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Cuántas veces te puedes enamorar en la vida ¿Una, dos, tres? Y cuantas veces te puedes enamorar de la misma persona ¿Es eso posible?

Cuantas veces te has preguntado si esa persona a las que has amado por un tiempo, todavía puede amarte o, llegar ha amarte otra vez.

Allí estaba Off, su cabeza reposaba en el marco de la puerta, sus ojos se sentían extraños, aguados, escocían. Pero ¿por qué? por qué se sentía así. Sentía que su corazón no soportaba más ¿Acaso tenía que pagar tan caro por un error? Error que le dio la dicha de ser padre. No podía ser malo del todo.

Por qué simplemente no le pedía a Gun otra oportunidad. Por qué no le decía que vuelvan, que su amor hacia él estaba intacto, en el mismo lugar donde lo dejó aquel día.

No podía.

No podía porque ya lo había lastimado. No podía simplemente llegar y destruir lo que Gun estaba construyendo con mucho esfuerzo. ¿Acaso no tenía el derecho de querer una vida con Gun? ¿Por qué la vida le estaba poniendo estas pruebas tan duras? ¿Qué tipo de castigo estaba pagado?

Porqué sí. Era un castigo.

El peor de los castigos. Despertarse en la madrugada y ver a Gun durmiendo acurrucado con sus hijos.

Sus manos envolvían ambos pequeños cuerpos en un abrazo protector. Gun estaba recostado de lado en el filo de la cama, su cuerpo medio cubierto con una manta doblada por la mitad. Sus mejillas se veían tan rosadas, su respiración tranquila, las largas pestañas cernidas a la perfección, la punta de sus pies estaban fuera de cama con sus zapatos aún puestos, como esperando el momento para salir lo más rápido posible si así lo necesitara.

Ian e Isa tenían un nuevo cambio de pijamas y, por lo que Off veía, habían conseguido un biberón antes de dormir. Ambos estaban envueltos en la misma manta que cubría a Gun.

Para Off era una escena de lo más conmovedora, nunca, ni en sus mas hermosos sueños él había presenciado tal belleza.

Era la ternura con la Gun acunaba a sus hijos en sus brazos lo que derrumbó las defensas de Off. Los mellizos parecían sentirse tan seguros con Gun y, Gun parecía tan seguro con ellos que parecía su padre natural.

Off se sentó en el otro extremo de cama y acarició el cabello claro de su hija, luego pasó al de su hijo apartando algunas hebras sueltas, sin detener sus impulsos acarició el castaño profundo que sus manos tanto extrañaban, Gun parecía cansado pues no notó sus manos pasearse por su nariz.

No pudo contener el impulso de lanzarse a sus labios regordetes, ellos lo llamaban. Off trabajó con cautela asegurándose de que Gun realmente estuviese dormido, su respiración tranquila y el leve ronroneo de sus ronquidos dieron paso a acercarse más. Escasos dos centímetros separaban sus labios de los de Gun, su nariz perfilada y la mandíbula fina contorneando su perfecto rostro. Off casi pudo saborear un beso robado. Menos de un centímetro ahora era su distancia, el corazón bombea a toda velocidad. ¿Lo haría?.

No. No lo hizo. No tenía el valor.

En su lugar, tomó su celular e incapaz de detenerse, apuntó el móvil para obtener una fotografía. Sólo sería una, no habría nada de malo en ella, sólo quería tener el recuerdo para verlo de vez en cuando. Por supuesto que la suerte de Off no era algo que iba en aumento, pues al tomar la foto, también se disparó el flash iluminando el rostro de Gun y parte de la habitación, que para ese entonces seguía oscura.

-¿Que haces?   -La voz ronca de Gun era extrañamente atrayente a los oídos de Off. Gun trataba de incorporarse. Frotó sus ojos con más fuerza aún, sus pies tocaron el piso antes de conseguir una postura adecuada, los huesos de su espalda tronaron al querer quedar recto. Y como si fuera un resorte saltó fuera de la cama, como si esta fuera a hacerle daño.  -¿Que hora es P’?  -Preguntó ¿Cuánto había dormido?

Puedo Tenerlo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora