Capítulo 16.

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Mantengo mi dedo índice en los labios de Andrés, mis ojos se abren más cuando escucho otro golpecito en la puerta

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Mantengo mi dedo índice en los labios de Andrés, mis ojos se abren más cuando escucho otro golpecito en la puerta.

—Hermanita, es en serio, te necesito, déjame pasar —ruega.

—¡Voy! —grito haciendo una mueca de desesperación —Lo siento —digo a Andrés soltando mi dedo de sus labios —Mi hermana parece que me necesita —susurro. Él me sonríe y toma mis manos para levantarme de los cojines. Mi nuevo amigo es todo un caballero, le regreso la sonrisa.

—Tranquila, lo entiendo —dice —Te veré mañana, hay algo de lo que te quiero hablar —miro como su ceño se hunde y noto su rostro preocupado.

Mi mente hace un recuento de todo lo que pasó hoy en la universidad, y se detiene en donde aquella chica castaña muy bonita, me toma del brazo y me muestra una foto de ella y Andrés casi besándose, y eso no fue todo, recuerdo que me volvió a tomar del brazo cuando no preste atención y me mostró otra foto de ella con él semidesnudos. La verdad no me interesaba nada de lo que mostrará. Andrés y yo somos amigos, y si él hizo algo con ella, es su vida personal, no tengo porque recriminar cosas que no me competen. Siempre he intentado tener una buena relación con la gente que entra en mi vida, y pienso cuidar la amistad que se está formando entre nosotros, porque siento que es muy especial, Andrés lo es.

Pedí a Dios muchas veces en oración que me mandara un amigo que me tratara bien, que me aceptara como soy, tuve tantas malas experiencias con los chicos desde pequeña, sino me juzgaban, me enamoraban de formas no muy convencionales, o si no me apartaban porque pensaban que les iba a destruir su fama o rendimiento académico.

Nunca me ha gustado la competencia, pero en cualquier lugar que llegara y mostraba mi talento, no era bien vista por un chico.

Con Andrés eso no sucedió, fue todo lo contrario, siento que con él puedo ser yo, y eso me hace feliz, muy feliz.

Así que no pienso abandonarlo ahora que lo encontré, no al menos que él me lo pida, si él quiere que me aleje, lo haré sin pedirle explicaciones.

—Es algo sobre la chica que te llamó el otro día, ¿no? —él hace una media sonrisa de forma desganada y asiente —No te preocupes, sé que es tu vida y yo no me tengo que meter.

—No, es...

—Hermanita, me duelen los pies —se queja Alicia del otro lado.

—Mañana hablamos, ¿sí? —dice dándome un beso fugaz sobre mi mejilla y yo me despido con la mano viendo como desaparece por mi balcón.

Suspiro viendo como la luna resplandece mucho más. Tenía planes con Andrés. Un buen libro, chocolate caliente y una larga conversación de todo lo que no sabemos uno del otro. Creo eso hacen los amigos, yo lo hago con Dios, y es muy hermoso.

—¡Ariadna! —pego un brinco y me despierto de mis pensamientos. Voy corriendo a la puerta y la abro.

Alicia entra en inmediato haciendo pucheros y drama.

Querida Idónea. (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora