taste | 25

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25: emboscada
y explosión.

El miércoles de aquella semana, cuando Miyoung estaba tranquilamente charlando con y entreteniendo a una de sus ancianas favoritas (la dulce Señora Kim Hyuna, que había mandado a su esposo Hyojong a buscarle un vaso de fruta hace casi más de una hora), una especie de alboroto poco común pareció tomar lugar en la recepción del asilo. Y, puesto que en realidad era atípico que allí hubiera tanto ruido y sobre todo de ese tipo –una clase de silbidos y carcajadas bastante sonoras–, la curiosidad les ganó a las dos y terminaron acercándose a ver qué ocurría entre especulaciones y risillas.

En el centro del caos se encontraba la Señora Lee Sunmi pellizcando la mejilla de un chico que les estaba dando la espalda, visiblemente enternecida y adulando al muchacho. Ambos estaban siendo rodeados por muchos de los otros residentes, quienes eran los que vitoreaban la escena por completo encantados e incapaces también de mantener sus manos alejadas del joven –bastaba decir que no era muy seguido cuando venían a visitarlos personas nuevas.

Miyoung reconoció aquella espalda inmediatamente, ¡y es que por Dios!, incluso podría hacerlo con los ojos vendados.

¡Uh! Eso tenían que intentarlo algún día, "hacerlo con los ojos vendados"...

—Jeno-yah —lo llamó una vez se despidió de Hyuna y se abrió paso entre la multitud, con delicadeza haciendo que Sunmi y los demás lo dejaran ir de sus implacables manos. Él la volteó a ver como si acabara de salvarle la vida, finalmente pudiendo respirar adecuadamente después de los más asfixiantes y extraños diez minutos de su existencia—, ¿qué haces aquí?

—¡Oh~, Younggie! —saltó el Señor Choi Minho, tan entusiasmado como todos los demás—, ¿conoces al Joven Lee?

—¿"Joven Lee"? —cuestionó ella alzando una ceja en dirección de Jeno, reteniendo una risotada como mejor pudo. Asintió, lo que provocó incluso más gritos de los residentes, alegres de saber que su adorada Younggie se llevaba bien con el desconocido galán.

Él rodó los ojos, apenado— Seré voluntario por hoy. En recepción dicen que necesitan ayuda pintando una habitación del tercer piso, así que supongo que éso.

La castaña entrecerró los ojos y cruzó sus brazos, en el fondo los espectadores siguieron con su barullo, hablando de lo buen chico que era por venir a ayudar así fuera por tan solo un día. Cuando Jeno se fuera, Miyoung se encargaría de regañarlos a toditos por actuar como sus más grandes fans a menos de media hora de haberlo conocido. Por ahora, se enfocaría en averiguar qué estaba tramando verdaderamente el pelinegro.

—Voy a tomar prestado al Joven Lee por un ratito. Juro que no lo voy a descomponer —anunció a la par que rodeaba su muñeca con la mano y comenzaba a tirar de él fuera, recibiendo quejidos del público. Una vez estuvieron alejados, sentados sobre un banco en el amplio patio, lo volvió a encarar con sospecha—. ¿Qué se supone que estás haciendo aquí? Si estás pensando que soy lo suficientemente descarada como para follar en un asilo estás muy equivocado, bonito.

—Te ves linda con tu uniforme, realmente me gusta.

¿Eh?

Ella solo pudo sonrojarse por la sorpresa y bajar la mirada hacia la vestimenta rosada que llevaba, boqueando como un pescado ante la falta de palabras. Kim Miyoung no era la clase de chica que se quedaba sin palabras, y mucho menos con algo tan simple. No, ella siempre podía salir con algún comentario entre inapropiado y elocuente.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora