Catch 05.02

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—Pero a ti te gustará.

—Estás loco —susurró contra sus labios. Jongin se apartó ligeramente para mirar sus ojos.

—Puede que ahora pienses eso,  pero te demostraré que tengo razón.

—Te puedo asegurar que el golpe que me acabas de meter, no me ha gustado nada —dijo fríamente. Él apretó los labios separándose.
Jongin asintió.

—Tienes razón.  Ha sido imperdonable. Pégame.

______ entrecerró los ojos.
— ¿Qué?

—Devuélvemela. Pégame con ganas.

La  rabia  volvió  por  la impotencia. —Para que me machaques a golpes.

—Habías salido del sótano y merecías una lección, pero no esa.

—¿Eso quiere decir que si te doy un golpe, después me darás la lección? No, gracias. Tengo la sensación de que voy a salir perdiendo.

Jongin sonrió divertido.
—No eres estúpida, nena. A cada momento me sorprendes y eso no pasa mucho.

—¿Quieres decir que ya puedo irme porque me habías juzgado mal?

Los ojos de Jongin brillaron.
— Eso significa que si tenía intenciones de reformarte, ahora todavía más.

—¡Púdrete, cabrón! —le gritó a la cara —¡A mí no me pasa nada malo!

Jongin la cogió por la nuca y la besó entrando en su boca como si quisiera devorarla. El corazón de ______ dio un vuelco cuando acarició su lengua saboreándola. Jongin metió la mano entre sus piernas y ella gimió cuando sus dedos llegaron a su sexo acariciándolo de arriba abajo.
Gritó en su boca cuando un dedo entró en ella y se apartó de ella para mirar su rostro.
Atontada abrió los ojos y Jongin susurró con voz ronca — Estás caliente y estrecha, preciosa. — Metió otro dedo en ella y gritó arqueando la espalda apoyándose en los talones por la tensión que empezó a tirar de su cuerpo.
Él sonrió y miró hacia abajo antes de sacar los dedos y golpear su clítoris con fuerza provocando un orgasmo en ______ que le robó el aliento.

La acarició entre las piernas alargando su placer y se acercó a su oído  susurrando
—Estás  preciosa cuando te corres, nena. —La besó en la sien mientras volvía al presente.

______ abrió los ojos y Jongin levantó ambas cejas. Se puso como un tomate recordando la palmada en su sexo porque su cuerpo la había traicionado  totalmente.
Estaba asombrada de lo mucho que le había gustado después de todos los hombres que había rechazado.

—¿Estoy mal de la cabeza?

—No, preciosa. Tú eres especial y necesitas cosas para excitarte.

—¿Qué cosas? ¿Soy masoquista?

—Está claro que no te gusta que te peguen. Pero en ciertos momentos te vuelve loca cierta dominación. —La cogió por la nuca elevando su cara. — ¿Lo sientes, nena? —Acarició su cuello hasta llegar a su escote. Rasgó su vestido provocando que su respiración se acelerada y acarició uno de sus pechos con fuerza. Ella gimió de placer cuando apretó el pezón endurecido entre sus dedos. —Esto es lo que tu cuerpo necesita. Te gusta que te dominen y perder el control. Puede que no te guste la autoridad, pero en el sexo… te vuelve loca.

Se apartó de ella de repente y se fue mientras que ______ con la respiración agitada le observaba a punto de gritar de necesidad.
Se sentó en la cama cubriendo sus pechos, pero aquel vestido ya no tenía arreglo. Además,  ella cosía fatal. Que lo cosiera él. Ese pensamiento la hizo sonreír y en ese momento entró él con una bandeja.

—¿De qué te ríes, nena?
—No sé coser.
—Aprenderás. Tendrás mucho tiempo para practicar. —Le puso la bandeja sobre las rodillas y casi chilla de alegría al ver macarrones con queso.

Olvidando el escote cogió el tenedor comiendo con ansias.
Él  se  sentó  a  su  lado observándola. —A partir de ahora tú te encargarás de la comida.

Se atragantó porque no se lo esperaba y después de toser él dijo
—Y más te vale que sepas hacerlo. Si se te está pasando por la cabeza que tienes una oportunidad de escapar, te diré que la casa está blindada. No podrás salir de mi propiedad sin que salte la alarma y si eso ocurre, la policía está fuera. ¿Crees que te creerán si dices que te retengo aquí? Que hayan entrado en la casa me viene muy bien en este caso, ¿no te parece?

Perdió el apetito.
—Yo no he hecho lo del despacho.
—Lo sé. Y sé quién lo ha hecho.  Pero no voy a desaprovechar la oportunidad. —Apartó uno de sus rizos de su frente. —No vuelvas a alisarte el cabello. Me gusta más así.
—A mí no.
—Pues es una pena. Come. —Se levantó y salió de la habitación. — Tengo trabajo. No me molestes.

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