Catch 09.01

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Increíblemente no se sentía mal.

La había impresionado su comparación con su padrastro, pero los conocía a ambos y no tenían nada que ver, porque Jongin sí que se preocupaba por ella.  Sería interesante ver cómo intentaba dominarla.

Divertida fue hasta la cocina y empezó a hacer el desayuno. Cuando él bajó a desayunar vestido con un impecable traje gris, ella estaba poniendo su plato en la mesa. Como solo podía trabajar bien con una mano,  iba más despacio. Cogió el otro plato sentándose a su lado.

—¿Tienes mucho trabajo hoy?  —dijo maliciosa.

—Tengo  reuniones  toda  la mañana. Si tengo suerte estaré aquí temprano.

—¿No me digas?

—Preciosa, como tenga que salir de la oficina, te va a doler el trasero.

—¿Puedo usar tu ordenador?

—No. Nada de contacto con el exterior.

—¿Dónde está mi móvil?

—¿Y qué más te da?

—Miyeon…

—Miyeon piensa que estás de vacaciones en casa de tu madre.  Desgraciadamente  ha  tenido  un problemilla de salud.

—¿Qué? ¿Por qué le has dicho eso?

—No se lo he dicho yo, sino recursos humanos que se lo dijo a tu jefe y después el rumor corrió por la oficina.

—Seguro que me ha llamado.

—Sí, varias veces y le enviado los  correspondientes  mensajes diciéndole que ibas a estar unos días desconectada porque tu madre te necesitaba.

Ella gruñó intentando cortar su beicon. Jongin alargó los cubiertos y se lo cortó como si nada antes de seguir comiendo. Ese gesto la enterneció tanto que se le quedó mirando unos minutos.

—¿Te duele la mano?
—Sí, pero mucho menos que ayer.
—Se está curando muy bien.
—Jongin…
—¿Si?
—Y cuando esto termine, ¿qué esperas conseguir?
—Nada, aparte de una contable con las ideas centradas.
—¿Centradas en ti?
—Más o menos.

—¿Y cuándo esto termine?

—Cuando termine, se terminó.  —Bebió de su café y se levantó abrochándose la chaqueta. —Pórtate bien, nena. —Se apoyó en el respaldo de su silla y susurró —Dame un beso.

Levantó la cara y besó sus labios saboreándolos.
Él  se  apartó.

— ¿Limpiarás algo la casa?

—¿Las ventanas?

La besó en la punta de la nariz antes de enderezarse.
—Provocadora.

Suspiró viéndole salir dispuesta a pasar un día de aburrimiento. Pero al final no se aburrió tanto. Después de quitarse la camisa y buscar una camiseta vieja, limpió el polvo. En el cuarto de la limpieza había todos los chismes que se pudiera  imaginar  y  se  entretuvo limpiando cosas.

Cuando Jongin volvió a casa todo lo que había en los armarios de la cocina estaba sobre las encimeras y ella estaba subida encima de una escalera limpiando con el robot a vapor el interior de los armarios.

—¡______!

Chilló asustada casi cayendo de la escalera, pero soltó el aparato que cayó sobre las copas de cristal desperdigándolas por todas partes.

Él se acercó de inmediato y la cogió en brazos.
—Me has asustado. ¡Ha sido culpa tuya!
—¿Quién te manda a ti ponerte a limpiar los armarios?
—Tú.
—¿Yo? ¿Cuándo?
—¡Me dijiste que limpiara! — Vio que subían hacia la habitación y gimió cuando entró en ella para ver que la cama no estaba hecha. Eso lo detuvo en seco y ella lo miró esperando su reacción.

—No has hecho la cama.

—Es que la lavadora ha hecho
algo raro…

—¿Algo raro?
—No sé porqué la ropa ha salido azul.
—¡Será porque has mentido algo de ese color!
—¡Unos vaqueros! Pero eran de marca. Esos no destiñen.
—¿Quién te ha dicho eso?
—Lo sabe todo el mundo.
—Eso lo dice la que se los compra de diez dolares. ¿Y por qué no has puesto otras sábanas?

—No las he encontrado. Tienes la casa muy desorganizada. No hay quien encuentre nada.

—Ahora sí que no encontraré nada. —La tiró sobre el colchón y dijo fulminándola con la mirada —Ponte boca abajo.

—Si me dices dónde están las sábanas…

—¡Boca abajo!

Estaba  furioso  y  le  miró poniendo morritos antes de tumbarse boca abajo.
—¿Esa es mi camiseta de los Hanwha Eagles?

—¡Es muy vieja!

—¡La madre que te parió! ¡Quítatela ahora mismo! ¡Está firmada
por los jugadores!

—Estás muy quisquilloso. No te importó una camisa de dos mil dolares,  pero una camiseta cochambrosa…

Se  arrodilló  quitándose  la camiseta y a Jongin se le cortó el aliento cuando la tiró al suelo con descaro.
— Esto lo vas a pagar.

—Pues no debería, porque no he hecho nada malo. —Se tumbó de nuevo girando la cabeza hacia él.  Un grito en el piso de abajo les tensó y Jongin la señaló.

—No te muevas.

—Jong…

—¡No te muevas de aquí! — Salió corriendo y cerró la puerta tras él. 

Asustada por si habían vuelto a entrar en la casa, corrió al baño y se puso un albornoz antes de ir hacia la puerta. Al llegar al final del pasillo, sacó la cabeza para ver como Jongin llevaba del brazo a una mujer mayor hasta la puerta.

—No pasa nada, señora Han. Cuando sea necesario que vuelva a trabajar, la llamaré.

—Pero…

—La llamaré. —La sacó de la casa y cerró la puerta en las narices de la asombrada mujer.  Él se volvió quitándose la chaqueta y al verla se detuvo en seco.
— ¿Qué haces ahí?

—Nada. —Corrió hacia la habitación y se quitó el albornoz a toda prisa tirándose en la cama boca abajo.

Jongin se quitó la corbata de mala manera.
—¡A mi asistenta por poco le da un infarto al ver el estado de la casa! ¡Y hasta has puesto patas arriba el salón!

—¡Me dijiste que limpiara!

—¡Pero no toda la casa a la vez!  ¡Me gusta el orden!

—¡Maldito reprimido! ¡Qué más da cómo está la cocina!

—¿Maldito reprimido? ¡Te voy a enseñar lo reprimido que soy! ¡Ponte de rodillas!

Catch - KJIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora