Capítulo 4.

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Narra Litsy

—Hora de irnos criaturas del señor—mi madre toma su bolso rosa Gucci de esta temporada y camina hacia la puerta de salida.

Mis ojos se abren cuando pienso que cualquiera puede agarra el asiento de la derecha del auto.

¡Nadie puede agarrar ese asiento!

¿Qué por qué?

Pues porque me gusta ese asiento.

Siendo sinceras, tiene una vista espectacular para ver al vecino de enfrente que siempre sale con su mamá a la misma hora.

Tiene doce años como nosotras, y cuando hablo de nosotras, me refiero a la papa con cabeza de mi hermana.

La vuelvo a ver sin que ella se dé cuenta y arrugo mi nariz cuando recorro todo su cuerpo

¡Qué horror!

Se está engordando y yo no quiero una melliza hecha una albóndiga.

—Oye tú, deja de pensar y vámonos —le saco la lengua a Alicia y ella también hace lo mismo —Rectifico —dice levantando su dedo índice —Tu no piensas mocosa, no más respiras.

—Y tú no respiras, no más existes, cabeza de aguacate —hace una mueca con su boca y cruza sus manos.

—Por lo menos el aguacate es delicioso —dice inclinándose para estar a mi altura. Alicia era una de las chicas más altas de la familia, lucia fenomenal con su metro ochenta y cuatro —En cambio un panqueque quemado, no.

—¿¡Se pueden apurar!? —grita mi madre desesperada desde afuera.

—¡Apúrate! —Alicia me empuja por la espalda y le doy su manotazo, ella me da otro y se aprovecha para jalarme un mechón de mi cabello, yo brinco para alcanzarla y solo me puedo pegar como una garrapata mientras ella camina a la salida —¡Mocosa insolente! —grita molesta tratando de despegarse de mí. Ni siquiera con mi melliza actuo tan inmadura, que con mi hermana mayor.

Mi madre se detiene antes de llegar al carro y da la media vuelta por el chillido de Alicia.

—¿Pasa algo?

—¡No! —decimos en unísono.

—No más le arreglo el nido de hurraca que tiene como cabello mi hermanita mayor —sonrío como la más tierna y Alicia hace un esfuerzo también. Mi madre deja de vernos y Alicia me baja con toda las fuerzas del mundo al suelo —¡Me las pagarás salchipapa mal hecha!

—Púdrete —ríe cuando me ve sobarme la colita. Empuja a Lily que parecía un zombi con el teléfono, para acercarla al auto y me espera mí con la puerta abierta —Entra de una buena vez —me empuja y caigo al asiento derecho, luego vuelve a empujar a Lily para que caiga a la par mía. Seguidamente ella se sienta.

La veo con ojos de fuego y con mi boca un remolino.

Que agradezca que me dejó en mi lugar favorito, porque si no...

—Mamá —mi madre cierra la puerta del piloto y coloca en el asiento de al lado dos cuadros cubiertos con un papel marrón. Enciende el auto y me ve por el espejo retrovisor.

—¿Qué?

—¿Por qué este ser extraño no tiene su propio auto? —pregunto señalando a Alicia —Ariadna es menor y tiene el suyo.

—Habló Einstein —se burla Alicia echando sus ojos para atrás.

Le saco la lengua y ella igual lo hace.

Cruzo mis manos, no pues, aquí nos echamos competencia por la más infantil.

—Cariño —mi madre ignora nuestra discusión y habla con mucha dulzura —Ya hemos hablado de esto antes, tu hermana sufre de una fobia extraña y le da miedo manejar.

Querida Idónea. (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora