Capítulo 12.

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Llego a casa como a eso de las siete de la noche, ni siquiera sentí el tiempo con Ariadna, le expliqué las últimas materias, y ella le entendió súper rápido, es muy inteligente y creativa.

Apago el carro antes de meterlo al garaje y miro otro estacionado casi por la puerta de la casa del abuelo, hundo mi ceño al verlo, es un gris deportivo muy elegante, no lo había visto antes, despego las llaves del carro y bajo.

Camino con cuidado hacia el flamante carro y un olor a marihuana golpea mi nariz. Un tipo se encuentra de espalda disfrutando del humo como si fuera su propia vida.

—¿Hola? —empuño mis manos y sigo con mi ceño fruncido. El tipo da la media vuelta dando una última calada.

—¡Andrés! —el humo se desprende de su boca y viaja por todos lados.

—¿Michell? —aparto con mi mano el humo y arrugo por completo mi cara —¿Qué haces aquí? —pregunto acercándome.

—¡Te venimos a traer! —dice con sus manos abiertas. Me da un abrazo y luego besa mi mejilla para dejarme caer sobre el auto—¡Iremos a una súper fiesta! —su emoción era muy evidente.

—¿Disculpa?

—¡Amigo! —Hugo sale de la casa y su sonrisa me indican que no era nada bueno.

—¿Tú que haces aquí? —empuño mis manos.

—Ya te dije bro —interrumpe Michell —Vamos a ir a una súper fiesta.

Camino en dirección a Hugo que no está muy lejos, mi respiración se agita indicando que ya estoy comenzando a molestarme más de lo normal, mi mandíbula se tensa y trato de controlarme.

—¿¡Me puedes explicar qué carajos dice Michell!? —Hugo baja su mirada, sabe que yo no tengo tiempo para juegos de palabras o cualquier tontería que puedan inventar.

—Solo quiero decir... —dice levantado su rostro —Que yo no fui el de la idea —levanta sus manos quitando toda culpa que le pueda dar —Michell dice que hay una fiesta donde estará su padre y el representante de la NFL, o sea, no uno, varios tipos que son parte de la NFL, ¿y sabes lo que significa eso? —levanta su dedo índice y me ve con sus ojos bien abiertos —¡Es nuestra gran oportunidad! —lo veo meditando cada palabra.

La verdad que sí es una gran oportunidad, Hugo y yo hemos trabajado muy duro para ser buenos en el fútbol, y gracias a eso, hemos ganado becas en las mejores universidades. Pero después de lo que pasó ayer, me estoy replanteando la idea de la tal fiesta, no quiero saber de todo lo que conlleva estar en una, estoy intentado cambiar, prometí al abuelo ir este domingo a la iglesia y no puedo estar tambaleando entre sí quiero estar con el mundo o Dios.

No puedo jugar un doble juego.

—No lo sé —confieso con mi cuerpo tenso.

—¡Vamos bro! —anima Hugo —Te prometo que es la última fiesta a la que irás, además —dice apuntando a la puerta de la casa —Ya hable con tu madre y abuelo y les dije que te íbamos a traer temprano.

—¿Qué? —niego con mi cabeza.

—Mira Andrés —él se inclina para buscar mi rostro —Sé que no quieres hacer las cosas que hacíamos antes, pero te prometo que esta fiesta no son como las que estamos acostumbrados a ir, llenas de adolescentes, drogas y alcohol, aquí habrá mucha gente mayor, y sobre todo muy importante, solo vamos, socializamos, Michell —lo apunta y yo lo veo, sus brazos cruzados esperando a que Hugo me convenza —Nos presenta a su padre y a los tipos de la NFL y listo. Nos venimos a casa.

Mojo mis labios y bajo mi mirada negando.

Arrugo mi cara mientras cierro los ojos y una batalla interna comienza a arrastrarme y sin poder más, suelto lo que querían escuchar.

Querida Idónea. (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora