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– ¿Crees que aún existen los dinosaurios, Minho?– Le preguntó con una emoción inocente.

– No, Sung– Estaban acostados en la habitación del mayor, este le acariciaba el pelo azul desteñido del menor tan suave como si pudiera romperse por un mínimo acto de brutalidad.

– Pero los marinos no pudieron haberse extinguido, ¡debe haber por lo menos una especie viva!– Se apoyó con las manos y se sentó en la cama.

– Bueno, mi lindo dinosaurio– Lo tironeó para que se acueste arriba de su pecho e hizo un ruido por el repentino golpe– ¿Qué tal si vamos a comer pizza en ese lugar con animales prehistóricos?

Se vistieron y salieron de su casa para ir al restaurante que Lee recomendó. Era una de las pocas veces que salían juntos, se sentía extraño. No sabía si tomar la mano del menor o simplemente caminar a su lado, ¿qué hacían las parejas en público? No le gustaban los besos y abrazos enfrente de otras personas, lo veía estúpido, pero por alguna razón necesitaba hacerlo.

Cuando llegaron al lugar, Minho corrió la silla para atrás así el menor se sentaba y luego se sentó él enfrente suyo, porque eso hacían los novios, ¿verdad? 

Su teléfono sonó por una llamada entrante de su mejor amigo, miró a Jisung y se disculpó con la mirada.

– Hola, Minho, ¿has tomado tus medicamentos? Es hora– Le dijo Felix a través de la línea sin esperar a que el mayor baje el alta voz, lo escuchó medio restaurante decir eso.

– F-Felix– Tembló y puso la llamada en silencio lo más rápido que pudo– Sí, lo hice– Dijo, y cortó rápidamente– Lo siento– Bajó la cabeza e hizo una mueca.

Lo último que quería era que Han sepa sobre su trastorno, los medicamentos, las terapias y la cantidad de atención que necesitaba cada determinado tiempo.

No hablaron de eso, para la suerte de Minho.

La tarde fue de puras risas, acotaciones estúpidas sobre el lugar y la cantidad de figuras de dinosaurios que había y anécdotas de parte de Han.

Fue un lindo día, el mayor nunca se había sentido tan bien con la compañía de alguien, lamentándose pensar eso por Felix. Cada día le gustaba más estar con Jisung, su presencia lo hacía sentir en las nubes, sus besos lo calmaban de todo ataque que podría sentir, aunque eso el menor no lo sabría nunca. Era una gran ayuda para Minho, pero inconscientemente. 

Cuando salieron del lugar, el pelinegro chocó contra un chico que conocía bastante bien.

– ¡Lee Know!– Sonrió– ¿Recibiste mi mensaje?

tpa [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora