Capítulo 26.

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Busco a Michell, no debería de perder mi tiempo con estas cosas, pero lo estoy haciendo, y no me hace nada bien.

Me siento con mucha ansiedad, mi pecho está muy presionado, y solo quiero salir de este encierro mental. Quiero tratar de ser lo más sincero posible y salir de esto de una buena vez.

Giro mi cabeza divisando su enorme cuerpo al lado del de Hugo, me detengo abriendo mis labios y hundiendo mi ceño. Discutían por algo, me acerco a ellos y dejan de gesticular las últimas palabrotas que fluían en combinación con el aire.

—Bien, aquí estoy —informo viendo a los dos. Michell baja su rostro y Hugo me ve tratando de controlarse.

No sé qué pasa entre ellos dos.

La tensión es muy pesada, y estoy seguro que si no aparezco en la escena, es posible que se hubiesen agarrado a los puños. Niego con mi cabeza, no me interesa lo que pase entre ellos dos, solo vine aquí a aclarar las cosas.

—Andrés —menciona mi nombre subiendo su rostro con su ceño hundido —Era para darte la noticia de que tenemos la oportunidad de entrar a un equipo profesional en la NFL —le muestro la palma de mi mano y él se detiene. Hugo se encuentra atrás expectante.

—No voy a entrar a ningún equipo.

—¿¡Qué!? —exclama molesto Hugo apartando a Michell y colocándose en frente mío. Puedo sentir su respiración agitada —¿Estoy escuchando mal, o qué? —bajo mi mirada a sus manos, y están en forma de puños.

Lo reto con la mirada, no le tengo miedo a su presencia manipuladora y hostil, sabe que conmigo no va su apariencia de macho alfa molesto.

—No voy a entrar a ningún equipo profesional ni de este país, ni de ninguno otro —me acerco a su rostro y sigo retándolo hasta que parpadea y deja espacio entre los dos.

—No entiendo —dice Michell apartando el enorme cuerpo de Hugo —Pensé que te gustaría la noticia, bro.

Niego con mi cabeza, él no tenía la culpa de todo esto.

Es más, si alguien tiene la culpa aquí, es Hugo y yo. Hemos insistido desde que entramos a esta universidad en jugar en un equipo que no sea escolar o universitario, nos sentíamos tan superior a la resto de chicos, que se nos metió en la cabeza que ya debíamos de estar en una liga profesional.

La idea era dejar la universidad y ser los típicos deportistas famosos que viajaban a diferentes países.

Era obvio que no sabía los planes que Dios tenía preparado para mi vida.

La carrera que escogí, es lo que me apasiona, y eso no se me sale de la cabeza, también saber que en este lugar encontré una y mil razones por la cual seguir luchando todos los días.

—Escucha Michell, te agradezco demasiado todo esto, pero tengo otros proyectos más importantes que entrar a un equipo.

—¿Qué otros proyectos? —salta la palabra Hugo —Si tu vida es más simple que una botella de agua en una nevera —su comentario me parece irritante y desubicado.

Muerdo mis mejillas y mi mandíbula se tensa. Mi respiración se está agitando y debo de tener mucho dominio propio para evitar darle un puñetazo en el rostro tan cínico que tiene, pero me debo retener, Ariadna me está esperando para que almorcemos juntos.

—No creo que tu cerebro de maní, entienda por qué estoy haciendo esto.

—¿Es por esa niña tan insignificante? —mis ojos se abren y todo mi poco dominio propio se va al carajo. Agarro a Hugo del cuello de su camisa y mi puño va directo a su cara tan repugnante, pero Michell se atraviesa por en medio y me detiene.

Querida Idónea. (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora