Ariadna me dio la dirección de su casa y después de dejarle una nota a mamá y despedirme del abuelo, estoy aquí, plantado en su puerta tocando el timbre por tercera vez.
—¿¡Qué nadie puede atender!?—escucho decir del otro lado.
La casa de Ariadna es muy bonita, tiene una arquitectura moderna mezclado con un toque vintage, se nota que tienen muchas facilidades y pocas necesidades.
La puerta se abre y una chica casi de mi altura con unos ojos verdes pequeños, se queda perpleja mirándome como si fuera el último ser sobre la tierra.
—¿Esta Ariadna? —pregunto metiendo las manos a los bolsillos de mi jeans.
Ella gira su cabeza en sentido a la dirección de la casa sin aparta la vista y la reacción de asombro, que poco a poco aumenta más.
—¡Ariadna! —grita y yo casi tapo mis oídos, recuerdo haber escuchado mencionar Ariadna decir que sus hermanas están un poco locas —¡Hay un chico guapo preguntando por ti! —vuelve a gritar y sin poder reaccionar me toma de la mano, haciendo que a fuerzas la saque de mi bolsillo. Me lleva dentro de la casa y cierra la puerta con un pie —Oye, pero cuéntame, ¿cómo te llamas? ¿Qué eres de mi hermanita? —me jalotea hasta llevarme a lo que parece ser la sala, me deja caer en un sillón oscuro, y ni siquiera puedo ver detalles de adentro, porque ella se sienta a la par mía sin dejarme respirar —Porque te voy a decir algo, Ariadna es mi hermanita menor, y si alguien, por muy guapo que sea —me ve casi comiendo mi rostro y se muerde su labio inferior —¡Válgame el cielo! —expresa casi suspirando y batiendo una de sus manos como si estuviera acalorada —Te decía —se acomoda en el sillón y cruza sus piernas —Ariadna es mi hermana menor, y necesito saber, ¿cuáles son tus intenciones con ella?
Sonrío un poco avergonzado, su actitud es muy efervescente, nunca había tenido contacto con una chica tan directa y extrovertida.
—Pues yo...
—Cabeza de aguacate, mira lo que hiciste —una niña rubia de quizás unos doce años aparece con su ceño fruncido y un calcetín rosa roto.
Arrugo mi frente y me quedo analizando la situación.
—Mira piraña uno, estoy ocupada, ¿qué no ves? —estira sus manos a mi dirección y la niña se percata de mi presencia. Abre sus ojos y deja caer el calcetín.
—¡Santo Dios! —exclama —¡Cayeron los ángeles del cielo y no me avisaron! —abro mis ojos y vuelvo a ver a la otra chica que sonríe apenada.
Trago saliva y pienso que me equivoque de casa, o Ariadna en realidad no me describió bien a sus hermanas, esto es una locura total.
—Porque no te callas mocosa —dice la chica rubia hablando entre dientes —Vete a zurcir el calcetín y deja a los adultos conversar en paz —la niña ni siquiera le presta atención y camina hacia a mí sonriendo como si estuviese viendo a un ídolo pop.
—¿Dónde habías estado todo este tiempo? —se sienta a la par mía en sentido contrario, habían hecho una especie de emparedado conmigo, y yo era la carnada de en medio —Eres tan bello —suspira.
Bajo mi cabeza, no sé si reír o llorar por esta situación. Creo que mejor huyo de esta locura.
Me levanto y la chica mayor se levanta también con la menor.
Ambas me sonríen y me siento en un especie de videojuego siniestro.
—¡Andrés! —respiro hondo cuando Ariadna aparece en la escena con una sonrisa —¿Todo bien? —pregunta. Yo le hago de seña viendo de reojos a sus hermanas y ella lo entiende a la perfección —Oh chicas, él es Andrés mi...
—¡Dime que no es tu novio, porque si lo es, yo no sé qué voy hacer! —ella frunce su ceño y ladea su cabeza viendo a la nena de doce.
—Iba decir mi compañero, pero...
—¡Gracias Dios! —hace una reverencia viendo al cielo.
—¿Pero cómo es posible que semejante bombón no sea tu novio? —pregunta la mayor —¿Estás loca?
Ariadna arruga su frente, mete sus manos en los bolsillos de atrás de su pantalón y suspira.
—Ella es Alicia, mi hermana mayor, y ella —suelta una de sus manos para apuntar a la pequeña —Es Lily, una de mis hermanas menores —me asombro un poco, ¿dijo una? —En verdad ella es menor por unos segundos con la otra melliza que se llama Litzy —internamente estoy asustado, o sea que no hay dos intensas, hay tres intensas —¿Quieres subir? Hay panecillos de canela recién horneados en mi cuarto.
Ella me extiende su mano y yo estiro la mía para tomarla.
—¿¡Cómo que en tu cuarto!? —grita Lily —Tú no puedes llevarte a este chico guapo a tu cuarto —Ariadna hace caso omiso y atrapa mi mano para enlazarla y llevarme en dirección a una escalera —¡Le diré a mamá!
—¡Cállate mocosa! —grita Alicia.
—¿¡Y tú qué!? No me he olvidado que rompiste mi calcetín pie grande.
—Ja, seré un pie grande, pero no una piraña descerebrada...
Mientras subíamos cada escalón, lo gritos eran menos sofocantes.
La verdad que nunca me imaginé que un ser tan dulce y tan calmado como Ariadna, tuviera una familia tan fuera de lo común.
—Disculpa a mis hermanas —dice mientras caminamos sobre un pasillo muy iluminado y agradable, nos detenemos enfrente de una puerta blanca con una decoración con brillantinas de diferentes colores, que decía su nombre —Aquí es —me informa abriendo la puerta. Cuando lo hace, un olor a canela mezclado con cerezas se introduce por mis fosas nasales, haciendo que una sonrisa aparezca en mis labios.
—Ya quiero probar esos panecillos —digo dejándome llevar hasta dentro de su cuarto.
La puerta se cierra y observo el cuarto de Ariadna, era con paredes blancas y decoraciones rosas, tenía todo meticulosamente ordenado, cada cosa en su lugar, a la derecha tenía una enorme ventana que llevaba a un balcón, era increíblemente agradable, así como ella.
—Tu personalidad está impregnada en este cuarto —digo viendo al lado izquierdo. Tenía un mueble lleno de libros ordenados y sobre la pared cercana al mueble, un cuadro con unas figuras indescifrables, pero con una mezcla de colores exquisita.
—Me ha tomado mucho tiempo dejarlo así —dice yendo al mueble de su computadora —¿Panecillos? —pregunta levantando el plato lleno de ellos.
—¿Tú los hicistes?
—Aja —dice acercándose a mí para que tomara unos cuantos—Pero no sola, me ayudo Vanessa.
Muerdo un pedazo y mastico, el sabor es increíble, la textura es suave y el relleno me deja sin palabras.
—¡Están increíbles! —exclamo. Busco la mirada de Ariadna, quien tenía puesto sus ojos expectantes en mí —¿Quién es Vanessa?
—Ella es la señora que le ayuda a mamá con la casa —sigue viéndome mientras pruebo otro bocado —¿Quieres otro? —pregunta sonriendo.
Y yo ya no sé quién está demasiado bueno aquí, si los panecillos, la sonrisa de Ariadna viéndome complacida, o tan solo respirar un poco de aire diferente a mi realidad.
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Querida Idónea. (Borrador)
SpiritualAndrés, aparentemente lo tenía todo en la vida, hasta que un día se dió cuenta que nada de lo que tenía, lo llenaba. Su busqueda y relación con Dios le enseñaran que si bien es cierto, los caminos del señor no son fáciles, traen recompensas eternas...