EADLYN
Odio esperar casi tanto como los exámenes sorpresa, pero parece ser que hoy no es mi día de suerte. Nada más despertarme, ya iba con retraso a mi primera clase. Me bajó el periodo y aunque nunca me dio dolores fuertes, hoy optó que sería un buen momento para hacer acto de presencia. Observo el móvil esperando una contestación.
Nada.
Mi hermano no da señales de vida desde el domingo por la mañana, en teoría ya tendría que haber llegado el martes, estamos a mediados de la semana, otra vez... ¡Mi hermano debería haber llegado aquí hace una semana!
La verdad es que mi expectativa respecto a este curso era demasiado buena, demasiado como para ser verdad, pues a Eadlyn Lodge no le pasan cosas buenas.
"Eadlyn Lodge es un amuleto maldito, una atracción de problemas y desgracias, lo peor que le puede pasar a alguien".
Esas fueron las últimas palabras que Archie Lodge le dijo a su hija, antes de que el caos se desatara.
Paso la página y suelto una maldición cuando me corto el dedo con esta. Enseguida introduzco el pequeño corte en mi boca, como si eso me lo fuera a curar por arte de magia. Suelto un suspiro observando todos los libros esparcidos por la mesa de la biblioteca de la facultad. Por suerte solo me faltaba la última clase de Rayan y ya tendría todo el temario comprendido, pues me he saltado alguna que otra clase.
¿Que tienen en común las limitaciones románticas en la época de Romeo y Julieta, con las actuales?
La hoja de mi libreta seguía en blanco, y la mano me empezaba a doler de darle tantas vueltas al bolígrafo pero sin avanzar nada en la tarea que el señor Zaidi mandó el martes para entregarle el jueves. Por suerte, Chani se acordó de avisarme.
A pesar de que la biblioteca se encuentra vacía debido a que están a punto de dar las once de la noche, yo seguía allí enclausada desde que salí de mi última clase. Llevo tanto tiempo sin ver a algunos profesores como por ejemplo el señor Zaidi, que creo que ya ni recuerdo como era su voz.
—Vaya, pero si es Eadlyn Lodge.
Una voz a mis espaldas me toma desprevenida y segundos después una sobra se alza imponente sobre mi libreta tapandome la luz artificial.
Dios, la bronca que se me viene encima.
—Buenas noches, señor Zaidi —le saludo nerviosa observando su rostro serio y tenso.
—¿Qué haces?
Antes de que pueda hojear mi libreta la cierro de manera abrupta, y empiezo a recoger todo lo que utilicé de manera torpe debido a los nervios.
¡Has faltado a tres de sus clases en un semana Eadlyn! ¡Claro que está enfadado! Me recuerdo a mi misma haciendome sentir todavía más pequeña ante su presencia.
—Na-nada. Leer un rato —miento mientras acomodo mi bolso en mi hombro dispuesta a irme—. Buenas noches señor Zaidi.
Antes de poder dar un paso más, su mano agarra la mía, y aunque no es la primera vez que su piel roza la mía, puesto que durante mi primer contacto con el alcohol tuve más que un agarramiento de mano con él, mi mente —al parecer — no es la única que no recuerda bien lo sucedido, pues mi piel quema ante su contacto como si fuera la primera vez.
—No tan rápido, Eadlyn.
Su tono tosco y frío, demuestran sus dotes y capacidades como profesor, pues con esas simples palabras, es capaz de paralizar a todo el alumnado.
—Pe-pero tengo.
—Haz el favor de sacar la libreta y abrirla por donde estaba —sentencia.
Su mano suelta la mía y con pulso tembloso saco mi libreta de pasta dura y la coloco sobre la fría mesa.
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