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Ese pequeño roce fue la perfecta excusa para liberar los deseos en su interior. Cuando fue que sus manos sin pizca de titubeo empezaron a bajar el pantalón del muchacho dormido y medio alcoholizado, sus rodillas lisas se asomaron por la falta de la prenda, el bóxer en tono claro cubría la deliciosa curva de su pene semierecto.

Esas tersas piernas sin rastro de bello lo dejaron sin poder respirar por al menos treinta segundos. Sus dientes se apretaron sobre su labio inferior al retener un jadeo brusco. Menudas, blancas, delicadas y los muslos firmes. Las yemas de sus dedos las rozaban con extrema dedicación y anhelo. Lo sintió erizarse contra su gran mano y lanzar algo parecido a un quejido excitado -O eso quería creer- Tay empezaba a acariciar con más rapidez, con ambas manos abarcaba casi la totalidad de su pequeña cintura. El muchacho abrió los labios y ronroneos suaves salieron al instante. Eso se llevó la última pieza de la cordura de Tay.
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Los dedos largos se entrelazaban fuertemente en el espeso cabello negro azabache, eran tan negros como la misma noche sin estrellas, ellos lograban hacer remolinillos en el cuero cabelludo del menor, obligándolo a que se la meta más profundo en la garganta, que se la comiera bien entera.

Los fuertes jadeos entrecortados sumados a la vista que él tenía de esa perfecta boca acaparando todas las venas llenas de pura lujuria, lo estaba llevando directo al infierno. Tay lo sabía. Su pene de color chocolate claro era grueso y unos cuantos centímetros más grande de lo que Gun estaba acostumbrado a tragar y dejar que le folle la boca y parte de la garganta.

Tanta era la presión que imponía sobre los cabellos, que sus nudillos estaban blancos y sus uñas marcadas en la palma de la mano, la otra viajó libremente hasta su garganta, posándola allí para sentir su expansión cuando lo embistiera más profundo, podía escuchar arcadas húmedas, pero eso no lo detenía. Nada lo hacía.

El placer le acariciaba el pulgar que estratégicamente se encontraba en la tráquea, cuando su pene totalmente acuoso entre saliva y líquido preseminal entraba y salía cada vez más rápido. Los oscuros ojos de Gun lo miraban tan penetrante que podía sentir como su sed de lujuria y la de él, fueran una sola llevándolos a otro nivel. Tay se mordía el labio inferior con más fuerza aún, una gota de frío sudor hacía su camino por la frente del moreno hasta llegar a su cuello. Se la sacó de la boca cuando sintió una mordida en la base.

- ¡Pero que demonios! -Le gritó agarrándole las mejillas y estrujárselas para luego soltarlas de manera brusca -¿Acaso me quieres arrancar la polla? -Chilló cerca de los labios contrarios.

-¿Acaso me quieres matar? -El menor tosía de manera húmeda al responder ante tan grotesco trato - Me estaba poniendo morado sin poder respirar, y de paso te cabreas ¿tú de qué vas?

-¿Qué de que voy? ¡Ahora lo sabrás! -Lo puso de pie estrellándolo con tal fuerza, que su pequeño cuerpo rebotó por el impacto contra la pared. Le agarró las muñecas subiéndolas a la altura de la cabeza y comenzó a comerle los labios, con tanta violencia que podía sentir el sabor metalizado de la sangre con cada nueva mordida que les daba.

Cegado totalmente. Él lo estaba, sí, ya no había duda alguna, ya no era dueño de sus acciones, ya no tenía opción a retroceder, y lo mas preocupante, no quería hacerlo. Gun mordía el pecho dejando erecto el pezón atravesado por su piercing de dos puntas dentro de sus labios, succionaba con una fuerza que le resultaba tan magnífica. Hecha exclusivamente para él, para su cuerpo.

-Siii... Ahhh... Así, Gun, así... Mas fuerte, muérdeme más - Decía entre sollozos delirantes. Gun se separo de su pecho para preguntarle si lo que estaba haciendo era de su agrado, si le gustaba de esa manera. Mas no tuvo tiempo de responder cuando una tercera voz que no se escuchaba tan lejana se colaba entre ambos.

Puedo Tenerlo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora