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Sus pequeños pasos literalmente arañaban la reluciente baldosa, su corto avance hacía que sus zapatillas de goma blanda chirriaran a su andar.

Tay prácticamente arrastraba a Gun, jalaba de su brazo conduciéndolo por el pasillo que llevaba a la habitación 209.

La habitación donde Mild le dijo que estaba.

A Tay no le hacía nada de gracia hacer aquello. El solo pensar que Gun tuviera que hablar con ella le revolvía el estómago. Pero había sido su decisión ir allí, él solo era su pilar de apoyo. Siempre lo sería.

Sabía que sea como sea, el único que saldría herido sería Gun, herido nuevamente por esa mujer, por sus palabras, no sabía que quería, la sola idea que pudiera atacarlo otra vez, lo ponía furioso. Fue demasiado tarde cuando quiso Advertirle de ello, pero entonces el pequeño ya había respondido:


-Está bien, en quince minutos estamos ahí. -Ya no había marcha atrás, Gun ya había decidido ir y hablar con ella.

-Dime P' ¿Por qué tengo que hacer esto? ¿Por qué tenía que llamarme a mí? -Se quejaba Gun por milésima vez desde que salieron de casa.

Tay se detuvo y envolvió su cuerpo con el del hombrecito a su espalda en un abrazo de oso.

Sabía que esto pasaría, sabía que Gun se arrepentiría de haberle dicho que vendría.
Su corazón a pesar de todo sigue siendo demasiado blando.

Pero también sabía que Gun quería oír lo que Mild tenía que decirle. Solamente que no lo demostraba. Por lo menos no con palabras.

Y eso era a lo que más le temía Tay.

Dio un beso en la frente de Gun y metió los dedos por las hebras castañas para dar pequeños masajitos.

-Todo estará bien, amor. Yo estoy aquí, contigo. -Dio un casto besito en sus labios y siguieron caminando, esta vez uno al lado de otro con sus dedos entrelazados.

Como ya lo habían prometido.

La llamada fue bastante corta, ella prácticamente rogó a Gun para que la escuche, a pesar de sus múltiples negativas, ella había logrado que él fuera a verla.

Y allí se encontraban, en el segundo piso del hospital general buscando la habitación 209.

-207, 208, y... 209. -Dijo Tay apuntando la puerta color beige.

Gun sintió su corazón latir bastante fuerte cuando tocó la puerta, haló su brazo para que ambos puedan entrar en cuanto le dieran paso, pero Tay negó con la cabeza. Gun lo miró con el ceño fruncido y un pucherillo de enojo.


-Es algo que debes hacer solo - Tay dejó un beso sobre su mejilla antes de sonreirle dulcemente.

-No puedo -La frente de Gun se arrugó con nerviosismo.

-Si puedes, ve y escucha lo que tiene para decirte.

Y aunque a Tay le faltaba el aire, su voz sonara quebrada y sentía como sus piernas no podrían seguirlo sosteniendo y temblaban del miedo, miedo de perder a Gun, miedo de que él puede salir por esa puerta y terminar lo que hace pocas horas habían iniciado.

Puedo Tenerlo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora