taste | 27

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27: nuevas responsabilidades.

Decir que ese no estaba siendo el viernes más extraño desde el comienzo de clases sería la más vil mentira.

Desde Jaemin llegando temprano por razones desconocidas –para el público– cuando usualmente lo hace minutos después de sonar la campana, verlo repentinamente por completo de vuelta a su sonriente y encantador ser por los pasillos, que lo primero que hiciera fuera prohibir a Donghyuck acercarse a Renjun (aunque éste lo regañó por eso y él terminó disculpándose, lo cual era extraño en sí), que apenas volteara a ver a Miyoung y no le importara el hecho de que se hubiera sentado junto a un desconocido en Biología –pues él escogió ir con el chino–, y finalmente que abandonara todo y se fuera a sentar junto a él en el almuerzo, gruñendo a cualquiera de sus admiradoras que quisiera unírseles.

Decir que Miyoung estaba totalmente orgullosa de que estuvieran juntos y que no se sentía como si le hubieran quitado sus muñecos favoritos al verlos encerrados en su propio mundo, sería, probablemente, la segunda más vil mentira.

Ambos le habían bombardeado el teléfono de mensajes la noche anterior dándole la noticia de que intentarían salir, por lo que ya se esperaba algún cambio, y en serio se alegró por ellos. Se alegró de no tener que estar en medio de ese ambiente pesado por más tiempo, de poder verlos ser felices. Al final el tenerlos horas extra junto al peliazul había funcionado, como creyó, pues sabía que la naturaleza celosa de Jaemin no aguantaría una tarde de esa manera si es que en verdad sentía algo por Renjun.

Valió la pena toda la incomodidad de la biblioteca, eso fue lo primero que pensó.

Había hasta fantaseado con estar junto a ellos en paz, charlando y riendo, usando los poquitos momentos en los que el castaño distrajera a el pelirosa para insinuársele e incitar a Jeno a la luz del día y disfrutar del verlo todo rojito por su descaro. Incluso se levantó de su calentita cama y horneó galletas hasta tarde, lista para celebrar al día siguiente por la nueva pareja.

Miyoung, en verdad, estaba emocionada.

Llegar y que ninguno de los dos le regalara aunque fuera una mirada al saludarlos por estar demasiado ocupados en el otro, fue suficiente para convertirla en una pequeña niña berrinchuda todo el día. La culpa era de Jaemin, probablemente, por consentirla tanto y siempre tenerla como su prioridad; ahora solo pudo pucherear y esperar a que lo que deseaba fuera solo la "fase de la luna de miel" pasara y volvieran, ambos, a darle atención.

Actualmente, justo después de terminar el análisis de Literatura que con tanta preparación lograron en un santiamén, se hallaba trazando perezosamente con el índice los viejos dibujos ajenos en su pupitre a la par que de vez en cuando subía la mirada para ver a Jaemin dándole mimos a Renjun mientras éste intentaba apartar sus manos con las mejillas rojas, aunque robándole picos escondidos del Profesor. Hacía una mueca y volvía a mirar su mesa, soltando un suspiro triste. Jeno, que como Soobin –aunque éste aprovechaba el tiempo libre para terminar una tarea– se encontraba observando su estado, inmiscuyó su mano hasta uno de sus muslos, dándole un ligero apretón para llamar su atención.

Ella pegó un respingo, mas rápidamente se recompuso y volteó a verlo con una cerrada sonrisa tensa y algo tétrica— Nono~, ¿se puede saber qué estás haciendo? —alzó sus cejas.

—Evitando que sigas lamentándote, con suerte. Llevas toda la clase con pinta de querer meterte ahí. Déjalos estar solos por unos días, mientras tanto en cambio estoy yo aquí para entretenerte —respondió sonriendo y ladeando su cabeza, luciendo tan adorable como un cachorro. Por su parte, el que sus dos mejores amigos del mundo estuvieran solos-juntos le importaba una genuina mierda, sobre todo si con ello podía tener la oportunidad de robar la atención de Miyoung por más tiempo del normal.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora