taste | 15

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15: wakey-wakey.

Se removió perezosamente en su sitio, enterrando su cuerpo entre las sábanas que parecían estar pegadas a él. Su garganta hizo un sonido parecido a un ronroneo en lo que continuó con el ligero movimiento, tan solo en un intento de acomodarse sin voluntad alguna de abrir sus ojos todavía. Quizá, con la esperanza de dormir un ratito más, pues se sentía pesado al extremo.

Nunca había sido del tipo de tener resaca; su primo mayor, Lee Donghae, solía decirle que eso era gracias a la juventud, y que no se acostumbrara del todo mas que lo aprovechara al máximo mientras durara. Al momento, le agradecía a los dioses que así fuera, pero de todas formas estaba demasiado agotado por la ajetreada noche anterior.

Estaría mintiendo bastante, sin embargo, de decir que no había bebido mucho, por lo que su memoria no estaba precisamente fresca e intacta. Sabía que sus padres morirían de enterarse del comportamiento de su perfecto hijito, sobre todo estando en una fiesta de la que no tenían la mínima idea él había asistido. Toda sospecha era resuelta con un arsenal de fotos suyas junto a Renjun haciendo tonterías en casa del chino, que la cómplice madre de éste se encargaba de corroborar fielmente.

El recuerdo de Jaemin dándole shot tras shot junto a un Renjun que era puras risas le llegó de inmediato, y si no estuviera muy cansado y además un tanto avergonzado por –lo que él consideraba– montar un espectáculo, hubiera reído. Siguió aclarando ciertas lagunas mentales conforme se desperezaba –habiendo recordado que debía volver a casa de Renjun para que sus padres pudieran buscarlo ahí–, aunque típicamente otras no regresaban por completo, especialmente acercándose al final de su noche.

El tan tortuosamente agradable y ya conocido sentimiento de calidez se expandió desmedido al recordar ciertos lindos ojitos que lo acompañaron en gran parte de la noche, extendiéndose sin parar hasta llegar a sus mejillas y más allá a sus orejas en un fuerte sonrojo. Sonrió, dando la vuelta sobre el colchón, su cara clavándose en la almohada por su regocijo.

De alguna manera, sabía perfectamente que se había quedado a dormir en una de las tantas habitaciones libres de casa de Xiaojun –pues su familia es gigante, pero lo habían dejado solo por el fin de semana–, quien únicamente permitió que así fuera para sus buenos amigos. Y, siendo que Jaemin abogó por ello, terminó compartiendo cama con éste y Renjun. El pensamiento lo hizo abrir los ojos poco a poco, porque recordaba haber tenido que pelear por espacio en el colchón antes de dormir, y no se sentía asfixiado actualmente.

Un pequeño estiramiento para intentar despertar apropiadamente de una buena vez, unos parpadeos para ajustarse a la luz proveniente de una inoportuna ventana, y pudo reincorporarse hasta estar sentado. En cuestión de segundos se topó con un bulto envuelto en sábanas a su lado, tan pequeño que solo pudo imaginarse se tratara de Renjun, y por lo menos se alegró de no haber tenido que levantarse junto a Jaemin, que se pone más que gruñón sin razón alguna.

—Injunnie~ —murmuró, su voz ronca de recién despertado vibrando en su garganta. Al no ver movimiento alguno del chino, picó con su dedo lo que creyó sería su espalda y habló un poco más alto—. Injun-ah, hay que volver a casa. Injun-ah~

Renjun finalmente se removió en su sitio, pero ni siquiera hizo el esfuerzo de levantarse. El pelinegro suspiró, pasó una mano por su cabello para revolverlo, y decidió enseriarse. Sentándose sobre sus rodillas se le ocurrió zarandear al bulto; sin embargo, antes de que pudiera tocarlo de nuevo, se abrieron las sábanas para revelar esos lindos ojitos amenazando con robarle suspiros, en esta ocasión con pinta de querer cometer homicidio y apenas con ello logrando que pegara un respingo junto a un gritito espantado –no había sonado muy masculino que digamos, así que enrojeció de nuevo.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora