Estoy pensando, viendo a la nada, atrapando mis propios pensamientos, dejando que el bullicio de las personas que conversan mientras toman café, se incruste como una sinfonía aleatoria en mis oídos y mi mente.
Trazos de colores violetas pasan por un lugar de mis ojos, escucho la voz de Ariadna.
—¿Sí estás aquí? —me doy cuenta de que no, de que no he estado aquí, de que no he estado presente desde no sé qué horas, minutos o segundos.
Le dije que viniera al café, que conversáramos un poco, necesitaba despejar mi mente, contarle que Michell acepto ir a la iglesia conmigo, que recibí un mensaje de mi padre después de la última vez que lo vi.
"Quiero verte, el sábado por la noche pasa por la mansión"
¿Para qué me quiere? Solo quisiera entender. Estaba feliz por Michell, pero al mismo tiempo muy ansioso por ese mensaje tan poco peculiar de mi padre, por lo general él no manda mensajes, solo llama y da órdenes.
—He estado algo distraído —confieso, su mano hace contacto con la mía, dándole un acogedor aire tibio.
Me sonríe y deja caer la taza de chocolate a un lado para desocupar su otra mano.
—¿En qué pensabas? —la veo a los ojos y me doy cuenta que ella es mi chica, la niña en la que puedo confiar hasta la eternidad.
No debería ser cuestionable pensar una vez en decirle lo que siento, lo que me hace sentir pesado y frustrado, quiero formar lazos fuertes con ella, darle toda mi confianza.
No tengo una relación de noviazgo solo para tomarla de la mano y decir que es mi novia, yo decidí tener una relación de noviazgo sabiendo que tendré que mostrarme tal cuál soy, en mis malos y mejores momentos.
Mis sentimientos deben de mostrarse sin perjuicios ante ella.
Así que le sonrío sin dejar de un lado mi debilidad y preocupación.
—Me siento frustrado —digo respirando para sacar un poco de esa pesadez que agobia mi pecho —Papá me mandó un mensaje, y dudo que quiera algo bueno conmigo —ella hunde su entrecejo y arruga su boca poniéndola de lado.
Sus muecas son mis favoritas.
La veo y sus ojos me muestran un matiz de color claro, quizás esté pensando en lo extraño de todo, empiezo a conocer cada detalle y pensamiento de ella.
Es como si fuese esa carta abierta presta a leer, sé que no lo es con todo el mundo, sí, lo he notado cuando algunos chicos intenta acercarse y se comporta de forma distante, sin dejar de ser dulce, pero al fin de cuentas distante.
—Sí que está raro —sube sus cejas arrugando su frente y dejando ver preocupación —Debes de tener cuidado —dice acercándose a mí y apretando mi mano —No sabemos cuáles son sus intenciones.
Niego con mi cabeza al mismo tiempo que pienso en tantas cosas relacionadas a él. Sus amenazas, el descaro de dejarnos sin un centavo a mi madre y a mí, la desfachatez de vender la granja por unas cuantas monedas, la repulsión de saber que bloqueó la cuenta del abuelo para que con costo sobreviviera su día a día, el poco corazón de dejarme a la deriva e intervenir en la universidad para que la beca fuera anulada...
Sí me pusiera a contar, no terminaría de las cosas que mi padre a hecho en tan solo un par de años.
—No entiendo sinceramente lo que pretende, ¿matarnos? ¿Dejarnos a la deriva? —Dejo salir un suspiro angustiado y lleno de dolor. Pongo mis dos manos sobre mi cabeza, coloco mis codos sobre la mesa, y empiezo a deslizar mis dedos dentro de mi cabello.
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Querida Idónea. (Borrador)
SpiritualAndrés, aparentemente lo tenía todo en la vida, hasta que un día se dió cuenta que nada de lo que tenía, lo llenaba. Su busqueda y relación con Dios le enseñaran que si bien es cierto, los caminos del señor no son fáciles, traen recompensas eternas...