taste | 35

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35: seis no son multitud
(II).

Jeno despertó. Se lavó los dientes, se dio un baño caliente y vistió más o menos con lo primero que consiguió limpio. Tomó un desayuno sencillo que en algún otro momento lo hubiera hecho sentir culpable, pero que ahora –con el invierno demasiado cerca como para ser realmente estresante, y el trimestre de clases tornándose cada vez más molesto– no pudo importarle menos. Saludó a sus padres lo más amablemente que pudo aunque salió como un gruñido soñoliento –sin remordimiento alguno–, y, de hecho, fue regañado por ello.

Medio dormido, y consciente de que aquello le haría un peligro por las calles –con eso sí se sintió culpable y procuró espabilarse antes de matar a alguien–, entró a su camioneta y suspiró cansado.

Juraba que nunca se acostumbraría a levantarse temprano. A veces se arrepentía de su decisión de dejar el café.

Tirando su bolso al asiento del copiloto, se desordenó el cabello todavía un poco húmedo y pasó la llave para encender el motor. En pocos minutos, ya estaba de camino al colegio. Su casa no quedaba demasiado lejos –como realmente nada en aquel pueblo–, por lo que en quizás unos quince o veinte minutos a una velocidad moderada llegó. Estacionó en el apartado de los estudiantes, y tras soltar un bostezo necesario, tomó su bolso y salió del vehículo.

Caminó hasta la entrada del edificio principal donde se consiguió con Renjun, quien probablemente llega allí de primero todos los días. Jaemin se quedó dormido, se encargó de informarle a Jeno en cuanto éste le preguntó qué hacía solo después de estos –al final pocos– días en los que él estuvo a su lado casi maniáticamente.

Charlaron por un rato hasta que vieron entrar un deportivo descapotable de color rojo al que ni siquiera había que ver por demasiado tiempo para saber que traía a sus "amores". O mejor dicho, a Jaemin y a Miyoung, además de a Donghyuck tras el asiento del piloto, pues el despampanante carro era suyo. La música que estaban escuchando resonó por completo en el patio delantero, y prácticamente todo quien llegó a verlos suspiró embelesado.

Con la noticia ya demasiado evidente de Jaemin saliendo con Renjun, su estatus de "inalcanzable" no había hecho más que aumentar o empeorar. El hecho de que siempre estuviera siendo un trocito de cielo con su casi novio –como ahora que peligrosamente bajó del vehículo de un brinco, recibiendo un pequeño regaño del chino, y sin importarle corrió a llenarlo de besitos por cualquier lado visible–, solo hizo que las fantasías de las alumnas promedio se cumplieran a través de alguien, además y a su manera, adorable. Lo cual, verdaderamente, las hizo mejorar e incluso añadir por accidente a Renjun a la lista de gente cotizada en el colegio, por más que el chico apenas y hubiera sido visible antes.

Los otros dos en el carro, obviamente sí esperaron a estacionarse. Después de que Haechan chequeara su maquillaje en el espejo retrovisor, salieron luciendo como si estuvieran actuando en una especie de comercial. Los suspiros solo pudieron volver a escucharse al verlos caminar de brazos unidos en su propia pasarela hasta que llegaron donde el pelirosa y el castaño, que se besaban tiernamente con un pelinegro intentando lo mejor posible el no verlos ni de reojo. Cosa que, teniéndolos justo al lado, era bastante complicada.

—Buenos días, Jino~ —canturreó el ahora peligris, literalmente quitándose un par de lentes oscuros a la vez que sacudía la cabeza para que el cabello le ondeara con el poco viento existente. En serio, una tercera ronda de suspiros se pudo escuchar hasta sin disimulo.

Miyoung soltó una risita y el "nombrado" tan solo bufó— De hecho, es... Jeno —murmuró por lo bajo, alzando una mano para saludarlo dubitativamente y sin muchas ganas.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora