taste | 44

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44: dean - love.

Miyoung abrió tanto sus ojos que lo primero que Jeno sintió fue miedo. Bueno, ya había estado sintiendo eso desde antes de comenzar a decir la oración, pero es que su carita se puso tan roja tan rápido que genuinamente sintió que le iba a clavar un palillo en el pecho. Se daba cuenta de que no debió haber sido así de directo, sobre todo cuando desde un principio la única regla era "tú me deseas y yo te deseo, solo eso".

Ahora como que se imaginaba siendo botado del departamento sin siquiera recoger su bolso o el uniforme. Su madre lo mataría, fijo. Y cuando su padre preguntara por Miyoung, él querría saltar de un puente.

Estaba jodido.

Cerró los ojos y se derritió en su silla, llevando ambas manos a su cara en un intento de dejar de sentir la intensa mirada de Miyoung encima. Falló, claro está, y solo quiso retorcerse de frustración en su sitio. Estaba avergonzado, y en serio sentía que sería la última vez que Miyoung le dirigiría la palabra.

—Cógeme.

—¿Eh?

Abrió de inmediato sus ojos entre confundido y sorprendido, consiguiéndose con una gigante sonrisa que si era posible lo dejó incluso peor. Ni siquiera era de esas sonrisas pícaras. Ladeó la cabeza y soltó un sonidito extrañado, pensando que la había escuchado mal –producto de su traicionera imaginación, porque eso era hasta utópico–, mas ella chilló de aparente alegría y se apresuró a levantarse de su silla y rodear la mesa, tomando su brazo y tirando de él. Jeno, aunque medio perdido, la siguió sin más, y para cuando lo arrastró por el departamento hasta el cuarto en el que habían estado toda la tarde su corazón estaba que se le salía por la boca.

Miyoung lo tiró sobre la cama y sin esperar por más se quitó la camiseta, dejando directamente sus pechos expuestos— Jeno, follemos en este instante.

—Oh —pestañeó, alternando su vista entre los rosados botones y su decidida expresión. La verdad es que le asustaba creer que fuera una forma de distraerlo, de que dejara de lado lo que le había dicho, pero la absoluta y obvia felicidad de la chica le daba algo de esperanza. Se daría más tarde unas palmaditas en la espalda por lograr alegrarla tanto ese mismo día—. C-Claro —asintió.

Miyoung soltó otro gritito de emoción tras morder su labio en un intento de reprimirlo, y no tardó en tirarse sobre Jeno en el colchón. El pelinegro se quejó un poco por el impacto –pues fue todo menos delicada–, mas rodeó su cuerpo de inmediato. Ella se abrazó a su cuello, comenzando a repartir besitos por todo su rostro frenéticamente. Sonaban chasquidos y risitas joviales por toda la habitación, y a pesar de seguir con la guardia algo alta Jeno se pudo relajar un poco.

A ver, todo esto era una buena señal, ¿no? Al menos no lo había apuñalado.

—¡Tú también me gustas, bonito! —exclamó para cuando llegó a sus labios, dejando una millonada de picos antes de directamente enterrarle la lengua en la boca con prisa. Jeno tardó un poco en alcanzar su ritmo, sobre todo porque aquellas palabras no las terminaba de procesar, pero una vez lo hizo todo se sintió encajar finalmente.

¡Por supuesto que esto era una buena señal!

Se besaron lo más desordenadamente que lo habían hecho jamás, por completo abrazados sobre la esponjosa cama que fue testigo de la primera vez que lo hicieron. En segundos sus prendas volaron, y aunque Jeno siempre se imaginó que este momento –después de ser correspondido tras haber pasado tanto– debía ser al extremo romántico y delicado, la verdad es que de una vez tuvieron sexo con verdadero salvajismo. Miyoung lo montó a una velocidad increíble, y nunca pararon de besarse de aquella manera tan sucia y obscena que habían decidido tomar esta vez.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora