EADLYN
Cinco minutos.
Tamborileo los dedos contra la mesa, aunque su sonido se ve opacado por la voz del señor Zaidi.
-Para finalizar la clase, os entregaré los retratos que realizasteis el jueves pasado.
Con una pila de folios en brazos, empieza a caminar por toda la clase entregando nuestros dibujos. Llega a conocer la mayoría de nuestros nombres.Cuando sus brazos quedan liberados, mi ceño se frunce. ¿Y mi dibujo?
El timbre suena y todos empiezan a recoger con rapidez. Aunque no esta mal tener clases con Zaidi nada más empezar la semana, puede ser un tanto tedioso.
Bajo los escalones con cuidado de no caerme y me encamino hacia su mesa, donde el señor Zaidi observa con una sonrisa ladeada el contenido que hay en un folio. Gracias a la contra luz, alcanzo a distinguir que se trata de mi retrato.
¿Por qué no me lo dio antes?
-Señor Zaidi -le llamo para que se percate de mi presencia. Su mirada se desvía hacia mi, y deja el dibujo sobre la mesa.
-No acabo de entender su dibujo, señorita Lodge -me dice sin apartar su mirada de mi.
El ruido de una puerta cerrándose me toma de improvisto, por lo que pego un pequeño salto en mi sitio. Miro a mi alrededor percatándome de que estamos a solas con la puerta cerrada, aunque eso parece no preocuparle.
-Interprete como lo interprete estará bien -me limito a contestar queriendo salir de allí lo más rápido posible.
No es que no me sienta a gusto, simplemente me resulta incómodo especialmente después de la escena que protagonicé ante anoche cuando él me salvó de entre los brazos y malas intenciones de aquel chaval.
-Me figuro que si, pero me gustaría saber el punto de vista del autor -se explica al mismo tiempo que le da la vuelta a la hoja colocándola frente a mi, como si no recordara algo que yo misma hice días atrás.
-Soy una persona que cree ciegamente en el dicho de que los ojos son las puertas al alma, por lo que es en lo primero que me fijo en una persona -le explico mientras gesticulo con las manos-. Sus ojos me recuerdan al color de la esmeralda, por lo que esta le representa en mi dibujo. Y la capa fue debido a que esto sucedió después de lo del callejón, y tras lo sucedido la otra noche, cobra todavía más sentido.
Siento mis mejillas sonrojarse. No sé que hacer cuando ambos nos quedamos en silencio, mientras él parece examinarme al mínimo detalle. Suspiró pesadamente mirando a sus zapatos, se frotó la cara con nerviosismo y revolvió aún más su pelo salvajemente peinado.
-¿Como te encuentras? -preguntó repentinamente.
La pregunta me pilló por sorpresa y no supe exactamente cómo reaccionar ante ello.
-Bien, supongo... -reí, nerviosa-. Me excedí demasiado. Pero no pasa nada.
Rayan mordió el interior de su labio y me clavó una mirada severa y seria, provocada por mis palabras.
-No creo que te estés dando cuenta de lo fuerte que es la situación, Eadlyn -se incorporó, instaurando su imponente cuerpo enfrente del mío-. Ese chico intento abusar de ti y ahora, está correteando a sus anchas por la ciudad, después de dejar claro que sus intenciones estaban lejos de dejarte en paz.
Bajé la mirada, bastante avergonzaba y tragué saliva con dificultad. Era cierto, todo lo que le reprochaba, no había pensado demasiado en la gravedad del asunto hasta ahora.
Quizás por que iba borracha, y la llamada con mi hermano, y sus confesiones las cuales me ocultó durante todo este tiempo, han echo que reste importancia al asunto, para no darme cuenta.
- No puedo dejar de pensar, en el momento en el que te puso las manos encima -suspiró angustiado y se acercó lentamente a mi-. No estoy cómodo sabiendo que puede volver a por ti.
Levanté la vista para encontrarme con su rostro, triste, desamparado, que me miraba con una mezcla de dolor y dulzura, recorriéndome una sensación de protección.
-Yo... -no supe que más decir.
-Debes alertar a la policía, denunciarlo -insiste Rayan sin ocultar la preocupación y el miedo que siente por que le pase algo a una de sus alumnas.
A mi mente vino la conversación con Aegan, del cuál todavía no tengo ninguna señal de vida. Dijo que vendría en dos días, y solo ha pasado uno. No sé que es lo que más me asusta; un loco que me persigue, unos mafiosos que me utilizan para amenazar a mi hermano, o mi propio hermano al cuál llevo años sin ver, y el mismo que siempre me trató mal al igual que el resto de mi familia, echándome la culpa por lo de mamá.
¿Y saben lo peor de todo?
Que es verdad.
Que es mi culpa.
-Antes debo resolver otros asuntos -intento explicarme usando algo coherente, sin llegar a mentirle, pero al mismo tiempo sin contarle lo que sucede.
-¿Qué? ¿Qué mierda puede ser más importante que tu vida? -exclama frustrado y confundido al mismo tiempo. En sus ojos puedo apreciar como todo tipo de emociones luchan entre ellas.
-La vida de mi hermano, señor Zaidi.
Por que así es. Así soy yo. Siempre pondré la vida de los demás por encima de mi vida, algo que me ha costado caro a lo largo de los años, pero que si lo hiciera de otra manera... No sería yo. Y muchas veces los profesores, y la poca gente que ha logrado acercarse a mi, me han dicho que debo ser mas egoísta y pensar en mi. Que cuando estés tocando fondo, tú misma tienes que mirarte y decirte que te levantes, que todo va a estar bien, y abrazarte. Que en muchas de las guerras a las que te enfrentes, a la única persona que siempre vas a tener ahí, al final del día, eres tú.
Por una vez, el señor Zaidi no supo que decir. Su mente pareció quedarse en blanco y cuando me fui del aula y me despedí, él no intentó detenerme.
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