoco juega con sentimientos ni nada por el estilo. Solo digamos que goza de su libertad y atractivo, y aquello suele resultar de vez en cuando en un caos de lágrimas e insultos cuando alguna chica se confunde pensando que habría algo más entre ellos, aunque desde un principio fuera cosa que él busca dejar claro.

El Código Granola nació de querer evitar de la manera más sutil posible una situación extraña, tensa e innecesaria, y los había verdaderamente salvado incluso a ambos en muchas ocasiones –aún Miyoung no olvidaba la vez en la que una tipa creyó que era la nueva conquista de Doyoung y se armó todo un alboroto.

Por más que no fueran tan unidos como Jaemin y ella lo son, seguían compartiendo ciertos gestos de camaradería y complicidad propia entre hermanos.

—¿Estás hablando en serio? —replicó Doyoung con cierto fastidio, aunque irguiéndose de hombros y tomando el brazo de Miyoung para mantenerla cerca y poder ocultarla en caso de emergencia. Era raro que ella fuera quien lo pidiera, pero honestamente se lo debía—. ¿Qué quieres hacer, esperar a que se vaya?

—No lo sé... —se lamentó y encogió la cara en una mueca teatral, sinceramente queriendo golpear la cabeza contra un estante, conformándose con usar tan solo el hombro de su hermano para evitar lucir como una completa lunática.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora