14

1K 94 118
                                    

Tres semanas pasaron antes de que Off pueda volver a casa con Gun. Dos más de las que le había dicho que se iba a ausentar, el motivo. Las marcas.

Su pecho, brazos y espalda, aún conservaban unas cuantas líneas rosadas pálidas, que se veían claramente gracias a su piel blanca.

Los chupetones, aruñones y mordidas, fueron un gran problema para él, no podía permitir que las vea su prometido, pues se estaría delatando a sí mismo.

Off no podía permitir eso.

Más tarde aquel día, que despertó por la noche, había pasado por todas las etapas. La negación fue la primera.

Off definitivamente nunca aceptaría que él se hubiera vuelto a enredar con Mild. Por lo menos, no en su sano juicio.

La ira estalló en su interior como un volcan en erupcion. Pudo por fin recordar lo sucedido en el bar del hotel, el calor que sintió, su lívido burbujeando en su ingle, calentandolo, y luego la voz de su pequeño pidiendo que lo folle. No era él, no, no lo era.

La frustración se adueñó de él al tomar por los cabellos a aquella zorra que estaba plácidamente dormida, mientras su mundo se derrumbaba como un castillo de naipes. Una vez más.

La tiró fuera de su cuarto con un empujón, nada importaba. Nada. Ni siquiera que estuviera totalmente desnuda, el pasillo la acogió con sus luces fluorescentes, mientras ella le lanzaba todo tipo de maldiciones y golpeaba la puerta como una loca.

La depresión llegó unas horas después, seguía desnudo y un tanto mareado, hecho un ovillo en el piso frío, su llanto amargo no aplacaba el dolor. La había cagado hasta el fondo, otra vez.

Tiraba de sus cabellos con rabia, preguntandose ¿que habría pasado si hubiese subido a su cuarto y no se hubiera emborrachado como lo hizo? Ya nada de eso importaba.

Pero tres o cuatro copas no podían haber causado aquellas ganas de sexo como las que el había sentido aquel día ¿o si?

En fin.

La aceptación fue la última etapa. Aceptación. Era la palabra precisa que buscaba cuando todo lo noqueó de un golpe fuerte y certero.

Decidió dejar toda aquella historia de mierda en eso, una mierda a la que le pasas de lado para no embarrarte los zapatos limpios que llevas por vida.

Gun no tenía por qué enterarse de nada. No la habia liado la vez pasada ¿Por qué de vería hacerlo ahora? aparte de eso, él estaba con Tay.

Y según los gritos que Mild daba detrás de la puerta, decía que Gun podría estar haciendo lo mismo con su propio mejor amigo, o con Joss, o con ambos a la vez.

Los mensajes de Gun no ayudaban para nada, pasaría donde Joss la tarde y en esas horas podrían hacer de todo. Luego en la noche un mensaje decía que recién llegaba del cine con Tay. Fue entonces cuando Off decidió que si Gun lo engañaba tan bien, él podría hacer lo mismo.

Río sin ganas, ¿que estupideces estaba pensando?

Acaso pensaba que Gun. Su Gun. ¿Sería capaz de engañarlo? Acaso de verdad él creía que lo podía engañar y acostarse con Tay, o con cualquier otro en sus narices.

NO.

Ese no era Gun, no era su Gun, el fiel, el mimoso, el dulce, el que lo tuvo un año sin sexo para que le probara que de verdad lo amaba, Gun, el mismo que le decía te amo papii en cada mensaje que le enviaba, el niño que le robó el corazón desde que lo vio en aquella biblioteca, con sus anteojos de grueso armazón y sonrrisa cándida.

Puedo Tenerlo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora