taste | 21

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21: pizza boy y
el pitufo amargado.

—... y es, en serio, un dolor de culo.

—¿Cuántas veces te he escuchado decir que algo es un dolor de culo?, ¿estás seguro de que no solo te duele el culo? —resopló aunque divertida la castaña, alzando una ceja en su dirección antes de volver a la tarea de abrir su casillero.

—No, mi culo está perfectamente, gracias por preocuparte —respondió Renjun sonriéndole con amargura y apoyándose con el costado de su cuerpo de la taquilla contigua y las piernas y brazos cruzados—. Pero ¿piensas decirme que no es una putada que tenga que hacer la jodida audición a la hora del almuerzo, en el puto gimnasio...? ¡¿Con todo el maldito colegio viendo?!

—Primero, lenguaje —regañó fingiendo escandalizarse, todavía con risitas accidentalmente adorables de por medio, dándole un pequeño golpe en la frente sin siquiera tener que voltear a verlo—. Y segundo, ¿eres tonto o qué? De toooda la vida han sido así, por eso son pocos los que se atreven a hacerla. No puedo creer que apenas te estés enterando.

Renjun tomó su barbilla entre sus dedos para pensarlo— ¿Quizá falté esos días...? Bueno, creo que hace dos años, cuando llegué de China, estuve arreglando unas tonterías en Secretaría y tuve que faltar en esta época; el año pasado estuve enfermo, ¿puede ser...? —se encogió de hombros restándole importancia, porque al final no había absolutamente nada que pudiera hacer, y echó un vistazo al casillero de Miyoung al llegarle un curioso y rico olor—. ¿Esos son palitos de pizza?, ¿en serio guardas palitos de pizza en tu casillero, asquerosa?

—No realmente. Alguien debió haberlos metido ahí después del segundo periodo.

—¿Cómo que "alguien"? —exclamó entre sorprendido y como indignado por la indiferencia con la que lo había dicho, como si fuera de lo más normal. Metió la mano para quitar e inspeccionar una linda notita pegada sobre el envoltorio que desafortunadamente solo llevaba el nombre de la chica en brillantina y un corazón—. ¿Abrieron tu puta taquilla y no estás entrando en pánico?

—Más o menos —respondió despreocupada, tomando un palito para Renjun y uno para ella antes de cerrarla, pues ya había guardado lo que necesitaba—. Mira, estoy acostumbrada. No muchos se atreven a confesarse en persona, así que todos los años me piden la combinación y la difunden para dejarme regalos, y eso —tomó su bolso del suelo y perezosamente se lo puso al hombro, dándole un mordisquito a su regalo—. Son respetuosos, nunca tocan lo que no deben.

—Que tú sepas —refunfuñó en voz baja, soltando una risa nasal, y comenzó a caminar a su lado por el pasillo para llegar a su clase de Literatura—. ¿Ni siquiera te da curiosidad averiguar quién lo hizo? ¿Ni un poquito?

—¿Para qué? —cuestionó Miyoung, cumpliendo con su tarea de amablemente corresponder algunas sonrisas de sus admiradores, regalando un par de guiños porque se le hacía chistoso que los receptores entraran en pánico y/o se derritieran—. No es como si fuera a hacer algo al respecto, de todas formas.

—¿Agradecerle, quizás...?

—Enano, si me pongo en eso no voy a terminar nunca. ¿Acaso no viste el montón de cartitas y lindos envoltorios? —puso los ojos en blanco—. Y oye, no estoy tampoco interesada en corresponderle a ningún admirador secreto; suena cursi, pero sería extraño. Solo para que lo tengas en mente y no romantices una tontería.

—Lo que tú digas, ingrata —suspiró rendido, abriéndole la puerta del salón y dejándola pasar primero, no sin antes lograr que ella le sacara la lengua en burla con la nariz arrugada.

Ni un segundo pasó para que tuvieran la rabiosa mirada de Jaemin encima, acompañado del ceño fruncido y esa filosa mandíbula tensa. Ya había pasado una semana desde que estaba así, presuntamente por haber visto aquellos dibujos; a Miyoung no se le acercaba si Renjun estaba alrededor, y como estaban pasando tanto tiempo juntos... Bueno, no habían estado hablando mucho entre ellos que digamos.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora