Capítulo 11.

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Muchas veces creamos espejismo en nuestra mente, imaginaciones espontáneas, ideas creadas para no enfrentar la realidad tan cruel que vivimos.

Pero ese no es mi caso, estoy viviendo algo extrañamente agradable ahora, e incluso, por momentos me detengo y suspiro para verificar si esto tan solo es un sueño, pero no es así, la veo cada que mis ojos sienten la necesidad de buscarla, de sentir su olor.

Mi corazón da pequeños golpecitos cada vez que hace un gesto tierno o gracioso, cuando tan solo saca una conversación divertida y sube su lapicero para hacer movimientos como si fuera una barita mágica.

Jamás pensé que estaría así, contemplando la delicadeza de una chica, esperando su sonrisa y su mirada que con solo dejarla ver, expresa mucho.

Es demasiado loco darse cuenta que apenas si conozco a Ariadna, pero es que siento como si fuera de siempre.

Mueve su cabello al sonido de la música instrumental que puso.

Me dijo que eso la hacía para concentrase mejor, yo accedí, la verdad que también me gusta dibujar o hacer mis cosas con la compañía de una buena pieza musical.

Desprendo un mechón de su cabello que se enredó con una parte plástica de la silla donde está sentada, por hacer movimientos con sus ojos cerrados. Siento que no se limita a ser ella, esta tan calma, tan cómoda.

Me permito contemplarla mientras disfruta de la música.

Ariadna es como si fuese una pieza perfecta que necesitaba de mi rompe cabeza, es aquella que estaba perdida y que la conoces bien, pero por una extraña razón se escurrió de tus manos o simplemente desapareció sin motivo alguno, entonces la buscas, porque necesitas de ella para completar ese imagen que tanto tiempo llevas observando, pero no la encuentras, desistes de ella, y cuando crees olvidar todo, aparece, te emocionas porque era la última pieza, la pegas en su lugar, y te das cuenta que encaja perfecto.

Siento eso por ella, no sé si sea algo prematuro, o un poco loco.

Pero quiero arriesgarme a sentirlo, porque me gusta, me gusta esta sensación que siento, que me llena el alma, nunca he pedido a Dios por una chica, y no sé si esté a tiempo, no sé si ella es la quiere para mí, quizás sí.

Dejo de respirar por segundos cuando ella se inclina buscando mis ojos preguntándome si estoy bien. O cuando acerca ese bello rostro sonriéndome tan cerca.

—¿Qué te parece esta imagen? —dejo de dibujar cada línea de su rostro y bajo hasta la hoja en donde trabaja.

Ha hecho un dibujo con conceptos extraños pero con mezclas de colores perfectas.

Ariadna es toda una artista, y no de las comunes, no, ella es especial, lo puedo notar en cada trazo que hace en sus dibujos.

—Estoy seguro que eso dejará a todos con la boca abierta, es más, diseño gráfico te ha quedado corto, tienes un súper talento —digo buscando su rostro que parece estar ido viendo el dibujo con sus mejillas sonrojadas.

—Es muy lindo lo que me dices, Andrés —sube su mirada y sonríe —Contigo se me eleva el autoestima al mil por ciento —bajo mi mirada y sonrío.

—Es que yo estoy siendo muy sincero —digo regresando a ella —Eres una genia completa.

—No sé qué más decirte —ella ve mis ojos con un brillo especial —Eres el primer chico me dice esto —vuelve a ver el dibujo, mueve el lapicero —¿Sabes? Siempre me topaba con chicos muy competitivos —gira su asiento para quedar frente a mí. Nos encontramos trabajando en su escritorio, no era tan amplio, pero cabíamos perfecto —Quizás por eso nunca tuve amigos—regresa su mirada a mí, con sus ojos a punto de derramar una lágrima. Mi pecho duele al verla tan triste. Subo mis manos y tomo su rostro.

Querida Idónea. (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora