24. Charlas y más dudas

146 9 0
                                    

EADLYN

Observaba la acera imposulta bajo mis pies. París es una ciudad donde el turismo siempre está presente, por lo que tratan de que todo se mantenga limpio a lo largo del año.

—¿Así que eres la novia del querido Nathaniel? —pregunta con tono burlón, limitándose a mirarme de reojo.

—No, solo soy su amiga.

Él suelta una carcajada, pero cuando ve que lo digo enserio alza una de sus cejas y detiene su andar.

—¿Amiga? ¿Pero...amiga de solo amiga? ¿Sin sexo? —introduce ambas manos en los bolsillos de su pantalón, ansioso por la respuesta.

—Sí Castiel —ruedo mis ojos, algo cansada de su comportamiento inmaduro y un tanto infantil—. Puedo ser su amiga y no querer acostarme con él, ni él conmigo.

Su carcajada vuelve a llenar el espacio de la calle, y esta vez soy yo quien detiene su caminar para observarlo con una ceja alzada.

—¿De verdad crees que él no se acostaría contigo? —una sonrisa burlona se mantenía impasible en sus labios rosados.

—Primero, —alzo mi dedo índice, para enumerar lo que diré acontinuación—, no me acostaría con Nathaniel. Segundo —levanto un segundo dedo, algo que parece hacerle gracia y acapara toda su atención—, no soy su tipo.

—¿Su tipo? ¿Qué no eres su tipo...? —saca otro cigarrillo y sitúa entre sus labios para encenderlo—. Con toda sinceridad y respeto... Con un cuerpo como el tuyo, eres del tipo que nos gustan a todos y a todas.

Siento como se encienden mis mejillas y muerdo mi labio. Qué yo sea el tipo para todos lo dudo, pero mientras sea del tipo que le gustan a Rayan Zaidi, para mí es más que suficiente.

—Dejando de un lado al rubiales... ¿Estás estudiando en Anteros?

Castiel no me mira. Se limita a observar sus pies cubiertos por unas botas negras muy de su estilo, mientras espera una respuesta.

—Sí. Estoy estudiando arte —le respondo, aún sabiendo que a Nath no le gustaría saber que estoy manteniendo una conversación amena con quien parece ser su archienemigo.

—Pero por tu acento, no eres de aquí —me miró de reojo con una sonrisa ladeada que parece ser muy propia de él.

—Canadiense —murmuré algo cohibida. Su presencia al igual que la de Nath o Rayan es imponente.

—Pues hablas perfectamente nuestro idioma —me alagó con sinceridad.

—Desde pequeña quise estudiar aquí, y para ello es necesitaro saber francés, por lo que lo escogí como segundo idioma —le expliqué mientras nos deteniamos frente a un gran edificio de aparencia lujosa en el centro de la ciudad.

—Adelante.

Escuché como cerraba las puertas a mis espaldas, pero estaba demasiado ocupada observando la asombrosa estructuración y lo bien aprovechados que están los espacios.

El mármol relucía bajo nuestros piel y las diversas flores eran lo que más destacaba. El ascensor con sus paredes llenas de espejos me permitieron observar mi rostro rojo por el frío de la noche, y la diferencia de altura entre el pelirrojo y yo. Sus ojos establecieron conexión con los míos a través del reflejo pero las puertas se abrieron en el último piso.

Rayan [en pausa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora