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La idea de despertar tarde el sábado era estupenda y bien recibida.

Sábanas enredadas en sus cuerpos desnudos, cálidos brazos y piernas como enredaderas en los contrarios, besos y cosquillas era el premio para el que despertara primero, para el último, tender la cama y cambiar las sábanas era su forma de pago.

Casi siempre Tay tomaba la segunda opción. Aún si despertaba primero, le gustaba como Gun lo hacía sentir.

Claro, eso era si fuese un sábado normal.

Este no lo era.

Se encontraban en el centro comercial frente a una tienda de artículos para bebés.

Ahora que Ian e Isa se quedarían con ellos por unos días, ellos tenían que comprar lo necesario para esos días.

-Escucha bebé.   -Dijo Tay sosteniendo la pequeña mano de Gun, que por alguna extraña razón estaba muy fría.   -Sólo compraremos lo necesario, okey, solo lo estrictamente necesario.  -Tay puso mucho énfasis en las últimas palabras. Sabía que era una batalla perdida tanto para él como para Gun.

Gun asintió, pero en su cabeza la palabra -compra todo lo que quieras- se repetía una y otra vez. Ambos entraron y tomaron carritos diferentes.

Tay fue a la sección de muebles y juguetería, Gun obviamente a la de vestir y el área de accesorios. Dejarían para el final los biberones, la fórmula y el aseo de los bebés.

Gun no dudó ni un segundo en llenar su carrito de ropa que él mismo ponía en su pecho, y veía si los colores eran perfectos con su tono de piel, que era muy parecido al de los bebés.

Zapatitos, calcetines de todos los colores y tamaños, pijamas y conjuntos de lana cien por ciento hipoalergénicos y libres de fibras sintéticas.

Como era de esperar, las prendas de Isa eran las más coloridas y hermosas.

Trajes con orejas de diferentes animales en las capuchas, tutus con brillantina y pegatinas de unicornio eran las favoritas de Gun para ella, él no podía ocultar su emoción al escoger cada conjunto.

Cuidar todos los días de los mellis se iba a convertir en su trabajo preferido, si por él fuera jamás se separaría de ellos, él amaba a esos bebés como si fuesen suyos.

No sabía cuánto tiempo había pasado frente al espejo eligiendo cada prenda con cautela y buen gusto por supuesto, de una percha a otra, de una sección a otra, sabía que era el suficiente como para que su estómago reclamara un poco de atención.

Teniendo ya su carrito lleno, incluso en la parte de atrás, empezó a cambiar de una sección a otra en busca de su novio.

Lo pudo ver a lo lejos, una mulata muy delgada caminaba a su lado contorneando sus anchas caderas.

Gun estrechó la mirada.

Él no era celoso, por supuesto que no. -Infiernos, él era muy celoso-.

Deseó poder tener súper poderes para mirar más de cerca. Más, cuando ella cruzó las piernas y su diminuta falda dejó a la vista más piel de la necesaria, tomó la mano de SU novio, lo jaló para que se sentará a su lado y probara la suavidad de los colchones de las cunas.

Puedo Tenerlo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora