Epílogo

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—¡De eso nada!
—¿Cómo que de eso nada? —La azotó de nuevo haciéndola gritar mientras tiraba de las correas que la sujetaban a la pared del gimnasio. Él se acercó a su espalda y le susurró al oído mientras acariciaba su nalga.
—¡Nena,  dime que no volverás a hacer la escenita que organizaste en casa de mis padres la pasada Navidad o no saldrás de aquí en una semana!

Ella gimió inclinando la cabeza hacia atrás y le dio un suave beso en los labios.
—Torturaré a  tu madre mientras tenga vida.
Jongin acarició su miembro contra su sexo apoyando las manos a ambos lados de su cabeza.
—No puedes hacer lo mismo, preciosa. Casi le da un infarto al ver que te ponías a darle de mamar a la niña en la mesa mientras cenabamos.  —Entró en ella lentamente haciéndola gemir. —No se pudo levantar de la cama en una semana de la vergüenza. 
—Más, dame más.
—¿Necesitas más?
—Sí —susurró desesperada.
—Pues es una pena. —Se movió lentamente torturándola y ______ gritó de necesidad tirando de las correas. — Me robas el dinero para mantener a tu familia. ¡Minho se va a volver un consentido! ¡Eso debe parar o tendré que hablar seriamente con tu madre! Y no solo eso, has hecho que mis amigos se enfaden conmigo por alterar a sus mujeres. ¡Por Dios, ya se han quemado tres apartamentos en la ciudad por tu culpa! —Mordió el lóbulo de su oreja y empujó  las  caderas  con  fuerza volviéndola loca de deseo. —Y mi madre no quiere ni verte. Sólo te tolera por la niña. Debes cambiar.
—A ti te gusto así. Te gusta como soy.
—Sí, mi amor. —La abrazó con fuerza contra él. —Me llevará toda una vida controlarte, pero merece la pena.

—Tú sí que mereces la pena, cariño. Por ti no cambiaría nunca.

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