Visitando a los padres [Parte 2]

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[1 año y 5 meses después de la partida de Kongphob a China]








Arthit camina lentamente sintiendo el aire fresco que le rodea. Va por un camino rural rodeado de casas sencillas de grandes patios cubiertos de altos árboles.

Han pasado casi 3 años desde que estuvo en ese lugar. Nunca ha sido cercano con su padre, (por no decir que sus conversaciones siempre terminan en pelea), y cuando ve a su madre siempre es en Bangkok.

Un largo y profundo suspiro sale de sus labios cuando se encuentra de pie frente a una larga y elegante reja. E internamente reza a todos los Dioses que conoce y a los que no, para que su padre no esté en casa. Recorre lentamente el largo camino de piedra rodeado de pasto perfectamente cortado. La gran casa tradicional tailandesa aparece ante sus ojos: elevada a un metro del césped, de madera y perfectamente pulcra y sobre todo, 100% más elegante que cualquier otra casa en kilómetros a la redonda.


 La gran casa tradicional tailandesa aparece ante sus ojos: elevada a un metro del césped, de madera y perfectamente pulcra y sobre todo, 100% más elegante que cualquier otra casa en kilómetros a la redonda

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La mano de Arthit se está extendiendo a abrir la puerta, cuando su teléfono sonando lo hace dar un leve salto.

-Maldición –Murmura nervioso.


Saluda a mis suegros, P'Arthit

Te extraño


-Idiota –Se queja entre dientes, pero una sonrisa tonta adorna sus labios y su vista está fija en el emoticón de corazón.

Más que nostalgia por volver a la casa en la que creció, siente una incomodidad en el fondo de su pecho. Se había esforzado por salir de esa casa, por lo que escogió una escuela a más de 4 horas de distancia.

No lo malinterpreten. Su niñez no fue particularmente mala. En realidad, fue bastante normal. Una madre ama de casa que cuidó devotamente de su único hijo. Estudiante responsable desde pequeño. Amigos de la zona que iban a correr por la gran extensión de pasto que rodea la casa o a armar fuertes en su habitación, claro, cuando su padre no estaba en casa, lo cual pasaba muy seguido debido a su trabajo.

Ese era el problema con esa casa y sus deseos de salir de ella. Su padre era un hombre muy exigente y conservador. No le gustaba el ruido en la casa y esperaba siempre excelencia de parte de su hijo, aun así, no siempre estaba satisfecho por los logros de su hijo. Y esperaba, por sobre todo, que su primogénito se hiciera cargo de la empresa que había sido de su familia por 5 generaciones.


-¡Mi niño! –En el momento en que entra en la casa, su madre sale a su encuentro rodeándolo con sus brazos-. Estás tan alto y guapo –Arthit sonríe mientras corresponde al abrazo de su madre. Habían pasado 3 meses desde que se vieron cuando su madre fue a verlo.

-Ya, mamá, no me dejas respirar –Se queja tras unos minutos de ser hostigado por su madre.

-Ayy tan frío. Por eso mi hijo nunca trae novias a casa –Le regaña la mujer mientras comienza a caminar en dirección a la cocina, haciendo sonar el piso de madera con sus tacones bajos. Lleva un vestido elegante, pero sencillo de color rosa claro, un delgado collar de oro con un discreto dije de oro blanco a juego y un par de pulseras de oro blanco.

Recompensas [Libro 1]...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora