taste | 37

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37: medidas necesarias.

Habían ciertas cosas que, aunque formaban parte de las aparentemente muchas razones por las que Jeno gustaba de Miyoung, también lo ponían en situaciones comprometedoras. Él tenía la teoría de que le gustaba la adrenalina que significaba el estar con ella, más allá del evidente placer que cualquier tontería que inventara traía consigo; por eso seguía con esto. Así Jeno intentara convencerse de que su actitud despreocupada y ligera le traía más problemas que otra cosa –porque en teoría solo lograba ponerlo nervioso y en situaciones riesgosas–, no lo lograría realmente porque sí le gustaba.

Se dio cuenta de que nunca había pensado mucho en aquellas razones por las que, de hecho, le gustaba. Era como si hubiera aceptado inmediatamente que las cosas eran así. Como si lo más normal del mundo fuera el sentir algo por ella, entonces no había nada realmente preocupante de hacerlo y no tenía por qué cuestionárselo.

Claro, no era perfecto porque existía Jaemin y su afán por mantenerla alejada de todo ello, pero cuando está con Miyoung no piensa en su amigo jamás. Solo piensa en todas esas emociones que, por más que las conozca de antes, entienda medianamente y dentro de lo que cabe acepte, no había relacionado con hechos –por así decirlo.

Solo sabía que le gustaba su ligero olor a coco, que cuando accidentalmente actuaba tierna el corazón se le aceleraba, que no había mucho realmente que le gustara más que el tenerla entre sus brazos. Era casi como si el quererla fuera lo natural. No había razones lógicas para que pasara, solo se había dejado llevar al caer por Miyoung.

Se preguntaba si siempre era de esa manera con todos.

Evidentemente, todo el que dice sentir algo por ella y ni siquiera la conoce, no puede también decir que tiene razones lógicas. Lo aparente era que todos aquellos solo la vieron, quedaron encantados por arte de magia, y luego comenzaron a sentir estas cosas en su presencia. Estas cosas que, Jeno siente.

Por un segundo, por un momento, justo después de haber colgado esa llamada sabiendo que no había sido del todo correcta, Jeno dudó de sus sentimientos. Incluso ya habiendo asumido que estaba perdido, que sentía mucho más de lo que se había dado cuenta que sentía antes, tuvo miedo de estarse de alguna manera engañando a sí mismo, porque en ese momento no estaba teniendo necesariamente muy lindos sentimientos que reforzaran su fé.

Se preguntó si acaso él sería mejor que Soobin o cualquier otro, si estaba siendo honesto consigo mismo al creer sentirse así.

Pero entonces llegó al colegio el día siguiente, y la volvió a ver bajando del carro de Donghyuck mientras esperaba junto a Renjun, y solo eso fue suficiente para que supiera que nada más importaba. Se le hizo imposible el quitar su sonrisita, peor cuando llegó a su lado y esta vez comenzó a contarle sobre lo que le había dicho su padre en la mañana. Pensó que, si no fuera genuino, si no fuera honesto, él no querría saber por qué a Miyoung le parecía molesto que su padre le recordara unas quince veces el llevar su cuaderno de Física. Él no estaría tan orgulloso de ser quien caminara por los pasillos a su lado, no se alegrara simplemente de verla a los ojos y notar ese brillito como infantil y energético.

Le daba igual si parecía ser como sus demás admiradores, Jeno sabía que sí la conocía y por eso había comenzado a sentir todo este enredo por ella. No antes.

Y es que quizá no debía comprender el origen de sus sentimientos tanto como debía pensar en cómo actuar al respecto, porque hasta ahora solo le parecía que Miyoung hacía lo que quería de él y él aceptaba mucho más que gustoso. Ese era el problema, que le encantaba cómo estaban a pesar de necesitar más, por lo que le daba miedo cambiarlo.

Eso era lo que pasaba por la mente de Jeno, por lo menos.

Miyoung en cambio se sentía increíblemente feliz. No podía describir en realidad lo segura que se sentía junto a Jeno. En verdad era como si confiara ciegamente en que a su lado nada malo pasaría, porque hasta ahora habían estado en situaciones comprometedoras y siempre se han logrado salir con la suya. Le parecía casi natural confiar en él, pues ya sabía que no le haría daño alguno; jamás a propósito y creía que procuraría no hacerlo tampoco por accidente. Ya había visto suficiente de Jeno como para, ciertamente, poder confiar a ojos cerrados en él.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora