taste | 17

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17: recompensa.

De acuerdo, quizás había exagerado un poquito con lo de "ser un equipo" –y a Jeno le daba hasta vergüenza haberlo dicho, mas tenía la ventaja de que nadie entendiera lo que pasaba por su cabeza–, pero se trataba de eso básicamente. No podían traicionarse, porque si caía uno caían los dos; y de eso sí que no había vuelta atrás. Estaban arriesgando demasiado como para poder pensar en algo como sacar ventaja o perjudicar al otro. Porque no era una competencia, y era ilógico pensar así.

Solo tenía que ignorar al malicioso de Renjun, y continuar con su vida.

El primer día de clases no fue demasiado ajetreado, pues se basó generalmente en explicar en qué y cómo serían evaluados aquel primer trimestre; algunas presentaciones de alumnos nuevos y ponerse al día con sus anécdotas de vacaciones. No fue nada fuera de lo normal, como si no hubiera pasado el tiempo –exceptuando la ausencia de alumnos recién graduados, como Mark–, y aquello por supuesto incluía a los típicos admiradores rodeando a los famosos Jaemin y Miyoung.

Con ello, Jeno no pudo evitar recordar los comentarios de la chica en la reciente fiesta, y se preguntó una segunda vez si eso –el tener a una multitud aduladora siguiéndolos todo el día, todos los días– era en verdad de su agrado o solo una costumbre.

Estuvo atento a ellos dos a la hora del almuerzo, cuando se sentó junto a Renjun y sus buenos amigos Mingi, Hyunjae, Felix y Changbin en una mesa aparte –como siempre lo han hecho, pues es seguro que al primero y a Jeno no les gusta esa atención y jamás han estado demasiado cerca de Jaemin en clases para evitarla–, y no notó nada que la delatara en realidad. No parecía disgustada o incómoda, pero las palabras "no es que tenga muchos amigos además de Jaemin" y lo desganada que lucía –así hubiera sido por pocos segundos– al hablar al respecto, no habían dejado que Jeno parara de enviarle algunas miradas curiosas de vez en cuando.

Aparte de eso, todo fue bien. Los cuatro descubrieron que tendrían un par de clases juntos, incluso una que otra con Hyuck y los demás, y no tendrían realmente que verse con algún profesor problemático o demasiado intenso, lo cual les hacía pensar que sería un buen año o por lo menos no sería tan malo desde un principio.

El día acabó pronto, y con ello Miyoung regresó a casa a bañarse y alistarse para ir a donde Renjun, como habían quedado que harían. Estaba orgullosa de haber podido hacer que Jaemin se lo pidiera personalmente al castaño, con su usual técnica de mandar pequeñitos mensajes subliminales para implantar la idea en su cabeza.

No era realmente muy difícil. Con tantos años conociéndose, el pelirosa era más bien predecible para ella, así que en esta ocasión bastó con decirle que su hermano había conocido por internet a una chica de China –lo cual era cierto, la adorable Song Yuqi– y que tenía muchas fotos con adorables peluches de Moomin –lo cual no era cierto, pero por alguna razón recordó que Renjun estaba obsesionado con la caricatura y lo creyó útil–, y lo tuvo saltando de lado a lado, emocionado por su repentina idea.

—¿Vas a salir, hija? —preguntó de repente su padre justo cuando Miyoung tuvo la mano a centímetros de la manilla de la puerta, logrando que soltara un brinco del susto y su corazón bombeara a más no poder.

Ya debería estar acostumbrada, en realidad. Su padre era como un fantasma y siempre aparecía de la nada, pero le era imposible.

El Señor Kim era quien se quedaba en casa mientras la Señora Kim salía a trabajar, por lo que sabía perfectamente que la mayoría de las tardes Miyoung las pasaba en casa de su mejor amigo. Y, aunque no lo admitiría en voz alta, odiaba que así fuera. Se ponía como una madre osa cada vez que atrapaba a su hijita saliendo –porque los cuatro en esa casa eran casi como compañeros de piso, y hace mucho que Doyoung y ella dejaron de tener que pedir permiso para nimiedades como esa–, con el único objetivo de al menos retenerla un poco.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora