taste | EPÍLOGO.

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Jeno llegó al colegio, y mágicamente, antes de que se diera cuenta de qué estaba pasando, ya estaba siendo arrastrado a la oficina del director –por primera vez en la vida, cabe destacar. Su mente seguía hecha un lío por estar recién despierto, así que solo se había dejado llevar sin cuestionarlo, pero una vez comenzó a procesar que la Secretaria tenía cara de pocos amigos y, de hecho, le había dicho tétricamente "el Director Park quiere hablar con usted...", tuvo miedo.

Tragó saliva en cuanto pasaron a la pequeña recepción, donde la Secretaria se dirigió a su propio escritorio después de tocarle la puerta al Director para avisarle que ya habían llegado. Tragó saliva cuando salió el Director, con el ceño fruncido, y sus ojos clavándole pequeños cuchillitos a los suyos.

Fue un solo movimiento de cabeza del hombre lo que hizo que Jeno reaccionara, pegando un ligero respingo nervioso y siguiéndolo hacia dentro de la oficina. El espacio no era tan tétrico como el Director Park, como Jeno se lo imaginó al instante en el que supo que por alguna razón estaba en problemas. No era, realmente, nada fuera de lo común; el típico escritorio largo casi al fondo, los muebles de distintos tonos de vinotinto, algunas fotos de su familia repartidas por ahí. Igualmente, su corazón latía como loco.

Se sentaron, y Jeno sintió un escalofrío al ver la molestia en los ojos del Director Park. No entendía por qué así veía al sujeto que le consiguió a la institución la medalla de oro en las olimpiadas de matemáticas pasadas, pero tampoco dijo nada al respecto; solo selló sus labios en una fina línea y se quedó pestañeando con las manos entrelazadas en su regazo, a la espera de que lo asesinara o por lo menos explicara qué hacía ahí.

—¿Podría decirme, Lee —casi pudo sisear de lo amenazante que había salido la voz del hombre—, por qué lo primero que vi al llegar a mi escuela fue el tan maravilloso anuncio "Lee Jeno tiene la... –una pausa, donde el odio incrementó en sus ojos–... más grande de Neo High"? ¿Hm?, ¿escrito justo en medio del campo de fútbol?

Quiso reírse porque el hombre "censuró" el mensaje, pero se aguantó porque verdaderamente sentía que sería capaz de asesinarlo si lo hacía. Bueno, si Jeno supiera lo que estaba pasando quizás entendería su enfado, mas estaba tan perdido como él.

—Yo... ehm, Señor. Yo no tengo ni idea de lo que está hablando —le dijo honestamente, rascando su nuca con cuanto disimulo pudo y carraspeando un poco al acabar antes de removerse en su silla.

—Así que va a tomar la decisión de hacerse el inocente... —espetó el Director, viéndose como todo un toro enojado, y Jeno sonrió cuanto pudo en busca de que le creyera— Es la peor decisión que puede tomar, Lee. Fue tan listo como para colocar su nombre y apellido, no crea que ahora me convencerá de que no fue usted.

—Bueno... —balbuceó, bajando la mirada a la no-tan-limpia alfombra y dándole un golpecito con la punta del zapato a un desubicado bolígrafo—... E-Entiendo que puede ser frustrante para usted, Señor, lo lamento; pero en serio no sé siquiera de qué está hablando.

—¿De verdad se supone que tengo que creer que alguien más escribió esa barbaridad?

—¡Díganme en este instante por qué carajo mi novio está allá adentro con J.Y!

Oh, Miyoung, claro.

Jeno se hundió en su incómoda silla mientras el Director tomó una profunda bocanada de aire, armándose ambos de valor para lo que estaba por venir. La Secretaria se oyó medio discutiendo con ella, diciéndole que no podía aparecerse así como así y pegando mil gritos en la oficina del Director, que inmediatamente saliera. Miyoung, sin embargo, siguió chillando indignada y Jeno de repente sintió que ese día debía haberse quedado en casa.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora